Cuando la beatlemanía se instaló en EE.UU.

Cuando la beatlemanía se instaló en EE.UU.

Los Beatles conquistaron a los adolescentes en su primera visita de febrero 1964. Millones frente a la televisión y miles en los conciertos.

FRENESÍ Y LOCURA. Cada movimiento de los músicos alteró el ritmo de la ciudad con la legión de fans. FRENESÍ Y LOCURA. Cada movimiento de los músicos alteró el ritmo de la ciudad con la legión de fans.

Fue un gira de menos de dos semanas, tiempo suficiente para instalar la beatlemanía en Estados Unidos.

Hace 60 años, cuando John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr aterrizaron en el aeropuerto John F. Kennedy, y saludaron a centenares de fans desde las escalinatas del avión las fotografías adelantaban que toda la presentación sería un éxito. Y fue así. Se trataba del mayor desafío del grupo en ese momento.

En las semanas previas la canción “I Wanna Hold Your Hand” había alcanzado el número uno en las listas de Estados Unidos y las ondas de radio estaban saturadas con sus melodías.

Es verdad, en el Reino Unido Los Beatles ya era un fenómeno de masas en 1963.

Pero el tsunami llegó al país del Norte desde el otro lado del océano, un fenómeno que alteró las reglas de juego de la industria musical.

El país se debatía en un momento en el que estaban ocurriendo: la contracultura en California, en la universidad de Berkley; la gran movilización por los derechos civiles en Washington en agosto de 1963 (ver “Rustin”, en Netflix) y había dejado inmovilizado el asesinato del presidente John Kennedy en Dallas, en noviembre de ese año.

Los Beatles tocaron en tres oportunidades en el programa de Ed Sullivan: el 9, 16 y 23 de febrero, y en la primera, en Nueva York, la audiencia llegó a 73 millones de personas. Ese día el grupo interpretó composiciones originales de Lennon y McCartney, cinco de sus canciones, abriendo con “All My Loving”, “Till There Was You” y “She Loves You”, y volviendo con “I Saw Her Standing There” y” I Want to Hold Your Hand”.

En la segunda presentación para el show de Ed Sullivan, realizada en el Hotel Deauville de Miami Beach, repitieron cuatro temas y agregaron “This Boy” y “From Me To You” y unos 70 millones de personas sintonizaron el programa. Para el tercer show, que fue pregrabado, sólo tocaron tres canciones: “I Want to Hol Your Hand”, “Please Please Me” y “Twist and Shoutt” (técnicamente fue el primero).

Después de su llegada a EE.UU, ese país y el mundo quedaron atrapados por Los Beatles, quienes fueron desarrollando su talento como compositores originales y dejando atrás paulatinamente las viejas canciones que los inspiraron.

Los músicos se alojaron en el Hotel Plaza en una suite de 10 habitaciones y un guardia vigilando las 24 horas.

Los alrededores del hotel se convirtieron en una estación de adolescentes, mujeres la mayoría, que impedían la circulación vehicular, y alteraban el ritmo de la ciudad.

El periódico Daily Mail describía así esos días: “La policía de Nueva York no ha trabajado tan duro desde que Castro, Khrushchev y Tito unieron sus fuerzas en la ciudad en 1960”.

Un sueño

Para los cuatro ingleses todo era un sueño. Ni siquiera daban crédito de los lujos que tenían en las habitaciones del hotel. Los periodistas y fotógrafos los seguían a todos lados, y hasta conocieron al boxeador Cassius Clay. Se asombraban cuando les preguntaban sobre la cultura y otras referencias, y recurrían a respuestas en broma y ocurrentes. Habían creado una “locura”.

En Washington, en la sala del Coliseo concentró a ocho mil personas. El 12 de febrero, la banda regresó a Nueva York para tocar dos conciertos agotados en el Carnegie Hall, también con entradas agotadas (aquí tocaron su concierto completo).

No se sabe con certeza si fue así, pero al menos pertenece al relato sobre esa fría noche del domingo 9 de febrero: no se reportaron robos en toda la ciudad de Nueva York en esas horas.

Lo cierto es que las escenas vividas en esa primera visita ofreció material de sobra para el argumento de “Anochecer de un día agitado”, la primera película de Los Beatles lanzada ese mismo año, dirigida por Richard Lester .

Todo un negocio

Pero el fenómeno no solo fue musical y social, sino también comercial.

En unos días apareció todo tipo de merchandising, sin autorización oficial. Si en algo falló Brian Epstein fue en controlar ese aspecto. Nunca tuvo la visión de convertir esa oportunidad en un negocio multimillonario, como después lo fue. En los meses de la beatlemanía en 1964, cientos de productos llevaron el logo de la banda, sin licencia, sin pagar royalties ni pedir permiso. La conquista de Epstein, por el contrario, sí se reflejó en las regalías de los discos: Capitol Records pagó al productor 253. 000 dólares por un solo mes de ventas.

Desde un contexto general, los medios no soslayaron que pocos meses atrás Kennedy había sido asesinado. Tampoco se puede olvidar que en la costa oeste la realidad era otra: en ese mismo momento se desarrollaba la contracultura, en grandes ciudades como San Francisco y Los Ángeles.

Medios: la invasión inglesa

Las críticas en los medios de comunicación fueron más bien negativas. Obviamente costaba reconocer el valor de cuatro jóvenes británicos, no estadounidenses. The New York Times lo catalogó como “nada más que una moda”. Herald Tribune dijo: “aparentemente no pudieron traerse una melodía a través del Atlántico”. Newsweek escribió: “las letras son una catástrofe, una absurda mezcla de sentimientos románticos de una tarjeta de San Valentín”. Para The Washington Post “lucen absolutamente conservadores…asexuales y domésticos”. Para los padres según coincidían los medios, el fenómeno era sospechoso (el acento, el look, el rock and roll) y después de sobrevivir a Elvis Presley, no aceptarían otro arrebato de frenesí y locura, advertían.  

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