Se destacaban en distintos deportes y, sin buscarlo, terminaron profundamente enamorados

Se destacaban en distintos deportes y, sin buscarlo, terminaron profundamente enamorados

Pablo Ortega y Luciana Travesi se conocen desde chicos, pero no fue hasta varios años después que comenzaron una relación que derivó en matrimonio.

BASQUETBOLISTA Y RUGBISTA. Pablo y Luciana llevan nueve años juntos. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ÁRAOZ

Dedicar horas de entrenamiento, de sacrificio y de constancia representa un gran acto de amor por una actividad que nos acompaña, en la mayoría de los casos desde que somos pequeños. En ese sentido, no resulta extraño que muchos deportistas terminen relacionándose afectivamente con personas que comparten la misma pasión. Él jugaba al básquet en Central Córdoba. Ella representaba a la provincia con la camiseta de Las Yaguaretés. Esta es la historia de amor entre Pablo Ortega y Luciana Travesi.

Al estar frente a dos deportes completamente diferentes y que no tienen tantas similitudes, surgen varios interrogantes al respecto. ¿Se cruzaron en una concentración? ¿Practicaron la misma disciplina en algún momento? Lo cierto es que sin pensarlo, siempre estuvieron uno cerca del otro. “Destino o casualidad”, la canción del cantautor español Melendi con la colaboración de Ha Ash, podría encajar perfecto al relato de cómo se conocieron estos dos deportistas.

“Mi casa estaba a tres cuadras de la suya. Además, nuestros padres fueron amigos. Cuando yo iba a entrenarme a Central Córdoba siempre nos cruzábamos”, recordó Ortega. “Nosotros nos veíamos cuando éramos chicos, pero no pasaba más allá de eso. Aparte, él me lleva cinco años de diferencia”, explicó Travesi.

No obstante, tuvieron que pasar varios años para el primer contacto que dio paso al amor.

“Yo trabajaba en un boliche de Yerba Buena y compartimos amigos en común. Así que saludé a algunos y justo estaba él. Desde ahí empezamos a frecuentarnos y como vivíamos a tres cuadras, ya me acercaba y acompañaba a casa”, explicó la ex jugadora de rugby. “Así empezó la amistad entre ambos. Cuando la visitaba, su padre Enrique me invitaba a comer. Ella se enojaba por la confianza que tenía él conmigo”, bromeó Ortega.

Claro, la confianza del padre de Luciana con Pablo Ortega tenía un trasfondo. Durante años, Enrique fue dirigente de básquet y hasta entrenador de formativas. Otra de las casualidades que rodean a esta pareja de enamorados. “Mi papá amaba el básquet. Era de esos que siempre estaban en la cancha”, aseguró “Lu”.

Mix de básquet y rugby

Tan bien se llevaban Pablo y Luciana, que cuando no estaban entrenándose en sus respectivos deportes, compartían cada momento juntos. Claro, eso sí, cada charla también tenía un mix de básquet y rugby. “Yo le preguntaba a ella por el tema del entrenamiento, de la alimentación y del cuidado”, explicó Ortega. “Por ahí, tu pareja termina siendo tu psicólogo. Compartis las reglas, la exigencia y hasta la frustración propia de cada deporte. No ser convocado o tener un mal partido”, analizó Travesi.

Con el paso del tiempo, la relación comenzó a fluir y Ortega tomó la iniciativa de pedirle ser novios de una forma particular. “Fue por mensaje, en aquel momento no había Whatsapp, pero sí los SMS. Me puso así... ¿Ya quieres ser mi novia?”, dijo Travesi, que actualmente se desempeña como profesora de Educación Física. “Esa era nuestra forma de comunicarnos al estar lejos. Cuando había partido, me explicaba por ahí, porque solo se podía escucharlo por radio. En ese momento se compraba el pack de 300 mensajes”, agregó Luciana.

Si bien la propuesta para ser novios fue un poco improvisada; la de casamiento fue digna de una película. De principio a fin.

“Hice algo muy tradicional, que se hacía muchísimo tiempo atrás. Sin que ella sepa, le pedí la mano a su papá. Le expliqué mi idea, dónde iba a ser, y no me respondió nada. Solamente me dio la mano y me abrazó. Más que suficiente para mí. Después tomé la decisión de comprar el anillo y pedirle matrimonio”, advirtió Ortega.

El lugar elegido para el emotivo momento fueron las playas de Brasil, más específicamente las de Canasvieiras. “Nos gusta mucho lo que es el mar. Nos habíamos ido de viaje con la familia y fuimos a cenar los dos solos. Salimos a caminar en la noche y estaba remil nervioso. Creo que podría haber sido más preparado”, recordó el ex base de Central Córdoba.

¿La respuesta de ella? Un abrazo entre lágrimas que no tenía palabras, pero que a la vez decía todo. “Yo no lo podía creer, de verdad. Fue todo muy rápido”, remarcó Luciana.

Un gesto de amor

En 2018, Ortega recibió nuevamente el llamado del seleccionado tucumano para disputar un Argentino de básquet en Misiones. Si bien volver a la convocatoria ya era una emoción para el deportista que actualmente trabaja en la Caja de Previsión Social para Abogados, jamás se imaginó lo que le sucedería en la “tierra colorada”.

“Antes de viajar nos despedimos aquí en casa. Cuando estaba entrenando a la mañana pensaba en ella y en lo mucho que me hubiera gustado que estuviera ahí acompañándome. Esa noche cuando estábamos en el entretiempo, calentando, escuché un silbido característico de nosotros y miraba para todos lados. Digo: ‘no puede ser’. En ese momento me di la vuelta y la tenía sentada en diagonal. Eso me dio un plus a la hora de jugar”, reconoció Ortega.

Mientras que Luciana explicó al detalle de cómo preparó la sorpresa. “Fue genial porque no sabía nadie, él no tenía idea. Salía su colectivo y a la hora el mío. Ya me había reservado las habitaciones del hotel y todo. Después de tantos años había vuelto a jugar y pensé: quiero ir. Fue muy gracioso ver su cara, se le habían llenado los ojos de lágrimas”, admitió Travesi.

A finales de 2022 y después de siete años de casados, Ortega y Travesi decidieron seguir adelante con su relación y así dieron a luz a su primera hija: Renata. La pequeña de un año y seis meses se apoderó al completo del corazón de ambos deportistas.

“Siempre estuvo en mente tener un hijo. Obviamente a mí me hubiese gustado tenerla antes, pero ella estaba muy enfocada en su trabajo y no quería ser egoísta con su carrera”, aseguró Pablo. “Siempre le agradeceré un montón por haberme esperado. Nadie hace eso”, agregó Luciana.

A pesar de que Renata está en constante crecimiento, Pablo y Luciana van más allá y aseguran que les encantaría que ella siga sus pasos con el deporte. Eso sí, a la disciplina la elegirá la pequeña.

“Sí me gustaría que realice deporte. Pero que también estudie. Está comprobado que se puede hacer las dos cosas -analizó Ortega-. Le damos mucha libertad, también en parte por cómo fuimos criados nosotros”.

Celebración del amor

Para este 14 de febrero, Pablo y Luciana todavía no tienen definidas las actividades para festejar su amor. Sin embargo, las lágrimas no faltaron al momento de hablar el uno del otro. “Él me recuerda mucho a mi papá, que falleció hace poco. Ellos eran muy compañeros en todo”, dijo Luciana, quien no pudo contener la emoción. “Junto a Renata son los dos pilares más importantes de mi vida. Pasamos muchos momentos buenos y malos juntos. Eso nos fortalece”, enfatizó Pablo.

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