Crónicas del viejo Tucumán: los asesinatos de Humberto y Cristina Viola

Crónicas del viejo Tucumán: los asesinatos de Humberto y Cristina Viola

La vívida pesadilla sobre un crimen atroz en 1974, en pleno centro tucumano, reactualiza un pedido de justicia para la familia de las víctimas. La humana actitud de la viuda Maby Picón, que nunca pidió venganza.

CONMOCIÓN POPULAR. El asesinato fue tapa de diarios nacionales. CONMOCIÓN POPULAR. El asesinato fue tapa de diarios nacionales.
10 Diciembre 2023

Por José María Posse. Abogado, escritor, historiador. 

Anoche tuve una pesadilla horrenda: me encontraba inmóvil, como espectador de una escena dantesca. Un joven oficial del Ejército estaba siendo emboscado en su modesto auto, junto a su mujer embarazada y sus dos pequeñas hijas que estaban en el asiento de atrás. Las observé jugando entre ellas, entre cosquillas y risitas inocentes. Su madre estaba parada fuera del coche; acababa de abrir el portón de entrada de la casa de su suegro (en calle Ayacucho al 200); era una escena cotidiana, de una familia común, en un tórrido domingo, primero de diciembre de 1974.

Podría haber sido un día como cualquier otro, entre pastas con los abuelos, jolgorio familiar, besos y caricias; sin embargo la fecha se convirtió en un punto oscuro, bisagra de la historia argentina.

Demonios desatados

Los inmundos demonios del odio habían sido liberados ese día, y sin decir más, 11 de ellos, armados con escopetas Itakas de grueso calibre comenzaron a acribillar el automóvil, primero desde el costado, luego desde los cuatro puntos cardinales; no importándoles quienes eran los ocupantes. Las alegres risas se convirtieron en desgarradores alaridos de dolor y espanto.

El pequeño vehículo se sacudía violentamente, mientras las balas perforaban los parabrisas y parantes del Ami 8. El olor acre de la pólvora y la sangre se desparramó reptante, lacerando los sentidos.

En su furia asesina, aquellos cobardes no hicieron diferencia entre el hombre que era su objetivo final, las niñas y esa joven madre embarazada, quienes para esos “jóvenes ideologizados”, resultaban “daños colaterales” sin mayor entidad, tal como ellos mismos reconocieron posteriormente.

Las detonaciones sonaban en mis oídos, secas, brutales como bombas que laceran tímpanos; mientras impotente pude ver como en cámara lenta flotaba una nube de partículas diminutas de sangre que envolvía el vehículo, tiñendo el aire de rojo… el padre, acribillado como estaba, en sus últimos segundos de vida, pudo entender que sólo le quedaba atraer sobre sí el fuego para salvar a su familia.

Los chacales lo siguieron varios metros, como a un indefenso animal herido al que se debía rematar, disparándole de manera inmisericorde. Antes de ser rematado en el piso, uno de los asesinos se volvió a la madre embarazada paralizada por el horror, le sonrió de una manera despreciativa y disparó su Itaka a la cabeza del capitán, herido de muerte, pero no vencido en su instinto de inmolarse para salvar a su familia.

EN ROPA DE FAJINA. El capitán Humberto Viola tuvo destacadas misiones dentro del Ejército durante sus años de servicio. EN ROPA DE FAJINA. El capitán Humberto Viola tuvo destacadas misiones dentro del Ejército durante sus años de servicio.

Cruel escenario

Lo que quedó fue un escenario de espanto. En medio de un charco humeante de sangre, el valiente capitán Humberto Viola pasaba a la historia de los mártires de la República, junto a su inocente niña ángel, Cristina. Su otra niña, Fernanda, comenzaba otro calvario… mientras, se escuchaba a las hienas retirarse dándose mutuas felicitaciones, entre risas y júbilo por la misión cumplida…

Los ancianos padres del bravo capitán y la madre aterrada, sacaban del auto los cuerpitos inertes de las dos niñas, con sus cabezas destrozadas.

