El sabor irresistible del cheddar: ¿bendición o perjuicio para la salud?

El sabor irresistible del cheddar: ¿bendición o perjuicio para la salud?

El consumo es popular en la provincia, para darle un sabor especial a distintas comidas, pero hay que acotarlo. Opciones saludables.

Papas fritas con queso cheddar, un clásico de los bares. Papas fritas con queso cheddar, un clásico de los bares.
01 Enero 2024

Es una realidad que casi todos aman el queso cheddar. Esto se refleja con sólo mirar al costado cuando se pasa por cualquier bar de la ciudad: en buena cantidad de los platos abunda este ingrediente. Pero, ¿es saludable consumirlo? ¿Cuáles son los secretos que esconde tras su grandioso sabor? Los especialistas tienen una respuesta para eso y es necesario averiguarlo.

Origen y diferencias

El queso que se consume en la provincia no es realmente el original cheddar. El tradicional es oriundo de Inglaterra, del pueblo de Somerset, y se parece más a un parmesano; su origen data aproximadamente del siglo XII.
Por otra parte, la versión naranja y fundida que vemos presente en la gastronomía tucumana y que no puede faltar en las hamburguesas en realidad es la versión estadounidense y ultraprocesada. Comenzó a venderse en su presentación de rodajas cuadradas, pero hoy también se comercializa como untable en enormes bolsas de líquido para los comercios gastronómicos, que cada vez lo eligen más por sobre cualquier otro tipo de queso.

Ventajas y desventajas

Este alimento a base de queso de estilo americano tiene un lugar privilegiado actualmente en las mesas porque su increíble explosión de sabor y su versatilidad en formatos de entrega es amplio: hay hamburguesas con cheddar, papas con cheddar, milanesas con cheddar, pizzas con cheddar y la lista podría ser interminable porque pareciera ser que este queso se ha convertido en el acompañamiento favorito de varias comidas en los restaurantes tucumanos.
Sin embargo, la realidad oculta bajo la alfombra muestra algo diferente: el queso cheddar no es tan bueno para la salud como sí lo es su sabor para nuestros paladares.  “No es bueno su consumo, no es algo que deberíamos agregar a nuestra dieta. Hay que consumirlo con moderación y reducir su ingesta teniendo en cuenta que es un alimento procesado con altas cantidades de calorías, de sodio, de grasas saturadas y de colorantes artificiales”, indicó la licenciada en Nutrición Lourdes Sosa.

El lineamiento cultural y gastronómico ha ido cambiando con el pasar de los años acercándose cada vez más a los estándares de la comida de EE.UU. y la población tucumana (y argentina) ha abrazado esta evolución gradualmente hasta tener una aceptación prácticamente general. Esto ha llevado a que las tendencias varíen y alimentos como el queso cheddar aumenten sus niveles de presencia en la provincia.

“La tendencia es clara, cada vez se consume más, esto está generalizada e instalada en la sociedad actual. La alimentación actual es más similar a la americana en Tucumán y en otros lugares del país” declaró.

Para los hipertensos

La sal se utiliza en la fabricación y conservación de muchos quesos y productos hechos con su base, aunque a menudo no pensamos en ellos como salados. Los quesos para untar y las salsas a menudo tienen aproximadamente 500 miligramos de sal por porción, al igual que un buen cheddar, lo que quizás pasa desapercibido para muchos y lo agregan a sus comidas sin darse cuenta que podría ser muy dañino para su salud.

“Al ser un alimento con altos contenidos de sodio, no recomendamos que lo consuman las personas con hipertensión y se busca sacarlo de sus dietas. La recomendación es igual para todos: se lo puede comer cada tanto, no frecuentemente”, señaló Sosa, lo que nos muestra que lo mejor es hacerlo solo de vez en cuando o en menores cantidades. Por ejemplo: si vas a comer hamburguesa con papas, que solo uno de los dos tenga cheddar y no los dos, para bajar así su cantidad de consumo.

Es esencial adoptar prácticas de consumo conscientes. Primero, considerá la calidad del cheddar, optando por opciones más naturales y menos procesadas. Además, controlar las porciones es clave. Para equilibrar su contenido graso, elegí versiones bajas en grasa o probá alternativas más saludables. Asimismo, acompañá el queso con alimentos ricos en fibra para mejorar la saciedad y considerá alternativas de queso menos procesadas para diversificar tu incorporación de lácteos.

También se pueden tener en cuenta otros quesos con muchos sabores y con valores nutricionales más adecuados a una alimentación equilibrada. “El reemplazo más claro es la muzzarella, en cuanto a sabor, textura, cantidad de grasas y de sodio. Después tenemos otros con menos sabor que son los quesos frescos como el cuartirolo o similares, que tienen menos grasas y menos sodio”, sentenció la licenciada.

Al adoptar estas prácticas, podés deleitarte con el buen sabor de una hamburguesa con queso, equilibrando tu alimentación

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