Por Alejandro Urueña
14 Enero 2024
El acuerdo provisional sobre la propuesta concertada por la Unión Europea para la primera ley de inteligencia artificial (IA) representa un avance significativo en el mundo de la tecnología y de la regulación gubernamental. Esta ley, resultado de intensas negociaciones y compromisos, refleja un esfuerzo por intentar equilibrar la innovación tecnológica con la protección de los derechos fundamentales y la seguridad pública.
La ley clasifica los sistemas de IA según su potencial para causar daño, aplicando reglas más estrictas en aquellos casos en los que implica un mayor riesgo.
Nos deberíamos preguntar, en relación a este acuerdo, qué es la inteligencia artificial, si es tan inteligente y si es en realidad artificial. Todo esto lo resuelve muy bien en su libro Kate Crawford: “Atlas, poder, política de inteligencia y costos planetarios”.
Si bien la normativa implica un gran paso, no se extenderá a los sistemas utilizados únicamente para objetivos militares o de seguridad, con la amenaza que esto supone para la humanidad. Aún así, la ley busca abordar tanto las tecnologías existentes como aquellas por emerger, mostrando una notable visión de futuro. Esta flexibilidad es crucial en un campo que evoluciona rápidamente como es el de la IA.
La regulación de tecnologías complejas y potencialmente invasivas, como los sistemas de reconocimiento facial, control de emociones y otros métodos de vigilancia biométrica, plantean desafíos significativos. Estos sistemas tienen el potencial de transformar la vigilancia y la seguridad, pero también generan preocupaciones legítimas sobre la privacidad y los derechos humanos.
Para algunas perspectivas la UE, en la formulación de esta ley, dejó gusto a poco. Como fundamento de esto téngase presente que, según lo publicado por la MIT Technology Review sobre política tecnológica, poder, política y Silicon Valley, se celebrarán más de 40 elecciones nacionales en todo el mundo, siendo la IA generativa un riesgo para las democracias si no se legisla y previene a tiempo (https://www.technologyreview.es/s/16017/preparate-para-luchar-contra-la-desinformacion-en-2024-eric-schmidt-tiene-algunos-consejos). De igual forma lo es la información falsa porque los actores nacionales y extranjeros aprovecharán la desinformación para ampliar aún más las divisiones sociales y políticas debilitando la legitimación. (https://www.weforum.org/publications/global-risks-report-2024/digest/ )
Esta regulación que -como dijimos - es un testimonio del compromiso con la evolución de la tecnología para que se respeten los valores y derechos fundamentales, podría servir como un modelo para otros países y regiones, muchos de los cuales están observando de cerca cómo la UE maneja estos desafíos emergentes.
No obstante, la implementación y el cumplimiento serán cruciales para determinar el éxito real de la ley. Además, la misma podría enfrentar resistencia o desafíos de la industria de la IA y otros grupos de interés que ven la regulación como un obstáculo para la innovación o la competitividad comercial.
Lo regulado es un paso audaz y necesario para abordar las complejidades y desafíos de la IA y su éxito final dependerá de cómo se maneje su implementación y cómo se equilibre la innovación con la protección de los derechos y libertades individuales, en un mundo donde la inteligencia Artificial no es “ni tan Inteligente, ni tan Artificial”.
› Perfil
Alejandro Urueña
Project Management I.A. Abogado. Diplomado en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales, Universidad Austral; Diplomado en Derecho 4.0, Universidad Austral; Magíster en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales, Universidad Austral (T.P); Posgrado de Inteligencia Artificial y Derecho, I.A.L.A.B, U.B.A. Posgrado en Metaverso, U.B.A. Programa (IA) Universidad Austral. Actualmente Cursando Maestría de Inteligencia Artificial Centro Europeo de Posgrado
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