Las nuevas circunstancias políticas tienen el escenario provincial todavía revuelto. Tras los desembarcos de nuevos gobiernos, en los ámbitos local y nacional, la situación de la dirigencia tucumana se modificó sustancialmente. Uno de los espacios más afectados por los nuevos tiempos es el manzurismo, la línea del peronismo local que gobernó en términos relativos hasta fines de octubre (la transición fue larga y gradual). Inclusive, hay quienes ponen en duda que este bando del justicialismo se mantenga como tal durante las épocas que vienen.
La llegada de Osvaldo Jaldo al máximo poder era la peor de las posibilidades que tenían por delante, según reconocen sus referentes off the record. Y mucho más con Juan Manzur fuera de la fórmula para la gobernación primero y de la provincia, después.
El destino -y las expectativas- del ex gobernador fue marcando los vaivenes por los que pasaron sus adherentes. Desde la competencia por la vicegobernación y la renuncia a la candidatura, la efímera fórmula presidencial con Eduardo “Wado” de Pedro y la posibilidad de ocupar un puesto en un eventual gobierno de Sergio Massa a asumir la banca del Senado en reemplazo de Pablo Yedlin. Sus seguidores sufrieron estos altibajos.
Si bien el ahora gobernador y su antecesor mantuvieron un acuerdo político durante la campaña y hasta el inicio de la nueva gestión, los manzuristas más realistas preveían que se les vendría la noche.
Los referentes que jugaron más fuerte en la interna Manzur-Jaldo de 2021 sabían que estaban marcados y que era poco probable que pudieran tener expectativas de integrar el nuevo equipo. En 25 de Mayo y San Martín subsistieron algunos pocos, los que pudieron acortar distancias durante los 500 días de interinato de Jaldo.
Con medidas más y menos directas, Jaldo apunta a barrer con los vestigios del manzurismo. Hubo determinaciones simbólicas, como el uso exclusivo de la flota de aviones oficiales para fines sanitarios, y beligerantes, como la eliminación de la Unrel y la decisión sobre los referentes jubilados.
En general, la incertidumbre agobia a los manzuristas. Algunos están encorsetados porque no tienen “poder de fuego” para pararse ante el nuevo gobernador o porque cuentan con familiares a la cabeza de las intendencias y no les conviene condicionarlos.
Hay tres posturas notorias que tomaron en este mes y medio de pseudo ostracismo. Un grupo está furioso y pretende diferenciarse públicamente; otro es más cauto y espera a que Manzur se acomode en su nuevo rol nacional y les marque el rumbo y otro, molesto con el “abandono” de su líder, ha decidido ir por la vía de la paz y mantenerse lo más alejado posible del ojo de Jaldo.
Se registra un fenómeno incipiente más que puede incluirse aquí. Habría un pequeño conjunto de ex jaldistas que están enojados con Jaldo y que estarían tratando de acercarse a la otra vertiente. Pretenderían encolumnarse tras el vicegobernador Miguel Acevedo. Lo curioso es que el ex ministro del Interior no dio señales que puedan interpretarse como una voluntad de encabezar una línea alternativa a la de su compañero de fórmula. Al contrario, se muestra trabajando en conjunto.
Hay un punto clave que tanto cercanos a Manzur como a Jaldo repiten: el gobernador entrante le habría consultado al saliente a quién querría que conserve en el poder. Manzur no habría pedido por nadie.
¿Y ahora?
Los dirigentes que mantienen diálogo con el ex mandatario aseguran que acusa recibo de los “golpes” de Jaldo y que no comprendería el nivel de belicosidad. Habrá respuestas, eso sí, pero más adelante, según prometen. El doctor consideraría que no son momentos para las confrontaciones internas, en un contexto complicadísimo para el peronismo y para la política.
El diálogo entre ambos estaría cortado, salvo cuando Manzur llamó para invitar a Jaldo a su jura en el Senado. La versión oficial señala que el titular del Ejecutivo no viajó a Buenos Aires por “compromisos de gestión”.
El ahora senador estuvo en Israel, donde mantiene estrechos vínculos con el gran rabino asquenazí, David Lau. Manzur, desde sus distintos cargos, tejió relaciones internacionales no sólo con la comunidad judía sino también con empresarios, diplomáticos y miembros de organismos internacionales poderosos en varios países. Ese es uno de sus grandes capitales.
Cosechó críticas por su ausencia de la sesión de la Cámara Alta en la que La Libertad Avanza, en alianza con diversos sectores no peronistas, impusieron las autoridades del cuerpo. Sus allegados aseguraron que el viaje coincidió porque no había fecha cierta para la convocatoria de los senadores.
Manzur tenía expectativas de ocupar algún espacio de poder en el Congreso, de los administrativos, en el bloque o la presidencia provisional. Afirman que pese a no haberlo logrado, no es un senador más, sino que le asignaron uno de los despachos más importantes en el edificio central.
Él estaría volviendo a Tucumán durante estas horas. Tendría previsto venir un par de veces al mes y mantener reuniones con dirigentes, a solas, sin fotos. “No quiere incomodar a Jaldo, pero tampoco perder la relación con la dirigencia”, afirmó un referente que tiene conversaciones frecuentes con él. “No irá obras ni entregará recursos. No actuará como (José) Alperovich”, descartó otro cercano.
En sus alrededores consignan que apunta a ser una pieza clave para la reconstrucción del peronismo nacional. Describen que está recorriendo el Conurbano bonaerense, manteniendo mítines con intendentes y representantes fuertes de esa provincia.
Gran parte de los políticos afines manifiestan que no ven intenciones en el ex ministro de Salud de volver a Tucumán para retomar su carrera política aquí.
¿Y los manzuristas? La mayoría de ellos resiste en la Cámara. No pueden digerir que ganaron la interna y que están a merced de quien la perdió; que trabajaron por él en la campaña y que los terminó expulsando. También son críticos con Manzur, por sus ausencias en determinados momentos y ante algunas cuestiones políticas. Consideran que el gran error fue irse de Jefe de Gabinete y permitir el crecimiento del tranqueño.
El runrún de que podrían conformar un bloque propio con una docena de miembros toma fuerza para el año que viene. Aseguran que no está decidido aún del todo y que hay varios factores que podrían incidir. Referentes descartan que Manzur haya brindado lineamientos al respecto. Los dos asuntos que serán clave: cómo se instrumenta la contención de los ex Unrel y si la presidencia del bloque sigue en manos del osvaldista Roque Álvarez. Según los ocupantes de varias bancas, el compromiso era que Álvarez estuviese sólo hasta diciembre y que luego hubiese otro nombre por consenso.
Hay un conjunto que pide a Acevedo tomar la iniciativa política y contener al manzurismo, porque creen que Manzur lo designó para reemplazarlo en la vicegobernación para eso. Otra fracción considera que tiene que surgir otro referente que tome la posta.
Cercanos al vicegobernador consideran que la pelea y la confrontación no está en sus planes. Le recomiendan, de hecho, no escuchar demasiado a los legisladores que buscan el quiebre. “Siempre hay quienes quieren ir al conflicto. Le pasó a Juri, le pasó a Jaldo. Armar otro bloque no tiene sentido”, comentó un experimentado peronista.
En medio de versiones, los próximos meses serán fundamentales, dicen puertas adentro, para el rumbo que tomará el manzurismo sin Manzur en la provincia.