Una familia de la ciudad de Plano, Texas, en Estados Unidos, atravesó uno de los momentos más dramáticos de su vida y de la historia de la medicina obstétrica. El diagnóstico para el embarazo de una mujer no era el mejor y su bebé iba hacia una muerte segura. Sin embargo, los especialistas obraron lo que más tarde se consideró un milagro.
En 2016 Margaret Boemer supo que estaba embarazada. Con dos niñas ya en su familia, la noticia fue de enorme alegría para ella. Pero no sabía cuántas complicaciones vendrían con la nueva vida que llegaría a ellos.
La increíble historia de la niña que nació dos veces
En cuanto supo que esperaba mellizos, Margaret recibió la primera triste noticia: a sus cuatro meses, uno de ellos no había logrado sobrevivir. Pero eso no sería todo. Junto a la terrible noticia, le informaron que la beba que aún estaba viva en su vientre tenía una rara enfermedad.
Se trataba de un teratoma sacrococcígeo, un extraño tumor que aparece en uno de cada 35.000 fetos y que se da con mayor frecuencia en niñas. El diagnóstico era fatal ya que el tumor se alimentaba de la sangre de la beba, impidiéndole crecer. La opción que los médicos daban era clara: el aborto.
Pero Margaret se negó y buscó nvas opciones. Fue allí que encontró al doctor Darrell Cass, codirector del Texas Children's Fetal Center, una prestigiosa institución especializada en embarazos. "Es como una pelea entre dos que quieren crecer. El tumor siempre gana", dijo el especialista en ese momento.
El primer nacimiento
Para darle alguna chance de vida a la pequeña, los médicos del Texas Children's Fetal Center ofrecieron una operación sumamente riesgosa para la beba y la madre aceptó. Al sexto mes de embarazo, la niña abandonó el vientre materno durante 20 minutos para que pudieran quitarle el tumor que ya medía lo mismo que ella.
Por si fuera poco, el corazón de Lynlee, como llamaron a la beba, se desaceleró casi por completo mientras estaba fuera del cuerpo de su madre. Fue uno de los médicos quien dió con la medicación justa para reanimarla y seguir operando.
"La parte en el feto es muy muy rápida. Lleva 20 minutos. La parte que más tiempo lleva es abrir el útero. El tumor era tan grande que se necesitaba una gran incisión", explicó Cass sobre las cinco horas totales que duró la intervención. Luego de ese tiempo, Lynlee siguió tres meses más en el cuerpo de su madre y tuvo se segundo nacimiento por cesárea.
Días después del segundo nacimiento, Lynlee fue operada para extrar restos del tumor. Hoy, sana, la niña tiene ocho años y su caso es considerado único en el mundo junto a un único antecedente previo.