Cartas de lectores: no olvidemos
20 Febrero 2024

Javier Milei le ganó la Presidencia de la Nación a Sergio Massa en el balotaje, con el 56% del total de los votos emitidos. Su bandera de lucha fue denunciar una y otra vez la inmoralidad de la casta política, que se enriquecían en el Estado mientras el pueblo se empobrecía en forma alarmante, contenidos entonces por planes sociales que los condicionaba políticamente, condenándolos a la pobreza eterna. El derrotado ex ministro de Economía del kirchnerismo fue generoso con el dinero público que gastó en el proceso electoral, superando largamente el billón de pesos. Milei se encontró con una estructura estatal económica y financieramente destruida, abarrotada por todo tipo de ministerios, secretarías, subsecretarías, direcciones, todas pobladas por miles y miles de empleados, muchos de los cuales, según se denunció, eran solo “ñoquis”, cobrando sin trabajar. Ese Estado funcionaba con un atroz déficit fiscal, cargado de cuantiosas deudas públicas y privadas, contraídas por los dos últimos gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández. La deuda, pública y privada, supera hoy los 420.000 millones de dólares. El proceso de estatización de YPF, pésimamente conducido por el hoy Gobernador de Buenos Aires, nos cuesta unos 16.000 millones de dólares. La pobreza, al final del macrismo, superaba el 35% de la población. El kirchnerista Fernández la llevó a más del 41%. El Banco Central emitía billones de pesos sin respaldo alguno, para transferirlos al Tesoro Nacional, en permanente déficit, todo lo cual alimentaba una inflación pavorosa, superando largamente el 200% anual, castigando a los más pobres y a la clase media y media baja. Como el precio de los combustibles y de los servicios públicos estaban subsidiados por el kirchnerismo, hoy experimentan subas que, en enero de este año, ya provocaron, conjuntamente con la inflación y el congelamiento de sueldos y jubilaciones, que la pobreza llegara al 57,4%, la más alta de los últimos 20 años. El ajuste lo soporta mayormente el pueblo, mientras los políticos se aferran a sus privilegios. Lo insólito, políticamente hablando, incomprensible por cierto, fue que Milei designara a Daniel Scioli como parte de su equipo de gobierno, pasando por alto el historial político de este kirchnerista, que fue vicepresidente de Néstor Kirchner, dos veces gobernador de Buenos Aires cuando Cristina era presidente y frustrado candidato presidencial del kirchnerismo. Lo peor fue la inmoralidad política de haber sido Scioli “candidato testimonial” del kirchnerismo. Cuando era Gobernador de Buenos Aires se presentó como candidato a cubrir una banca en la Cámara de Diputados de la Nación, utilizando dinero público para gestionar su campaña electoral. Por supuesto, ganó la banca pero se negó a asumirla, siguiendo en su función como Gobernador. Scioli es la imagen viva de la casta política corrupta e inmoral que Milei denunció en su carrera política. El ajuste que prometió Milei era muy claro: solo se aplicaría sobre los políticos corruptos, desarmando una estructura estatal elefantiásica, buscando lograr el déficit fiscal cero, para terminar con la emisión de dinero sin respaldo y, de ese modo bajar gradualmente la inflación. Debe acelerar el ajuste sobre parte importante de la estructura estatal que dejó el kirchnerismo y dictar medidas que alivien la insoportable pobreza y hambre de los más desamparados, entre ellos la niñez que no admite demora alguna. Comparto el direccionamiento politico internacional de LLA. Junto a los países que, como Estados Unidos e Israel, entre otros de Europa, avanzan en base a la libertad republicana y democrática. Por casa, tampoco andamos bien. No hay ley de acceso a la información pública, tenemos una Legislatura que es la segunda más cara del país, ignorando quienes la integran como empleados o asesores. El oficialismo se niega a modificar la ley que establece un reparto arbitrario de la coparticipación federal y local, lesionando la autonomía política, económica, financiera y social de Municipios y Comunas. Por su lado, en 2023, el oficialismo distribuyó $24.000 millones de pesos como fondos no reintegrables, exclusivamente entre municipios y comunas de su mismo signo político. Milei y los partidos políticos que lo apoyan no pueden fracasar. No hay otra alternativa viable y confiable que pueda sucederlo. El desempeño de la estructura política de LLA y sus aliados no debe acallar voces que señalen errores que restan la imprescindible confianza politica.

Luis Iriarte 

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