A través de los aromas, una tucumana ayuda a definir la identidad de marca a muchas empresas
Brûlée es una invitación a respirar profundo, cerrar los ojos y dejarse atrapar por aromas alucinantes. El cálido y moderno local de Belén Sosa Paz en Yerba Buena, abre las puertas a sus clientes y visitantes a una experiencia sensorial única. Porque el mundo de las fragancias tiene mucho que ver con el olfato, pero también con la cocina y la música. Especialmente con la química. Los perfumes son un arte y también una ciencia y el trabajo de esta joven emprendedora es un recorrido divertido y desafiante que no tiene fecha de arranque -Belén no se acuerda cuando aunque sí cómo empezó- pero tampoco tiene techo.
Los olores y los colores han sido parte de su vida desde chica, por eso eligió una carrera como Diseño Industrial, que le permitía explorar formas y dejar llevar su imaginación de manera creativa. Brûlée comercializa fragancias para el hogar, velas, jabones, cremas y artículos de cerámica pero también elaboran perfumes a pedido para grandes marcas locales y del país.
“Hay olores que se quedan con nosotros, que son imposibles de olvidar. Esas fragancias, que están un poco en el aire, nos acompañan pero no las vemos”, dice la creadora de la firma. Su abuela Blanca fue para ella uno de esos aromas en el aire. Amante de las flores y del té en hebras contagió a su nieta, sin imaginar, su pasión por lo “imperceptible”. “Nosotros la recordamos con estos aromas”, cuenta Belén que sumó a su línea una fragancia que lleva el nombre de Blanca y contiene notas de hojas de té, peonía y rosa.
La historia de Brûlée se escribe como la de la gran mayoría de los emprendedores, a pulmón. Sin nombre y desde la cocina de su casa, Belén probó un día con las velas. “Siempre me había gustado, así que ese fin de año pensé en hacer algo que la gente pueda regalar”, rememora.
“Claro que mis primeros clientes fueron amigos, mi familia y vecinos”, se acuerda. Pero con el paso del tiempo la clientela fue creciendo y de repente la cocina y el hall de entrada de su casa estaba repleto de frascos y bolsas para entregar (y para producir). “Yo hacía todo, diseñaba las velas, promocionaba los productos, elegía el packaging y los entregaba”, cuenta mientras se ríe. Lo de los perfumes llegó después, junto a la idea de mudarse a un lugar más cómodo, también como parte del proceso creativo del producto.
En ese momento, Belén compraba las esencias y las combinaba pero pronto sintió la necesidad de dar un salto. “La gente me pedía probar las fragancias, no se conformaban con comprarlas por internet. Así que decidimos abrir nuestro primer local y un espacio para la fabricación de los perfumes a otra escala”, menciona. A partir de ahí, los desafíos se hicieron más grandes y la empresa sumó a nuevos integrantes.
Era el año de la pandemia, mientras muchos habían tenido que cerrar sus comercios ella se aventuró a abrir el propio. “Durante la pandemia, el proyecto se paró al principio de la cuarentena, sin saber qué hacer. Hasta que viendo que iba para rato, decidimos relanzarlo y aprovechar que la gente estaba en sus casas. Empezó a producirse más y más, hacíamos delivery por las casas y fue tal la respuesta, que en medio de la cuarentena decidimos abrir un local”, cuenta Belén.
Esencias de autor
Una de las fragancias más buscadas de la línea se inspiró en esos días de confinamiento. “Trabajamos cada perfume como un concepto, en base a su historia e ingredientes. Así, por ejemplo, tenemos Utopía, que nació en cuarentena leyendo un cuento de Borges.
El texto empieza con una cita de Quevedo: “Llámola Utopía, una voz griega cuyo significado es no hay lugar. La Utopía como algo que no existe pero que todos anhelamos”, explica Belén. “Y es por eso que sus ingredientes provienen de muchas regiones, de todos lados, pero ninguno a la vez”, fundamenta.