Me desperté afiebrado, descompuesto de ver cuanta iniquidad, cuanta brutalidad y humanidad perdida. Las caritas ensangrentadas de las niñas, el dolor inaudito de esa joven madre, los ojos abiertos del valiente capitán, mirándome desde el fondo de los tiempos… ¿acaso querrán decirme algo desde el otro lado del velo que separa ambos mundos?

Amanecer de un nuevo aniversario de los crueles e inhumanos asesinatos del capitán Humberto Viola y de su niña Cristina… día que marcó un hito en la historia de nuestra provincia y el país; día infausto donde se puso fin a la inocencia de toda una generación. El primero de diciembre de 1974 todos aquellos en uso de razón, recordamos lo que estábamos haciendo cuando la noticia cayó como una bomba en Tucumán. Día en que al decir de Jorge Luis Borges: “Se infamó a infamia”.

Amanecer de un nuevo aniversario de la mayor injusticia, de la mayor inequidad del Estado Argentino, que no acepta (por puros tecnicismos jurídicos, al decir de Maby Picón), la declaración de estos crímenes brutales como “Delitos de Lesa Humanidad”, con lo cual se harían imprescriptibles y se abriría el camino al juzgamiento de toda la línea de responsabilidad en estos y otros casos aberrantes contra civiles inocentes y fuerzas de seguridad cometidos por la subversión filocomunista en las décadas de 1960 y 1970.

Memoria de un héroe

¿Qué es un Héroe? Es una persona ordinaria, como cualquiera de nosotros, la que ante un hecho o acto extraordinario, acomete una acción valerosa en defensa de su prójimo.

Tres personas sobrevivieron gracias al arrojo del bravo capitán: su esposa, Maby Picón, su hija Luciana que nació meses más tarde y Fernanda, quién aunque tuvo que soportar 11 operaciones en su cabeza y a medida que crecía, tres reacomodamientos de sus prótesis sin anestesia, y quien es hoy una mujer ejemplar.

Humberto Viola se convirtió en un mártir de la República. Fueron vanos los intentos de menoscabar su figura. Para la historia verdadera, su cruel asesinato y el de su niña ángel, quedan como un mojón ineludible de aquellos años de horror inaudito.

Su martirio desarma cualquier intento de “justificar” a los mal llamados “jóvenes idealistas”, cuyo verdadero ideal era provocar la toma del poder político por medio de la violencia, al estilo cubano. Tucumán había sido elegida para convertirse en un Vietnam a escala; soñaban con que el Aconquija sería su Sierra Maestra; y así fue, como todos los demonios de la guerra fueron soltados en aquellos años de oscuridad.

Pero La Verdad y La Justicia llegan, con el tiempo implacablemente llegan, para mostrarnos el camino de la liberación. Porque tan sólo la verdad libera.

No fueron aquellos en los montes jóvenes entusiastas, fueron asesinos, que utilizaron métodos de horror. Quisieron subvertir un Estado constitucional como el argentino, en un Estado comunista; no por la fuerza de la razón, sino de las armas. Pero el horror del asesinato de Humberto y Cristina, llegó incluso a fracturar la cúpula del Ejército Revolucionario del Pueblo; muchos de ellos, asqueados del obrar de aquella célula criminal, que para entonces ya había rebasado toda cordura, se separaron de la organización.

Maby nunca avaló la violencia, ni de uno ni de otro bando. “A mis muertos quiero que los recuerden con respeto; el hecho de volar un auto con gente adentro ha sido un irrespeto”, afirmó en su momento, al condenar y calificar como “un espanto” las represalias que se tomaron contra militantes del ERP luego de la muerte de su esposo. “La represalia de que hagan volar un auto me ha parecido un horror espantoso si con eso han querido hacer un homenaje”, sentenció.

HOMENAJES. La tumba de los asesinados, lugar de tributos. HOMENAJES. La tumba de los asesinados, lugar de tributos.

