2023 será recordado (si así fuese) como un año amargo para el fútbol tucumano. Ni Atlético Tucumán ni San Martín consiguieron los objetivos que se habían trazado antes de iniciar sus respectivas temporadas, y tuvieron un común denominador, un idéntico escollo que terminó sacándolos del verdadero foco más temprano que tarde: los pésimos mercados de pases.
En 25 de Mayo y Chile, tras haberse quedado en 2022 a las puertas de una clasificación a copas internacionales, habían decidido subir la apuesta. “Queremos pelear cosas importantes”, habían asegurado. Sin embargo, la contratación de refuerzos no tuvo la misma sintonía y el Atlético liderado por Lucas Pusineri comenzó a complicarse con el descenso. Así, el entrenador ex Independiente debió dejar el cargo. Llegaron Favio Orsi y Sergio Gómez, el equipo se acomodó, pero no le alcanzó para volver a los torneos internacionales.
Durante este año, el “decano” incorporó 16 jugadores (contando el mercado estival y el de junio), y sólo dos cumplieron el rol de “refuerzos”: Adrián Sánchez y Marcelo Estigarribia.
El volante fue de menor a mayor. No jugó tanto en la primera parte del año, pero después se adueñó del medio campo. En tanto, Estigarribia convirtió nueve goles durante toda la temporada y quedó sólo un tanto por detrás de Mateo Coronel.
Mientras tanto, en La Ciudadela luego de la dolorosa eliminación de 2022 a manos de Defensores de Belgrano, la CD contrató a Alexis Ferrero como manager, quien tomó la decisión de cambiar todo de raíz. Hubo una renovación casi total en un equipo que, salvo en muy pocos momentos de la temporada, anduvo a los tumbos en la Primera Nacional.
El flojo plantel y la escasez de recursos futbolísticos produjo que Iván Delfino solamente durara 10 partidos en el cargo de entrenador y que Pablo Frontini no pudiera nunca terminar de enderezar la nave. Salvo Nahuel Banegas y Emanuel Dening, ninguno de los futbolistas que llegó mantuvo un nivel por encima de la media durante todo 2023.
Por ese motivo, en 25 de Mayo y Chile y en La Ciudadela tienen el enorme desafío de aprender de los errores para no volver a repetirlos en la temporada 2024.
Los dirigentes deberán tomar nota de todo lo que se hizo mal en un año en el que los resultados dejaron al descubierto cada uno de los yerros. En un fútbol argentino tan parejo, la calidad (escasa en la mayoría de los equipos) es lo que termina inclinando la balanza casi siempre. Por eso, encontrar jerarquía, experiencia y sabiduría dentro de la cancha es la principal meta.
En las últimas temporadas, las incorporaciones de los dos clubes grandes de Tucumán fueron más apuestas que otra cosa. Casi no llegaron futbolistas con (buena) experiencia probada en el último tiempo y, es conocido, las apuestas pueden salir bien o mal. Son una moneda al aire y, para lograr cosas importantes, el azar debe quedar de lado.
Hace no mucho tiempo Atlético supo ser protagonista de los diferentes torneos que disputó (incluso en copas internacionales). San Martín, por su parte, luego del ascenso de 2018 y la fallida temporada en la que la AFA decidió cambiar las reglas en medio de la competencia por la llegada de la pandemia, no logró encontrar la receta para volver al fútbol grande.
Por ese motivo, de cara a 2024 el margen de error debe achicarse casi a cero. Para eso, es esencial que los dos grandes pisen fuerte en un mercado de pases que tiene algo que lo torna más complicado que de costumbre: la difícil situación económica del país.