Desde 2019, cuando empezaron a producir sus propias fragancias hasta la fecha, Brûlée ha desarrollado 23 perfumes para el hogar en total. Grandes marcas se han acercado a ellos buscando un “logotipo olfativo”, como se denomina en la jerga a aquel distintivo aromático que caracteriza a un espacio particular. “Desarrollamos fragancias exclusivas para spas, hoteles, casas de decoración y demás. Tenemos 13 fragancias exclusivas, de las cuales ocho fueron creadas en 2023”, relata Belén.
Evita compartir las fórmulas, claro, ante una pregunta de LA GACETA, durante una especie de “cata olfativa” por aquellos perfumes desarrollados minuciosamente para clientes especiales. “Es un trabajo que lleva mucho tiempo y dedicación porque tiene que ver con la identidad de marca que busca cada empresa y el uso que pretenden darle. Podemos trabajar entre dos y tres meses desde que empezamos con el proceso hasta que terminamos con las correcciones finales. Hay quienes llegan con un concepto claro y otros que necesitan más asesoramiento”, explica la diseñadora.
Hacer un perfume es un arte. “Para lograr una fragancia hay que combinar infinidad de sustancias. Algunas naturales, otras sintéticas. En Tucumán por ejemplo, el aceite de limón es la esencia por excelencia, se produce aquí. Pero hay otras que se extraen de las flores, plantas y algunas deben sintetizarse en laboratorios”, enseña.
Por eso, con el desarrollo de sus fragancias propias Brûlée sumó a su equipo a perfumistas profesionales. “Son quienes conocen cómo combinar cada nota (cítricas, florales, frutales, amaderadas, etc) para formar el acorde final”, dice Belén que busca capacitarse en todo momento, de hecho, hace poco regresaron junto a su marido Sergio Dávalos de Berlín y Granada donde visitaron una feria de aceites esenciales y pudo tomar cursos sobre perfumería. “Hemos visitado en Granada plantaciones de lavanda, orégano y otras especies. Lo interesante en este mundo de la perfumería es que los conocimientos se transmiten de generación en generación. Entonces, en este viaje descubrimos a familias dedicadas a esto por años”, reflexiona.
En equipo
Durante 2023 Brûlée se expandió y decidió dar otro salto en un contexto arriesgado ¿Cuándo no lo es en Argentina? Pasaron de un local que compartían a un espacio propio, aunque sin moverse de la Galería SunSet, en Yerba Buena.
Belén habla en plural, porque aunque ella haya sido el motor detrás de la idea, el despegue del proyecto vino con la ayuda y el trabajo de la familia y los amigos. Junto a ella trabajan su esposo, hermana y cuñada. “Hoy somos un equipo. Está mi marido Sergio, que se encarga de los números y la estrategia comercial de la marca; Dai que maneja la producción en fábrica; Juli en el local revisa el stock y las ventas minoristas; Coti es la encargada de la venta mayorista y una agencia de marketing que nos asesora en la estrategia de comunicación y redes”, explica Belén.
Contar con muchas manos y muchas cabezas le permitió a la empresa dar un salto cualitativo (y cuantitativo). Actualmente trabajan con 33 clientes mayoristas, ubicados en nueve provincias. También venden sus productos en Punta del Este, Uruguay.
“Fue un crecimiento constante, año a año. En 2019 producíamos 257 litros de perfume en todo el año y en 2023 casi el doble por mes, terminando con 5.500 litros de perfumes, crecimos por veinte en los últimos cuatro años”, explica Belén Sosa Paz.
Para ella ser emprendedora es una manera de vivir y aunque no fue algo que se propuso cuando terminó su carrera en la Universidad San Pablo T, fue experimentando la pasión por la creatividad y el diseño. “No me imagino haciendo otra cosa, es más, tengo muchos desafíos por delante”, anticipa. Sueña con expandirse hacia la cosmética y desarrollar fragancias para hombres y mujeres, no descarta la apertura de nuevos locales y quizá empezar a trabajar mediante franquicias. “A veces parece que emprender es dar un paso hacia adelante y dos para atrás, pero por suerte siempre todo se acomoda ¿no?”, se anima.