“Ave, Caesar. Morituri te salutant” (Quienes van a morir te saludan). Los motores están en marcha y está por comenzar un tremendo viaje que, más que al presidente Javier Milei y los suyos, le espera a todo el país para llegar a un horizonte de sinceramiento que se promete mucho mejor que el actual. Hoy, “no hay plata”, pero la zanahoria está del otro lado y en el medio del viaje se propone “sangre, sudor y lágrimas” y habrá gente que se baje y otros que se caigan. Para estos, para auxiliar a los “caídos”, el propio presidente electo ha dicho que allí sí estará la caja del Estado, la única que no se cerrará para mitigar los dolores. Y allá vamos...
El gobierno que termina no ha dejado estropicio sin cometer en los últimos cuatro años y -más allá de la pandemia, la guerra y la sequía- se lo recordará tal mal que su salida alivia. Pero, además, el proceso electoral se hizo largo y desgastante: transcurrieron las PASO, pasaron las generales, luego el balotaje y el 10 de diciembre ha llegado por fin. Para peor y al compás de la emisión monetaria desorbitada de estos penosos meses electorales, el resorte inflacionario siguió comprimiéndose y los precios comenzaron a correr y a espiralizarse cada vez más, alimentos, naftas y tarifas incluidas. Lo mismo ocurrió con el tipo de cambio, salvo el salto acordado con el FMI tras las primarias.
Para arrancar el recorrido, hay que ponderar muy bien la situación hasta hoy porque será exactamente mañana, cuando llegue el mediodía del que desde hace 40 años es el Día de la Democracia y suene la campana de largada, el momento en que Javier Milei se calce la banda y el bastón y sea por lo tanto, desde ese mismísimo punto, el máximo responsable de retirar el pie de encima y de hacer saltar todos los resortes. Causa y consecuencia: ¿la culpa es de quién lo apretó o de quién lo suelta?
Parecería sencillo discernir sobre las responsabilidades, pero como enfrente hay una sociedad tremendamente golpeada es ella la que al final deberá decidir si está dispuesta a acompañar todo el trayecto del esfuerzo que se viene o si le va a quitar rápidamente el crédito al nuevo Presidente, pese a que sabía muy bien cuando votó que estaba votando “el ajuste”. Lo más notable del caso es que quienes nunca se quejaron de los problemas creados por los desequilibrios de años, ahora son los paladines del anti-ajuste.
La oposición política, los sindicalistas y los piqueteros se opondrán, es seguro, pero ¿hasta cuándo habrá benevolencia del conjunto más cercano a Milei hoy?: ésa es la gran pregunta a responder. Habrá que evaluar dicho comportamiento como algo central, más allá de ver si el gobernante está o no está a la altura a la hora de ser comprensivo o si se cierra en su ideología. Lo cierto es que el presidente electo tiene en sus manos un notable activo resguardado por los votos que recogió: 30% propios y el resto hasta llegar casi a 56%, prestados, aunque con idéntica vocación de cambio.
Pese a los derrapes que tuvo en materia de nombramientos y a algunos conceptos poco políticos sobre qué (y a quiénes) va a necesitar para construir gobernabilidad, él se muestra equilibrado (y hasta políticamente contemporizador) y no se cansa de asegurar que, en nombre de la libertad, dará vuelta al país como una media. Entonces, lo primero que habrá que verificar es cuánta mugre tiene el calcetín y cuántos agujeros presenta aquello que recibe el nuevo Presidente. Eso mismo, la herencia, él piensa denunciarla en su alocución en la Plaza de los Dos Congresos, “de espaldas a la casta”.
Y es allí, entonces, cuando se encienden las primeras luces rojas porque detrás del recién asumido Milei, dentro del recinto y en una Asamblea Legislativa que representa a otro poder del Estado, habrán quedado desairados los diputados y los senadores, justamente quienes van a tener que aportar los votos necesarios en las dos Cámaras para que aquello que se necesita se apruebe lo más rápidamente posible y para que se acorte el sufrimiento de todos. Al fin y al cabo, esos legisladores han sido votados como él en elecciones democráticas y a esta altura del encendido de motores, no hay demasiado lugar para dejarlos en evidencia y empezar a jugar al niño malo. El jueves pasado, había muchos de ellos más que molestos.
Más allá de las vivas de la calle, Milei deberá comprobar esencialmente si todos quienes hoy calzan esas tremendas papas en la punta de los dedos –la sociedad en su conjunto- están dispuestos a correr el riesgo de quedarse prendidos por mucho tiempo a la idea del cambio profundo de sistema político y sobre todo económico, que es lo que él propone, aún a riesgo de pasar mucho sufrimiento. Al principio, le tocará al nuevo gobierno lavar la prenda y zurcirla con lo que se tenga a mano, aunque es evidente que no se podrán hacer milagros y que lo lógico sería tirar los zoquetes a la basura para empezar de nuevo y comprar un par mucho mejor, bajo las nuevas reglas del ajuste, apenas se pueda.
