Javier Milei pateó el tablero ni bien comenzada su gestión. Las medidas de shock, el Decreto de Necesidad y Urgencia y sobre todo- la ley ómnibus dividieron las aguas dentro de la escena política. Los especialistas Gabriel Garat, Alexandra Morales y Analía Del Franco examinaron la situación a pedido de LA GACETA y hablaron sobre lo que puede pasar con el mapa político del país.
En Argentina la historia marca que, hasta la llegada de Milei al poder, los extremos jamás gobernaron (al menos democráticamente). Los cuarenta años de democracia ininterrumpida fueron testigo de la alternancia de poder entre radicales y peronistas; dualidad que sólo se había cortado con el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019). Sin embargo, su gestión no se caracterizó por tomar medidas extremistas y cedió lugar ante el gradualismo.
Desde que el libertario pisó Casa Rosada se cortó la monotonía bipartidista abriendo paso a “un gobierno distinto”. Lo cierto es que las disposiciones mileístas no tienen nada de gradualistas. La tempestad legislativa que envió al Congreso (contenida en la ley ómnibus) implosiona el conocido esquema y busca eliminar los términos medios bajo la consigna que siempre se repite: “cambio o casta”.
Gabriel Garat, licenciado en Ciencias Políticas, aseguró que la idea de Milei es generar una bipartición dentro del tablero político. “El Presidente ya esbozó su ideal, su norte: que en 2025 (en las elecciones de medio término) queden solo dos grandes frentes: las fuerzas del cielo y la gente de bien por un lado; los anti cambio y la gente del mal, por el otro”, interpretó.
Cortina mediática
Alexandra Morales, máster en Marketing y Comunicación Política, afirmó que el mapa político está en constante movimiento y no es algo propio del contexto actual. Además, retrató a la frase del Ejecutivo Nacional como “una cortina mediática” utilizada con el fin tapar el “fracaso” que significó la falta de consensos para aprobar la ley Bases.
En tanto, Analía Del Franco, consultora política, consideró que el modelo de extremos y centros caducó y abrió camino a un “mosaico de pluralidad ideológica” donde los pensamientos transversales atomizan el mapa político tradicional. “Alguien que se autodenomina progresista de pronto puede estar a favor del uso de la fuerza por parte de los cuerpos policiales para reducir delincuentes, ¿dónde colocamos a esa persona?”, señaló la politóloga.
Morales sostuvo que el diálogo y el consenso son totalmente necesarios para gobernar en el contexto actual; por lo que concibió potable que el Presidente remolque sus políticas más al medio para ganar gobernabilidad.
En la misma sintonía que su colega, Garat sugirió una postura “más centrada”, pero resaltó que el principal escollo para lograr esto es la inflexibilidad discursiva del libertario. “Si conecta con otros sectores conseguiría mejores resultados, los cuales necesita, pero a la vez traicionaría la dureza característica que encandiló a su electorado”, reflexionó el politólogo.
“Avizoro un futuro inmediato con más conflictividad discursiva entre estos sectores políticos, de la mano de la complicación del panorama económico. Hay una vacante en el casillero del medio, el del centrismo y la moderación, pero la duda es si conviene intentar conquistarla, porque en un escenario de extremos, el medio parece poco atractivo en términos de apoyo popular”, agregó.
Rupturas partidarias
Garat entiende que JxC ya no existe como coalición debido a sus divergencias ideológicas. Consideró que su electorado presentó más simpatía con Milei y pusieron a sus líderes en la disyuntiva de “plegarse al cambio o quedar en el mismo bando que el kirchnerismo-peronismo”. “El PRO se movió más rápido por afinidad ideológica con Milei; por esto pagó menos costos sociales que el radicalismo”, analizó.
A su vez, Morales reforzó la idea de su par al decir que Juntos por el Cambio sufrió una fragmentación hace tiempo, la cual se agudizó con la asunción de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad.
Acerca del radicalismo, tanto Garat como Morales coincidieron al describir cómo “incómoda” la posición de la UCR -a diferencia del PRO- en medio de esta situación. Ambos especialistas hicieron hincapié en las incompatibilidades que existen entre los pilares ideológicos del mítico partido y las ideas libertarias.
Contemplando la totalidad del espectro, Del Franco aseguró que se generó un “Big-Bang” dentro de todos los espacios políticos, no solo en Juntos por el Cambio.
Orientación política
La experta adjudicó esa implosión a las diferentes ideas e intereses que manejan los actores políticos de acuerdo a su entidad partidaria, provincia u orientación política, las cuales pueden generar divisiones dentro de una coalición que, muchas veces, contiene actores antagónicos en su interior.
“Quizá el peronismo es quien más tranquilo está, porque sabe que su base electoral es menos péndula, y menos permeable al clima de época actual. Su único temor está en que esa base de voto popular que los abandonó en las presidenciales y hoy está con Milei, se vuelva más estable y se pinte de color violeta”, concluyó el politólogo Garat.