“Habrá una especie de V: el momento más duro va a estar en marzo y abril, tocaremos fondo para luego rebotar”, aseveró a principios de esta semana el presidente, Javier Milei, para analizar el comportamiento de la economía y el impacto de la recesión. Unos días después, el ministro del área, Luis Caputo, ratificó esa previsión oficial. “Lo peor del ajuste va a estar entre marzo y abril”, reforzó. Pero, ¿qué implica esa advertencia? ¿Cuál puede ser el piso del que hablan Milei y Caputo? ¿Quiénes serán los más afectados?
Tras la devaluación de la moneda apenas asumió el nuevo gobierno, el aumento de precios y la paralización de la actividad económica comenzaron a sentirse. De hecho, la inflación de diciembre cerró por encima del 25% y la de enero, aunque cedió, se ubicó en torno del 20%. Para el mes en curso, estimaciones privadas y oficiales vaticinan que la tendencia a la baja continuará, con un número más cercano al 10% que al 20% último.
A esos indicadores oficiales se suman los datos sobre la situación social, que difundió el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA). Allí se estima que la pobreza experimentó un brusco salto del 49,5% en diciembre de 2023 al 57,4% en enero de 2024, lo que la habría llevado a sus niveles más altos en los últimos 20 años, según el informe “Argentina siglo XXI: Deudas sociales crónicas y desigualdades crecientes. Perspectivas y desafíos”. Es decir, ya hay 27 millones de argentinos bajo la línea de la pobreza y la indigencia pasó del 9,6% en el tercer trimestre de 2023 al 14,2% en diciembre y al 15% en enero de este año.
“El momento más álgido del ajuste no terminó. Hasta que no tengamos solidificado el equilibrio fiscal, nosotros nos vamos a relajar ni medio milímetro”, reforzó Milei.
“Implosión”
Con estos niveles de recesión y crisis social, la advertencia oficial no puede más que generar zozobra. Consultados por LA GACETA, especialistas de diferentes ramas intentan prever qué es lo que se avecina en el país. Según Agustín Salvia, titular del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, “estamos en la cresta de una crisis económica y social que expresa el fin de una larga historia de fracasos económicos y políticas fallidas”.
“Esto implosiona en el contexto de una política ortodoxa de devaluación, ajuste fiscal y caída de los ingresos reales como efecto de la inflación, la cual no es la causa de la crisis sino su instrumento. Durante diciembre y enero, los ingresos laborales y no laborales de los hogares fueron por detrás de la inflación y del fuerte aumento experimentado por las canastas de consumo”, explicó el doctor en Ciencias Políticas.
Ratificó que este escenario habría elevado de “manera significativa” la indigencia y la pobreza, pero aún por debajo de los niveles más críticos ocurridos en la crisis de 2002. “El hecho de que todavía sea alta la tasa de empleo, es decir que no haya cesantías, cierre de establecimientos ni despidos, hace posible que el impacto inflacionario no sea más grave. De todos modos, la crisis sigue en la cresta, dado que los precios siguen aumentando y es de esperar ajustes tarifarios con impacto en el costo de vida”, alertó.
De todas maneras, encendió una luz. “Tanto febrero como marzo serán meses de recomposición o compensación salarial en los sectores privados y en los haberes de jubilaciones, pensiones, programas sociales, etcétera; es decir, es posible que este deterioro encuentre un techo a principios de marzo”; auguró Salvia en diálogo con LA GACETA.
Más preocupado
Daniel Arroyo es diputado nacional por el Frente Renovador y fue ministro de Desarrollo Social de la Nación durante el primer tramo de la gestión del ex presidente Alberto Fernández. Según su visión, la lógica que aplica Milei es “absurda”.
“Marzo es normalmente el mes más duro para las familias en Argentina. Básicamente porque las familias, pobres o no pobres, gastan un poco más en enero y en febrero, y marzo viene con todo el tema de las clases y el costo de la canasta básica escolar. Este marzo en particular va a ser más complicado aún porque al tema de la escuela y que viene con aumentos muy significativos en lo que hace a mochilas, cuadernos, guardapolvos y útiles básicos, se le agrega la suma de las tarifas de los servicios públicos y el aumento del transporte”, aseveró.
Y apuntó contra la actual gestión. “La teoría del gobierno es que en marzo o abril vamos a tener un momento de mayor caída y después esto es una ‘V’ y empieza a recuperarse, en teoría. La lógica del gobierno es que vamos a un proceso de recesión, de parate de la actividad económica, de caída del empleo, de caída del consumo, sobre la base de que en un momento se empiezan a estabilizar los precios, que en un momento si efectivamente no hay movimiento económico, hay bajo consumo, si ninguno tenemos plata, es probable que los precios no sigan aumentando. Pero eso es con dos tercios de la población afuera. La lógica que aplica el gobierno es absurda, es generar un mecanismo de estabilización, en mi opinión, con un parate fuertísimo de la actividad económica y con dos tercios de la población afuera”, analizó.
Arroyo admitió que el contexto macroeconómico con el que asumió Milei es complejo, pero le reclamó prudecia. “Hacer esto a lo bestia no tiene ningún sentido; es absurdo, es claramente un experimento. No hubo ningún país que bajó cinco puntos del déficit fiscal en 30 días, en esencia porque paralizó absolutamente todo el funcionamiento del Estado. Creo que es bien compleja la situación, puede que el gobierno termine estabilizando en el mediano plazo precios en un contexto muy recesivo y de mucho parate de la actividad económica, pero es otra sociedad, va a ser un país con dos tercios de la población afuera”, insistió.
