Ascendió con Atlético Tucumán, fue campeón con la Selección chilena y llegó a San Martín para cumplir su sueño

Ascendió con Atlético Tucumán, fue campeón con la Selección chilena y llegó a San Martín para cumplir su sueño

“Fue una decisión fácil de elegir porque tenía muchas razones para estar acá”, aseguró Pablo Hernández que volvió a la provincia para defender los colores del "santo".

A CORAZÓN ABIERTO. Pablo Hernández habló sobre sus expectativas para este 2024. A CORAZÓN ABIERTO. Pablo Hernández habló sobre sus expectativas para este 2024. Matías Vieito/LA GACETA

“Es muy gracioso que la gente me diga ‘Tucu’. Pero acá soy Pablo”. Pese a las altas temperaturas que azotan a la provincia, Pablo Hernández se mantiene fiel a sus gustos y costumbres. Pide un café en jarrita, sonríe, y, al igual que lo hizo con su carrera, expresa su felicidad por volver a vivir en su tierra; al lugar en el que gritó sus primeros goles y, que a pesar de la distancia, nunca dejó de ser su hogar. 

A priori, el fútbol nunca estuvo en los planes del volante en su regreso a la provincia. Luego de varios días en los que hizo vida normal, la oportunidad de vestir los colores de San Martín tocó la puerta de su casa y no dudó en abrirla. “Fue una decisión fácil de elegir porque tenía muchas razones para estar acá”, reconoce sobre su decisión de vestir los colores del club de sus amores.

Sin embargo, en su historia futbolística no iba a empezar vistiendo la roja y blanca, sino la celeste y blanca. “Cuando volví de hacer las inferiores en Buenos Aires, me fui a probar en San Martín y no tuve la posibilidad de jugar. Era una espina clavada que tenía y me costó mucho salir de eso. Era difícil porque sentía que era mi club y no tenía la oportunidad; después, traté de buscar otros rumbos. La gente de Atlético me dio la posibilidad y la aproveché con todo el respeto que se merecían”, explica Hernández, quien se convirtió en una pieza clave del “decano” que se consagró campeón del Argentino A 2007/08.

Pese a la alegría por el hecho histórico para la institución de 25 de Mayo y Chile, se mitificó que, durante los festejos, Hernández no se había sacado la camiseta debido al tatuaje del eterno rival que llevaba en su espalda. “Traté de tapármelo, pero aún se notaba”, dice “Tucu”. “Los jugadores somos simples empleados.  Podemos cambiar de un lado a otro. Siempre traté de cuidar mi trabajo y hacer lo mejor posible para el club”, aclara. 

No obstante, su salida de Atlético no fue de la mejor manera por lo que Hernández dio su versión de los hechos. “La gente no sabe que tuve que pasar cinco meses sin jugar porque me habían declarado en rebeldía. Yo quería crecer como futbolista y vino la oportunidad de Argentinos Juniors. El club no me lo permitió, creyéndose que podían hacer lo que querían conmigo”, explica el mediocampista. “Cuando llegué al club fue de palabra. No había firmado nada. Nunca tuve la oportunidad de defenderme. Creo que lo mejor fue salir para construir mi carrera porque me abrió la mente”, agrega sobre salida a Racing de Montevideo.

Luego de pasar por equipos como Argentinos Juniors, DC United de Estados Unidos y Defensor Sporting de Uruguay, Hernández llegaría a O’Higgins, club que se convertiría en su segunda casa. “No lo conocía. No sé si fue el destino o qué, pero cuando me fui de vacaciones a México, ellos estaban haciendo una pretemporada ahí. Hablé con ‘Toto’ Berizzo, que era el DT, y me convenció de sumarme al proyecto”, confesó.

En Rancagua, Hernández se convirtió en un ídolo absoluto de la “celeste”. Marcó un gol frente a Universidad Católica en la definición del torneo Apertura 2013/14 que significó el primer título de la historia del club. La gran actuación que completó durante aquel certamen hizo que Jorge Sampaoli lo convocara por primera vez a la Selección Chilena. 