Lesa humanidad

Puede considerarse crimen de lesa humanidad (o contra la humanidad) cualquiera de las atrocidades y delitos de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometido para aplicar las políticas de un Estado o una “organización”…

Claramente las “organizaciones subversivas” que operaron en la Argentina atacaron no sólo objetivos militares, sino también civiles. ¿Qué fue el cobarde asesinato del industrial azucarero ingeniero José María Paz, sino un crimen contra la humanidad?, y así lo hicieron ver los propios trabajadores del ingenio Concepción, cuando entre lágrimas y a pulso trasladaron el féretro de Paz, quien era un patrón ejemplar, justo y solidario con ellos.

Estos y otros tantos acontecimientos violentos, provocaron una reacción pavorosa, donde hubo militares que honraron y otros que deshonraron el uniforme de la Patria.

El Papa Pablo VI, advertía insistentemente: “La violencia solo engendra más violencia”. No fue escuchado. Con los años, Maby Picón presentó un planteo en la Justicia para que el caso fuera declarado de Lesa Humanidad para evitar su prescripción. “No voy a la Justicia por odio ni con deseo de venganza. Sólo quiero Justicia”, se cansó de repetir.

Recordó en un reportaje con editorial Perfil que “a los 13 años del atentado, el por entonces juez federal Jorge Parache le da la libertad a uno de los asesinos de mi hija, Fermín Núñez. Yo estaba muy asustada porque el miedo persistía” (al parecer, según ella me contó, se habían cruzado un par de veces, y él la miraba mientras un gesto socarrón se dibujaba en su rostro. ¿Acaso una velada amenaza?) Maby relataba: “Lo fui a ver al juez y le dije que lo hacía responsable si a mis hijas les pasaba algo. Su contestación fue que después de mucho meditar en la soledad de su despacho, había decidido darle la libertad porque (Nuñez), ‘tenía buena conducta, limpiaba la celda y leía diariamente la Biblia (sic)’. Y porque también tenía presiones de los derechos humanos. Esos no son mis derechos humanos”, concluyó.

INOCENCIA ABSOLUTA. María Cristina Viola, víctima del odio. INOCENCIA ABSOLUTA. María Cristina Viola, víctima del odio.

Asesinos libres

El movimiento PTR-ERP se adjudicó el crimen. Horas después, la Policía encontró uno de los autos utilizados para el atentado en San Cayetano y descubrió que le habían robado el taxi al chofer en avenida Aconquija y Juan B. Terán. El otro fue ubicado en La Rioja al 1.200 y en su interior descubrieron cartuchos de escopetas. También hubo un operativo cerrojo para dar con los autores. En ese momento, las fuerzas del orden no pudieron encontrar a los asesinos. Con el tiempo y por delaciones de los mismos subversivos se pudo precisar los nombres de los integrantes de la célula terrorista completa.

Por el asesinato (cometido en democracia), del capitán Viola, tan sólo un grupo de los miembros del pelotón que lo emboscó fue capturado.

Francisco Antonio Carrizo, Rubén Jesús Emperador, Fermín Ángel Núñez y José Martín Paz recibieron cadena perpetua. Florencio Antonio Nieva, ocho años de prisión; Rolando Oscar Figueroa no tuvo condena por ser menor de edad, y a Alberto Vivanco se le declaró extinta la acción penal. Svante Grände, de nacionalidad sueco-chilena, fue abatido en el monte tucumano, integrando la Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez” del ERP, tiempo después. Mientras que Hugo Irurzún, el jefe del “pelotón de fusilamiento” de Viola, fue muerto “en acción” seis años después en la “Operación Reptil”, que constituyó el asesinato del presidente nicaragüense Anastasio Somoza, en Asunción del Paraguay en 1980.

Después, en 1989, los que seguían con vida fueron indultados.

