BOSTON, Estados Unidos.- Un enfrentamiento de altísimos niveles es el que se desarrolla desde hace años entre el Papa Francisco, que propone una Iglesia católica más abierta y con un discurso que apunta “a curar las heridas de una humanidad que sufre”, y una minoría “pequeña, pero ruidosa” que se opone al pontífice y sus reformas. Así lo graficó el corresponsal Christopher Lamb, en una nota para la cadena estadounidense CNN en Español.
El líder no oficial de la oposición es el cardenal estadounidense Raymond Burke, uno de los expertos legales de la Iglesia, cuyas opiniones se alinean estrechamente con las del ala tradicionalista. Francisco, aunque sostiene que defiende la doctrina y los principios de la Iglesia, ha tratado de hacer que la Iglesia abandone algunas de esas costumbres que considera que obstaculizan su misión.
“Quienes se oponen a Francisco dicen que están preocupados por su apertura a dar la comunión a católicos divorciados y vueltos a casar, junto con su bienvenida pastoral a las personas LGBTQ -escribe Lamb-. No les gusta su enfoque sobre los inmigrantes y la crisis climática. Quieren un papa que presente la doctrina en blanco y negro”.
Este Papa, en cambio, predica por una Iglesia centrada en el servicio, en un enfoque más parecido al de la Teología de la Liberación. A lo largo de los años, Francisco parecía decidido a no confrontar con sus oponentes. Incluso, nombró a líderes de los Departamentos del Vaticano que tenían puntos de vista diferentes.
Ahora, sin embargo, en el undécimo año de su papado, está tomando medidas más enérgicas para hacer frente la oposición, que se centra en Estados Unidos -donde la política estadounidense también puede estar en juego- y en ciertos círculos romanos.
Por ejemplo, Francisco ha decidido que Burke perderá algunos de sus privilegios, entre ellos un subsidio para su departamento de 416 metros cuadrados y un estipendio mensual. Esto sigue a la decisión, el mes pasado, de destituir de su puesto de liderazgo al obispo de Texas, Joseph Strickland, que había acusado a Francisco de socavar enseñanzas centrales de la Iglesia en cuestiones políticamente cargadas como el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Los partidarios de Burke y Strickland dicen que Francisco es un papa “dictador”, que reprime la disidencia. Otros sugieren que el papa castiga sólo a sus críticos. “Francisco me dijo que le quitaba el apartamento y el salario al cardenal Burke porque estaba usando estos privilegios contra la Iglesia”, dijo a CNN Austen Ivereigh, biógrafo papal. “Finalmente se le había acabado la paciencia”, explicó Ivereigh.
“Durante mucho tiempo, el cardenal Burke ha cuestionado la autoridad y las enseñanzas de Francisco. Esto sería impactante en cualquier organización, pero lo es particularmente en la Iglesia católica, dado el papel especial que tiene el papado en la defensa de la unidad”.