¿De qué se habla cuando se dice “ajuste”? De un fuerte apretón para ir al equilibrio de las cuentas públicas, la que hoy financia la gente con la maldita inflación bajo el principio de que lo que sale no debe ser más de lo que entra. Si no se gasta de más, no habrá emisión ni nuevo endeudamiento. Este punto es naturalmente recesivo y hará peligrar la producción y el empleo privado, ya se verá por cuánto tiempo. Luego, se planteará la soñada baja de impuestos. Obviamente, todo esto resentirá la relación con las provincias y se cree que podrían aparecer las cuasimonedas. No es necesario que esos puntos pasen por el Congreso, ya que dependerá del timing que fije el Presidente y de las cuentas bien hechas por el secretario de Hacienda.
También habrá una fuerte devaluación, probablemente con doble mercado para el dólar y mantenimiento del impuesto PAIS. Allí, lo comercial se debería empezar a calzar entre sí (importaciones con exportaciones) a un precio de equilibrio, aunque se supone que habrá al principio cierto monitoreo sobre el pasaje a precios. El resto de las operaciones irá por el segmento financiero entre particulares, a través del dólar MEP y el Contado con Liqui. Por las importaciones no pagadas, hay una gran deuda con el exterior que habrá que afrontar. Tampoco el Congreso debería intervenir en esto y la tarea central pasará por el área de Finanzas, el BCRA y por la canciller, también economista, Diana Mondino.
Ambas variables –cuentas equilibradas sin emisión más devaluación- van a determinar que el bolsillo se desinfle más aún, ya que el salario real seguirá cayendo y porque los precios se dispararán más todavía. Esta licuación de los ingresos, que seguramente resistirán gremios y piqueteros al igual que la reforma laboral que se impone, derivará en menor consumo y en menor recaudación: inflación y estancamiento productivo a la vez (estanflación), tal como ocurre con desniveles desde hace 11 años, ahora se darán con valores muchísimos más graves.
En paralelo, se van a intentar privatizaciones y una Reforma del Estado lo más profunda que se pueda, para cortar gastos a través de una “Ley Ómnibus” (con todo adentro) o una “Ley Marco” (lineamientos generales, para ir después tema por tema), se eliminarán todo tipo de controles en los precios de la economía, las LELIQ y demás pasivos remunerados del BCRA, se podrían tomar fondos del exterior y hasta se piensa en un empréstito. Y para casi todo sí se va a necesitar el voto del Congreso.
¿Cuánto podrían durar los devastadores efectos iniciales de todo lo que se buscará instrumentar para tratar de arreglar el estropicio? “Un año y medio” dijo Milei, aunque puertas para adentro se espera que el nefasto bache que se viene sea sólo en 2024. En verdad, a instancias del futuro ministro de Economía, Luis Caputo, nadie en la mesa chica del libertario quiere poner fechas ni plazos para que se termine el sufrimiento. Entre las cosas que se habían previsto en materia de comunicación alrededor del nuevo presidente fue la de no generar expectativas con fechas tiradas al azar. “Ni brotes verdes, ni segundo semestre”, se planteó como orden de trabajo.
La idea de no poner fechas para no quedar expuestos a las burlas si no se las cumple, tal como le pasó a Mauricio Macri, y para que no baje la moral fue vulnerada en la semana que pasó por la consultora propiedad del fallido excandidato a jefe de Gobierno porteño por La Libertad Avanza, Ramiro Marra. Bull Market, su consultora, publicó un informe en el que pronostica que el gobierno de Milei avanzaría con una convertibilidad/dolarización desde marzo próximo y eso complicó las expectativas.
Algunos libertarios dicen que ese Informe que alteró a los mercados fue despachado por Marra como venganza porque lo dejaron afuera de los cargos y otros sostienen que el propio Milei lo borró por haber sacado a la luz la posibilidad de esa estación que vendría con el cambio de Federico Sturzenegger por Caputo, dice el Informe, después de que se termine este primer zurcido de calcetines.
Y en tren de ver que no todos los reemplazos del capitán de la expedición son idóneos, hay que reparar que muchos dentro de LLA, con algunas honrosas excepciones, parecen están algo confundidos, tal como si estuviesen haciendo una pasantía y pagando el derecho de piso. En el Congreso, fueron evidentes los derrapes de Victoria Villarruel para conseguir que un libertario sea el presidente provisional del Senado y también los de Martín Menem, demasiado dubitativo en su discurso inicial, como un pichón de político que sólo muestra de momento portación de apellido. En ambos casos, quedaron dando vueltas en el aire en un lugar donde se necesitan linces para que la nave no se salga de curso. Rezar no estaría de más.