En el juego de la estatua, los niños deben quedarse inmóviles cuando la canción se detiene o un adulto grita la palabra clave. En el caso de la política nacional, el presidente Javier Milei pone la música y los gobernadores danzan a su alrededor. Sin atención, pueden ir siendo eliminados. En ese temor se sustenta la frase que más repite por estos días el tucumano Osvaldo Jaldo: “hay que quedarse quietos”.
El gobernador no quiere levantar demasiado ruido ni quedar vinculado a un extremo u otro. Por eso su margen de maniobra es acotado. Tras la reunión del Presidente con los mandatarios provinciales, Jaldo se esforzó por despegarse del comunicado disruptivo que había liderado el bonaerense Axel Kicillof. También toma distancia y prudencia cuando algún colega lo llama por teléfono o le envía mensajes. Por ejemplo, con el santiagueño Gerardo Zamora mantuvo una charla telefónica esta semana, en la que el kirchnerista intentó convencerlo de tomar una postura más dura en contra de las políticas de Milei.
Al titular del Ejecutivo tucumano le aflige conseguir que la Nación garantice unos $ 100.000 millones para cerrar el año. Mucho en términos presupuestarios para la provincia, pero poco si se lo compara con lo que el jefe de Estado pide a cambio: apoyo al Decreto de Necesidad y Urgencia que desregula la economía y aval al proyecto de ley “ómnibus”. Para el libertario, el éxito de su gestión depende casi exclusivamente de cómo resulten esas batallas.
Pero no sólo con sus pares del justicialismo mantiene conversaciones Jaldo. El jueves de la semana pasada, mientras sesionaba la Legislatura, entró a la Casa de Gobierno el radical Gerardo Morales. El ex gobernador jujeño había llegado el día antes y cenado junto al legislador José Cano, quien lo dejó en la puerta del Palacio Gubernamental. Al despacho del primer piso ingresó sólo el ex compañero de fórmula de Horacio Rodríguez Larreta. Casi nada trascendió de ese encuentro con Jaldo, pero hay quienes aseguran que analizaron la coyuntura política nacional. Sin embargo, el tema central del mitin fue la posibilidad de que se instale un parque solar en los Valles Calchaquíes, con participación y creación de una empresa estatal. La idea viene siendo impulsada por el secretario de Energía, el radical José Ascárate, y la experiencia de Jujuy en materia de energías renovables es el ejemplo que ese sector de la UCR le propone a Jaldo.
Para ello habría que derogar una norma –escandalosa para muchos opositores- que impulsó Juan Manzur con un propósito similar en Amaicha del Valle. Se trata de la Ley 9.054 de 2017, mediante la que el Gobierno otorgó a la firma ENR TUC SA “los beneficios previstos en la presente norma para la instalación y operación de un proyecto de generación de energía eléctrica a partir de energía solar fotovoltaica de hasta 200 MW”. El texto vigente también le concede a la firma innumerables beneficios impositivos; al punto que finalmente remarca que, como consecuencia del beneficio legal, “durante la vigencia de este, el emprendimiento estará exento de impuestos provinciales que a futuro puedan crearse para gravar la actividad”.
Más allá de esas ventajas, en cinco años de vigencia de la ley, la empresa ENR TUC SA no puso ni siquiera un panel solar. Aún más, en mayo de 2019 esta sociedad fue disuelta por decisión de sus asambleístas, según consta en el Boletín Oficial de la Nación del 18 de julio de 2019. ENR TUC SA había sido creada como una suerte de brazo para incursionar en los proyectos solares por parte de la empresa francesa Neoen.
Después de todo esto, quizás no sea una mera casualidad que el radical Morales se haya reunido con Jaldo y que una semana después el propio Cano haya presentado un proyecto vinculado a la producción de energías renovables en Tucumán. En esta nueva iniciativa, el opositor pretende que se faculte al PE a constituir asociaciones con comunidades originarias, empresas y universidades a fin de desarrollar proyectos de esta naturaleza. Y también busca que la Legislatura faculte a Jaldo a afectar parte de la coparticipación para financiar el parque solar y que la Provincia recupere luego ese dinero a través de la generación de energía.
En público y en privado
Jaldo transmitió ese mismo mensaje de quedarse quietos y de esperar en dos reuniones políticas que mantuvo durante la semana. En la primera recibió a diputados y senadores del oficialismo. Fueron los que era previsible que asistieran; es decir, quienes le responden directamente o quienes tienen algún compromiso, como es el caso de la aguilarense Elia Fernández. Su marido, Sergio Mansilla, es el presidente Subrogante de la Legislatura.
No concurrió el bancario Carlos Cisneros: el diputado juega de líbero político en la interna tucumana y se alinea con la intendenta Rossana Chahla. Casualmente, se excusó aduciendo que se encontraba en Buenos Aires. Pero la ausencia más llamativa fue la del senador Juan Manzur. El ex gobernador no iba a cometer el error de mostrarse yendo a la Casa de Gobierno para ponerse bajo la tutela de Jaldo. Sin embargo, este viernes al mediodía se reunieron a solas en el Sheraton, en lo que fue el reencuentro después del traspaso de mando, el 29 de octubre. Durante casi una hora intercambiaron posiciones y visiones sobre cómo plantarse frente a lo que se avecina. Manzur tiene línea directa con el kirchnerismo bonaerense, el palenque que le queda a Cristina Fernández de Kirchner. ¿Habrá conseguido Jaldo el compromiso de acompañamiento de su ex compañero de fórmula?
La seguidilla de reuniones fue una suerte de “cacheo” que “El Comisario” necesitaba efectuar a los legisladores nacionales para saber con quiénes cuenta a la hora de garantizarle votos a los libertarios. Claro, la situación no es la misma para todos. Varios de los allí presentes bromean diciendo que están dispuestos a votar leyes en ómnibus, en tren o en avión si es que se garantizan fondos para Tucumán. Otros, en cambio, son más precavidos y advierten que quizás se opongan en el tratamiento puntual de algunos artículos, como los vinculados a derechos laborales.
A ese encuentro en 25 de Mayo y San Martín no asistieron los opositores. Pero, en particular, el mandatario da por descontado que su alianza con Germán Alfaro le permite contar como propio el voto de la senadora Beatriz Ávila, del Partido por la Justicia Social.
Más allá de la prudencia que exhibe en público, al gobernador le preocupan dos cuestiones centrales de las medidas anunciadas por Milei. Por un lado, el impacto que pueda tener la apertura comercial en la endeble industria textil tucumana, siempre permeable a los golpes de cada crisis. Y, por el otro, las consecuencias del cambio en las reglas de juego para la producción de biocombustibles: el Gobierno propicia la apertura de las importaciones, la eliminación del sistema de cupos para el abastecimiento, la inclusión de las petroleras en el negocio y la desregulación del precio.
El segundo cónclave fue más simbólico. En su despacho, Jaldo se mostró junto al vicegobernador Miguel Acevedo y la intendenta Rossana Chahla. La relación con la Nación en este momento de incertidumbre fue el tema central, al punto que allí también ratificó su postura de permanecer al margen de los tironeos políticos nacionales.
El desafío del gobernador, al menos en los primeros meses de este 2024 que comienza, pasa por contar votos para hacerse fuerte en el Congreso y salir de la línea de fuego. Para ello, claro, deberá bailar la música cuando Milei apriete “Play” y, fundamentalmente, permanecer como “estatua” cuando se pare para llegar al final del juego