“El deterioro social está ligado a la presión inflacionaria”
“El deterioro social está íntimamente ligado a la presión inflacionaria”, sentenció Julio Picabea, director del Observatorio de la Pobreza de Fundación León en Tucumán. Según calificó, los números aportados por la UCA “son escalofriantes”.
El magíster en Políticas Públicas de la Universidad Austral advirtió que la situación social no es coyuntural. “Es un desacierto pensar la pobreza como un problema sólo de coyuntura. El empobrecimiento de la sociedad argentina es un problema estructural que responde a la consolidación de un modelo de desarrollo económico basado en el financiamiento con inflación, sin inversión privada, sin trabajo productivo, y a costa del aumento de la pobreza. El modelo argentino de los últimos 20 años”, expresó.
“Hoy observamos una sociedad argentina fragmentada en tercios: un sector de ingreso medio-alto integrado, con educación, empleo, beneficios de la seguridad social y comparable a sus pares en occidente; una clase media empobrecida, que padece las consecuencias de la inflación y con grandes dificultades para el ascenso social; y un sector que vive en la pobreza, con multiplicidad de carencias en términos de acceso a derechos, y que sobrevive a través del empleo informal y protección estatal. Desatar este “nudo gordiano” es el principal desafío de la política y de las políticas públicas”, describió el especialista.
Ahora, ¿cómo se sale de ese atolladero? Según Picabea, hay herramientas. “Implica la construcción de un Estado autónomo, no sujeto a presiones corporativas, fiscalmente responsable y con instituciones sólidas. Implica visión de futuro en los líderes argentinos. El primer paso es la reducción de la inflación. A partir de ahí, inversión privada, trabajo e integración al mundo. La pobreza trasciende el dato estadístico; es la vulneración de la dignidad humana que se materializa en derechos quebrantados y la “deconstrucción” de una sociedad que se pretende cohesionada. Es la erosión de la democracia”, completó el titular del Observatorio de la Pobreza.
Según Robinson, todavía no hay un plan económico “sólido”
A modo de introducción, el economista Eduardo Robinson recordó que desde hace 15 años la economía argentina se encuentra en un proceso de estancamiento con inflación (estanflación).
“Combina de manera perfecta un ciclo que desde 2011 se expande y al año siguiente se contrae. Ese sendero sinusoidal concluye en un estancamiento de la actividad económica al que hay que agregar el problema inflacionario que se vino gestando desde 2005 y que se profundizó en los últimos años”, narró.
Según entiende el experto, las causas de este problema de estanflación tienen que ver con la mala calidad de las políticas económicas que se implementaron. “Un sector público que se expandió, al tiempo que se contrajo la actividad en el sector privado, con un problema de restricción externa; esto es, carencia de dólares para poder mantener un flujo razonable de importaciones y abuso en la emisión monetaria que destruye el poder de compra de la moneda, más una pesada presión fiscal que ahoga la producción y la imposibilidad de financiarse en el mercado de crédito internacional”, profundizó.
Javier Milei, dijo Robinson, se encontró con una macroeconomía “detonada”. “Con distorsión de precios relativos, dados los recurrentes controles o acuerdos de precios; con asfixia para el sector importador, con estrictas restricciones en el mercado cambiario; con reservas internacionales exiguas; con un sistema tributario que no alienta la producción; con inflación acelerando, falta de crédito, anemia inversora, falta de ahorro y con un adverso clima de negocios”, diagnosticó.
Por eso, dijo, las primeras medidas del Gobierno consistieron en procurar desarmar la inflación reprimida. “Levantar los controles, revisar la maraña de subsidios a distintos a los sectores relacionados con servicios públicos, una fuerte devaluación del peso del orden del 120% y pasar la aspiradora de pesos para contener la inflación. Tasas de interés negativas y un poder adquisitivo que se derrite. Esta situación, prevista, por cierto, hace que la recesión se profundice y la inflación empiece a desacelerarse. En este marco el sector privado empezó un proceso de desahorro. Empresas y familias venden dólares para mantener ingresos, lo que estabiliza el tipo de cambio en sus distintas cotizaciones”, añadió.
Respecto de la pregunta sobre si la economía tocará fondo entre marzo y abril, Robinson no fue contundente. “Si se tiene en cuenta que este año la cosecha gruesa será en términos generales, significativamente mejor que la del año pasado, es probable que la recuperación del sector agrícola sea la que evite que la actividad económica profundice la caída. Pero, la pregunta siguiente es: ¿puede ser que el gobierno esté tratando de influir en las expectativas para contribuir a la reversión del proceso recesivo y con elevada inflación? Más allá de lo que pretenda instalar el gobierno, por ahora no hay señales claras de la inminencia de tocar fondo y luego observar una recuperación en forma de V. Todavía no hay un programa económico demasiado sólido como para afirmar de manera contundente que quedan pocos meses para empezar la reversión”, analizó. Y dejó más preguntas para el final: “¿Habrá una desaceleración de la inflación significativa que reactive el consumo? ¿Se podrá levantar el cepo en los próximos meses? ¿Podrá el gobierno tener más solidez política para no trabar el proceso? Por ahora, nada está muy claro”.