Profeta del perdón

A su muerte el 17 de junio de 2021, Maby Picón fue recordada como un apóstol de la paz, y de la no violencia. Un ejemplo de perdón, de amor y resiliencia. Fue una luchadora; transitó su vida con una enorme tristeza, pero a la vez con una gran fortaleza para sobrellevar tanto dolor. Ella vio cómo acribillaban a sus pequeñas hijas, y sin embargo nunca fue profeta del odio, sino del perdón. Estaba convencidísima de que nunca la violencia es el camino. Ella decía que los jóvenes deben saber la verdad sobre los 70, y que con la violencia solo se genera más dolor, y las heridas nunca se cierran. En ello no comulgaba con las Madres de Plaza de Mayo, quienes en sus mensajes destilaban odio y revancha, al decir de Maby.

María Cristina Picón debe ser recordada como una mujer que perdonó, pero que nunca claudicó en la búsqueda de una Justicia reparadora. Según la definición de Justicia formulada por Ulpiano: “es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Ella consideraba que así como se había castigado a la Junta Militar y a todos los soldados que actuaron de mala manera, del mismo modo se debía juzgar, en especial, a los líderes del ERP y de Montoneros, que deambulan libres, sin castigo, y que muchos de ellos, incluso, recibieron indemnizaciones y lucran en cargos públicos.

La familia Viola nunca fue indemnizada por sus pérdidas. La señora Picón de Viola nunca avaló las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, ni nada que se le pareciera; al contrario, ella siempre apoyó la causa por la búsqueda de la verdad de lo que ocurrió en los 70. Fue una mujer que bregó por cerrar las heridas, no por mantenerlas abiertas; pero ella entendía que para ello era necesario que la Justicia también llegue para el otro lado. Nunca buscó una reparación económica, a pesar de que el propio Ejército al cual sirvió su marido, la dejó sin casa y años después sin obra social para su hija Fernanda, quien tuvo que someterse, como mencionamos, a incontables y dolorosas cirugías para salvar su vida y recuperar en algo su vista.

Una pequeña plazoleta que recordaba a María Cristina Viola fue desplazada para construir el edificio de la actual Legislatura. Antes se habían quitado dos veces las placas que se pusieran en su memoria. Sin embargo, con el tiempo se han multiplicado los homenajes a Viola. Una calle en Yerba Buena, recientemente inaugurada, recuerda su nombre. Todos los primero de diciembre, en el cementerio jardín de la referida ciudad, se realiza un acto en memoria del capitán y de su hija Cristina. Están presentes, siempre acompañando a sus familiares, autoridades municipales, exmilitares (ya que los efectivos en actividad tienen prohibido participar desde hace unos años), eclesiásticas y, sobre todo, ciudadanos comunes, que siguen esperando todavía que la pequeña Cristina Viola y su padre Humberto tengan la Justicia que no tuvieron hasta aquí. Esa fue la gran tristeza que Maby se llevó a la tumba.

Nunca jamás

Si algo nos debe provocar la muerte de Humberto y Cristina Viola, es la posición firme de impedir que en nuestro país vuelvan a desatarse hechos violentos como forma de llegar a un objetivo político. Para ello debemos enseñar la verdad, ya que al decir del pensador Jordan Bruno Genta:“La Patria es la historia de la Patria. Si nos falsifican la historia, nos roban la Patria”.

Nunca más la violencia como método, nunca más la mentira o el relato como forma de prevalecer en una guerra que se perdió (guerra revolucionaria reivindicada como tal por el propio líder montonero Mario Firmenich); nunca más el odio como forma de dividir al pueblo y sentar posiciones equivocadas. Nunca más la ideologización en las aulas de nuestra República. Que la muerte de aquél heroico capitán nos muestre un camino NO de revancha, sino de PAZ Y CONCORDIA, sólo así los estaremos honrando; sólo así el sin sentido de su muerte se convertirá en la razón de su inmortalidad. Mientras, la Corte Interamericana por los Derechos Humanos analiza el caso, a 50 años de los sucesos que marcaron a generaciones de argentinos. ¿La familia Viola tendrá finalmente justicia?

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