“Por una cabeza, de un noble potrillo que justo en la raya, afloja al llegar”. Como si se tratase de aquel icónico tango en el que Carlos Gardel inmortalizó su voz, San Martín apeló al verso principal de su estribillo y logró vencer a Gimnasia de Jujuy en la primera fecha de la Primera Nacional.
No sólo porque la cabeza de Nahuel Banegas desató la alegría en La Ciudadela, sino porque, al igual que el tango, se vivió un partido marcado por la intensidad y inteligencia de Diego Flores y Marcelo Vázquez; dos mentes que contrapusieron sus ideas protagonizando un juego ajustado que se definiría por pequeños detalles y así fue. El cabezazo fue el “martillazo” necesario para sentenciar un partido que, desde el pitazo inicial, estuvo cargado de condimentos.
A priori, se podía intuir un choque de estilos entre los entrenadores. Al igual que lo hizo en los amistosos de pretemporada, “Traductor” apeló a la intensidad y a la agresividad ofensiva; aunque designó como director de orquesta a Juan Cuevas, y el ex Everton de Chile no decepcionó. Con grandes conducciones y pases filtrados, el ataque del “santo” parecía coordinado por su cabeza, encontrando en todos los sitios de la cancha a un receptor.
Gracias a su perspicacia y movilidad, el volante empezó a mostrar sus primeros destellos asociativos con Junior Arias. Fiel a su estilo, el delantero se caracterizó por su gran entrega y no dio ninguna pelota por perdida. Por su gran potencia, fue un hueso duro de roer para el tándem defensivo de Hernán Pellerano y Guillermo Cosaro, quienes tuvieron serios problemas para controlarlos.
A diferencia de lo mostrado en los duelos de preparación, San Martín no pudo explotar las bandas en gran parte del juego. Esta situación provocó que el “santo” dependa, en gran parte, de las conexiones del uruguayo con Cuevas.
Pese a estos embates, el “lobo” mostró una gran templanza para amordazar los ataques del “santo”. Sin perder el orden táctico, los jujeños apostaron a contragolpear en momentos claves, apostando a la creatividad de principal referente ofensivo: Luis Miguel Rodríguez.
“El Pulga” se mostró como el eje del equipo y, con su gran calidad, provocó más de un susto en La Ciudadela. En concreto, el travesaño impidió que su alegría fuese total (luego de lanzar una pelota flotada) y mantuvo la paridad en el marcador.
Luego de concluir la pretemporada, Flores vaticinó la importancia de la pelota parada. “Es un recurso que sirve para destrabar los partidos cerrados”, había anticipado el DT; y sus cálculos no fallaron.
El cabezazo de Banegas dio tranquilidad al “santo”; mientras que el “lobo” se abalanzó en búsqueda del posible empate. Aunque la muralla defensiva de Agustín Dattola y Juan Orellana fueron los encargados de desestimar todos los intentos del rival.
Así, San Martín superó su primer desafío. Una victoria que ilusiona por la gran cantidad de recursos (y resoluciones) ofensivas que presenta el equipo. Eso sí, el camino es largo y exigente; aunque empezar con el pie derecho alivia y da tranquilidad de cara a lo que viene.