Quiero compartir una preocupación que está emergiendo en el mundo, especialmente en Argentina: lasempresas no logran comprometer a sus empleados. No logran generar esa sensación de pertenencia, esa conexión vital que en décadas pasadas era la norma. Y al no adaptarse están sufriendo y corren el riesgo de arrastrar formas de trabajo obsoletas, lo que se traduce en pérdida de oportunidades, tiempo, recursos y dinero. Algo está pasando. ¿Por qué no están generando transformaciones en sus formas de trabajo?¿Por qué siguen insistiendo en las formas de trabajo del pasado?.
Estamos viendo altísimas tasas de rotación y un compromiso superficial. Por lo tanto nuestro desafío es radical: debemos cambiar nuestra cosmovisión del trabajo. Las nuevas generaciones buscan algo más que la retribución a fin de mes; buscan significado, buscan ser parte de algo más grande que respete sus objetivos personales y profesionales. Esto me lleva a reflexionar sobre cómo estamos diseñando nuestros negocios. ¿Son espacios que permiten el desarrollo personal? ¿Están alineados con lo que realmente moviliza a las personas hoy? Si no es así, corremos el riesgo de ver cómo los jugadores talentosos, difíciles de encontrar, se van en busca de nuevas oportunidades que sí les ofrezcan esos espacios de crecimiento.
Es fundamental que reconozcamos que estamos en un mundo totalmente milenial, donde las viejas formas de trabajo simplemente ya no funcionan. Debemos diseñar una forma de trabajo que responda a los movimientos contemporáneos y a las nuevas visiones de las generaciones actuales. Si seguimos insistiendo en formas de trabajo obsoletas, perderemos no solo empleados, sino también la oportunidad de construir algo grande. Por lo tanto, analicemos nuestras situaciones y preguntémonos qué estamos viendo, qué estamos viviendo y sintiendo y qué podemos hacer al respecto. Este es el momento de innovar y de crear una plataforma donde cada individuo pueda encontrar su camino y alcanzar sus metas.
Los líderes deben ser los arquitectos de una cultura empresarial que celebre la individualidad y fomente la lealtad a través del respeto mutuo y el reconocimiento. Solo entonces podremos esperar construir equipos sólidos y comprometidos, capaces de llevar a nuestra empresa hacia nuevos horizontes de éxito y realización. Lo que está sucediendo es muy fuerte. Estamos en una era donde los principios fundamentales de la sociedad están cambiando: hay una conciencia creciente sobre el impacto ambiental y social, y cada vez más, la gente se sensibiliza ante estas cuestiones. Por lo tanto, si una empresa no tiene un proyecto o causa que responda a esta nueva sensibilidad, simplemente no va a resonar con el mundo actual.
Hablamos de cómo nuestra cosmovisión debe evolucionar hacia una cultura de trabajo que integre la preocupación por el impacto ambiental y social. Necesitamos una metodología de trabajo que no solo sea sensible, sino que tenga un PROPÓSITO NOBLE, uno que trascienda el mero ánimo de lucro. Es más importante que la visión empresarial o el deseo de ser líder. Se trata de sentir y escuchar lo que motiva a la generación actual: una sensibilidad profunda. Y si la mayoría de los negocios siguen siendo insensibles a esta realidad, están fallando en una transformación crucial.
Otro punto importante que no están entendiendo es el equilibrio entre la vida personal y laboral como algo prioritario, y no se trata solo de dar espacio, sino de ofrecer “libertad”. La gente se resiente si no se respetan sus necesidades personales. Se van a ir si no encuentran sentido o si no se respeta su espacio para crecer. Por eso, cuando vamos a sumar a alguien al equipo, necesitamos preguntarles sobre sus objetivos personales y profesionales, sus pasiones y cómo les gustaría desarrollar el trabajo. Su trabajo debe estar diseñado para que puedan vivir con sentido cada día, con libertad y con un equilibrio que respete lo que les apasiona.
La habilidad de un líder hoy en día no es solo sumar personas capacitadas para desarrollar un proyecto, sino también diseñar un rol que se alinee con su pasión y sus objetivos personales profesionales. Si logramos esto, será difícil para ellos encontrar un lugar similar en otra empresa, porque habrán encontrado un propósito y un lugar donde sus “superpoderes“ son valorados. No se trata de posiciones que tienen que ser cumplidas a la perfección según un manual de procedimientos. Se trata de diseñar procesos que también se adapten a los puntos fuertes individuales de las personas.
Entonces, si no tengo diseñado un trabajo con propósito, es imposible que la gente se comprometa con el negocio. Necesitamos cambiar la cosmovisión de cómo entendemos el trabajo para que conecte con la gente, para que busquen ser parte de nuestro equipo y contribuir con sus propios proyectos y valores.
› Martín Merlini
Fundador y Director de STANNUM, una desarrolladora de programas de entrenamiento de alto rendimientos diseñados para profesionalizar equipos de líderes de ventas y marketing fusionando las mejores prácticas del mundo del deporte profesional.