Así, el 23 de enero de 2014, jugó su primer partido con la “roja” en el que marcó dos tantos en la goleada frente a Costa Rica por 4-0 en Coquimbo. “Tenía la posibilidad de nacionalizarme por mi abuela Adriana y lo hice. A mí me llegaron los papeles en noviembre (de 2013), justo después de que habíamos sido campeones. Por eso, Sampaoli convocó a varios chicos de O’Higgins entre los que estaba yo”, recuerda el volante que se consagró campeón de la Copa América Centenario en 2016.  “No había tenido la oportunidad de ir a la del 2015. Me acuerdo que se hablaban muchas cosas porque había sido en Chile y nosotros queríamos que se respeten a los últimos campeones”.

Debido a sus raíces genealógicas, Hernández tiene familiares en el país trasandino. Sin embargo, contó que en más de una ocasión tuvo visitas de “desconocidos” que aseguraban guardar cierto vínculo con el volante. “Me decían que eran primos o tíos y los hacía pasar a la concentración. Me costaba decirles: ‘no te conozco, no sé quién sos’. No sabía que preguntarle. Le hablaba de mi abuela y de mi viejo. Siempre he tratado de ser amable”, comenta, entre risas. 

El volante recalcó que gran parte de su familia se ubica al norte del país, en Calama, debido a que su abuela creció en Chuquicamata, un pueblo minero. “Ya desapareció. A toda la gente la mandaron para Calama y Arica”, enfatiza.

Además, remarcó que en sus primeros años le resultó bastante “difícil” entender el acento chileno, aunque con el tiempo se convirtió en una especie de “traductor”. “Al principio, no les entendía nada. Con el tiempo, le fui prestando más atención. Siempre llegaba un argentino y me preguntaban qué significaban ciertas cosas. Entonces tenía que explicarle”. Pese a esta situación, nunca dejó de utilizar ciertas palabras propias de la jerga provincial. “Decía la palabra que empieza con U… o con P…. Cuando me calentaba me salía lo tucumano, pero como era uno de los más grandes no quería dejar ese ejemplo”, comenta.

Una vez instalado en España, Hernández defendió los colores del Celta de Vigo, equipo con el que disputó las semifinales de la Europa League 2016/17. “Imaginate entrar al Camp Nou y al Santiago Bernabeu, y empezar a ver estas tribunas que nunca terminaban”, reconoce. “Tengo las camisetas de Messi y de Cristiano. Esos tesoros les van a quedar a mis hijos”, puntualiza. 

Tras cinco años con los “célticos”, Hernández volvió a Argentina para defender los colores de Independiente. Con el “rojo”, enfrentó a San Martín e, incluso, fue el autor de uno de los tantos de la goleada 4-0. “Era difícil porque en mi canillera llevaba el escudo. Ya enfrentarlo era especial, pero yo traté de defender los colores en ese momento. Pedí disculpas y no grité. Me duele cuando le hacen un gol, imagínate lo que fue convertirlo yo. Pero es fútbol”. 

En 2019, el mundo se le vino abajo tras romperse los ligamentos cruzados. La gravedad de la lesión lo hizo pensar en la posibilidad del retiro. “Lo había hablado con mi señora. Creo que hubiese sido lo más fácil, pero mi vida nunca lo fue. Vengo de un lugar súper humilde. Crecí en el barrio los Molinos de Villa Nueve de Julio. Ahí siempre fue duro“.

Luego llegó la pandemia y pasó varios meses entrenando para llegar a su “último baile” en Rancagua. Así, después de anunciar su retiro, decidió crear un vino para que le quede como recuerdo a los hinchas de O’Higgins. “No pude traer ninguno para acá. En el próximo, voy a tratar de traer un par de vinitos, ja”. 

Por último, Pablo está viviendo el último capítulo de su extensa carrera. “Es un sueño, pero va a ser completo si logramos el ascenso”, cierra, con la esperanza de hacer historia con la roja y blanca.  

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