El presidente, Javier Milei, (La Libertad Avanza) quiere reformar el sistema electoral, e incluyó -junto al paquete del proyecto de ley ómnibus- el pedido para que el Congreso de la Nación trate en sesiones extraordinarias una idea que lleva tiempo en la agenda política de la Argentina: la implementación de la boleta única papel (BUP). Y, con una iniciativa con media sanción en Diputados, ahora el oficialismo busca agilizar en el Senado la elaboración del dictamen que llegaría al recinto durante enero.
Al margen de los regímenes electorales utilizados en cada provincia -distritos que cuentan con autonomía para disponer sus propias normativas en esta materia-, en el país se aplica la papeleta tradicional.
Este mecanismo, ya arraigado en la práctica del ejercicio democrático, resulta sencillo para el elector, puesto que puede optar por llevar el voto desde su casa o por utilizar el que encuentre dentro del cuarto oscuro. Una vez insertada la papeleta en el sobre -de forma completa o recortada por categorías-, se coloca el sufragio en la urna y se firma la planilla del presidente de mesa, con lo que se concluye la participación ciudadana.
A pesar de su simpleza, esta modalidad arrastra críticas históricas, en especial, por parte de los partidos de la oposición.
Además de las sospechas respecto a posibles irregularidades -que los entes de contralor suelen refutar, debido a las diferentes instancias de control involucradas en el proceso electoral-, la papeleta tradicional es cuestionada por dos aspectos: por un lado, el alto costo que generan la impresión y la logística; por otro, el impacto ambiental por el uso de toneladas de papel en cada contienda.
Si bien algunas jurisdicciones -como CABA y Salta- instrumentaron el voto electrónico, esta alternativa también genera controversias a nivel mundial. Por eso, como una vía que pretende ser superadora, en el Congreso de la Nación se impulsaron en los últimos años diversas propuestas para aplicar la boleta única papel (BUP) en la Argentina.
Modelo cordobés
En 2022, la Cámara de Diputados dio media sanción a un texto que se basa en el “modelo cordobés”. Allí se establece una papeleta completa para todas las categorías en disputa (presidente y vicepresidente, diputados, senadores y legisladores del Parlasur). El voto se concreta marcando con una cruz los casilleros correspondientes a los partidos o frentes electorales para cada cargo. Luego, el ciudadano introduce esa boleta en la urna.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, había anticipado hace dos semanas que el gobierno de Milei impulsaría el debate de la BUP para su implementación en las intermedias de 2025.
“Es increíble que en 40 años de democracia no hayamos sido capaces de cambiar este sistema donde un elector llega a un cuarto oscuro y se encuentra con 500 boletas de partidos”, había dicho el funcionario.
El miércoles pasado, la titular del Senado, la vicepresidenta Victoria Villarruel, se reunió con los jefes de las bancadas no cristinistas para sellar un acuerdo de distribución de las comisiones. De cara al debate por la boleta única papel, intervendrán los comités de Asuntos Constitucionales y de Justicia y Asuntos Penales. El objetivo es que la semana próxima se comience a trabajar en un dictamen, con miras a la aprobación definitiva de la norma.