Cuando se abren las puertas del renovado Museo Jesuítico de La Banda, todos los presentes coinciden en algo: será un destino imperdible en Tafí del Valle. El predio fue cerrado en julio de 2022 para realizar un arduo trabajo de revalorización del inmueble. Durante este tiempo se hicieron reformas en las 10 salas construidas en tiempo de los jesuitas y en el resto de las edificaciones, realizadas por la familia Frías Silva. La premisa fue clara: restaurar la propiedad de forma integral, pero realizando la menor cantidad de cambios posible. Y ya está casi todo listo: ahora, el Museo es un lienzo esperando ser pintado; sólo resta instalar todo lo necesario para que la experiencia sea 100% inmersiva, ya que al ingresar te envolverán los sonidos, los olores y la posibilidad única de ser recibido por hologramas.
Esta semana, funcionarios del Ente Tucumán Turismo (ETT) visitaron la obra para recorrerla y para ajustar detalles edilicios, antes de reponer el relato museológico. El lugar -que también caminó LA GACETA- está momentáneamente vacío, pero “como nuevo”. Casi que se puede imaginar cómo estaba la estancia cuando recién la construyeron los jesuitas. Y también se puede imaginar cómo será cuándo esté todo terminado y se inaugure, en la próxima Semana Santa.
“Queremos que sea un museo moderno, pero cuidando lo arquitectónico y lo arqueológico. Es interesante pensar que es el museo más antiguo que tenemos, y que será el más tecnológico, sin afectar la estructura. Se ha discutido y consensuado mucho entre los actores intervinientes para cuidar este edificio, que es un patrimonio invaluable”, afirma Sebastián Giobellina, presidente del ETT, y destaca: “esta va a ser la parada obligada, ese atractivo que hace que te traslades para visitarlo”.
Un recorrido sensorial
La visita se ha organizado en función de cómo se ha pensado el recorrido para los turistas. En la entrada -cuenta Natalia Acotto, directora de obras del ETT- te darán la bienvenida tres interlocutores de la época colonial. Son hologramas que estarán en cuadros vivos y que empezarán su discurso sólo si hay visitantes en la sala (tendrán sensores de movimiento).
El recorrido del museo estará dividido en tres grandes momentos: la etapa jesuita, la etapa Frías Silva y la producción quesera. Para hacer la visita lo más inmersiva posible, se incorporaron elementos de iluminación sin dañar las paredes de adobe; se usarán maquetas en tres dimensiones y relatos auditivos, además de fragancias. También se emplearan los elementos museológicos disponibles, tanto piezas arqueológicas como mobiliario jesuita y de la familia que habitó el lugar luego del destierro de los religiosos.
El relato comenzará con la conformación del Valle y, a medida que se avance por las salas, la historia se irá acercando al presente. Para hacer más viva la experiencia, se utilizarán vidrios inteligentes para proyectar eventos importantes, como la expulsión de los jesuitas. Luego se visitará la capilla, “que es lo que mayor preservación necesita; hicimos intervenciones mínimas, sacamos las cubiertas (de los techos) que tenían desgaste propio del tiempo y no tocamos el piso”, relata Acotto.
Todo el desarrollo museológico que por ahora se imagina (advertirá más tarde Giobellina que lo único que falta es hacer el montaje de la tecnología en el lugar) se llevó a cabo gracias a un financiamiento de $130 millones -comentó el presidente del ETT a este medio en 2023-; eso es lo que permite añadir todos estos elementos novedosos e inmersivos. El Museo Jesuitico de La Banda será el primero en Tucumán en brindar una experiencia de estas características.
Novedades
Durante las obras también se hicieron descubrimientos -advierte la funcionaria-. “Cuando intervenimos el sector de la sacristía encontramos un pedrado del siglo XVIII, lo que nos hace pensar que una de las habitaciones era realmente un patio”, explica y señala el suelo, ahora descubierto, lleno de rocas. Y eso no es todo: “haciendo cateos en los cimientos encontramos un canal de piedra, tallado, que inferimos que era agua para que tomen los animales”, narra. Todos esos nuevos elementos apoyarán el nuevo guión del museo.
De la visita, además, formaron parte el intendente de Tafí del Valle Francisco Caliva y Adrián y María Fernanda Castillo, representantes de la firma constructora a cargo de la obra. “Se trabajó no sólo con la empresa sino con arqueólogos que a través de los cateos fueron haciendo hallazgos. En paralelo, con la Dirección de Cultura se hizo todo el inventario de la muestra, que jamás se había hecho”, explica durante el recorrido Acotto.
Los arreglos en la estancia se hicieron con el criterio de reversibilidad, es decir, con la idea de devolverle al edificio la mayor cantidad de características constructivas originales. Es que esta intervención es una más de las que se realizaron ya en los siglos XVIII, XIX y XX. De allí los hallazgos recientes, que estaban tapados por reformas posteriores.
Todos los detalles han sido cuidados para mantener el casco histórico de la mejor manera; las refacciones se hicieron con los mismos materiales disponibles en aquella época y con las mismas técnicas constructivas. La paja de los techos, por ejemplo, fue traída cuidadosamente de la montaña, a 3.200 metros sobre el nivel del mar. “Y siempre y cuando esté en condiciones. Si la paja está húmeda y no la cortás como corresponde, se pudre. Además, se tiene que dar toda una cuestión climática para que se pueda usar... Lo cierto es que estamos muy contentos con lo que se ha logrado. La muestra, lo que teníamos pensado originalmente, ha crecido; se añadieron a la obra alas que no se iban a intervenir y se agregaron cuestiones como la iluminación externa que revalorizan aún más la propiedad. Y esperamos en el futuro poder seguir sumándole atractivos al lugar”, agrega Giobellina.