La sensación que quedó en el mundo de Atlético Tucumán es que pasó un año sin pena ni gloria. Las fotos de los jugadores con lágrimas en los ojos tras el 0-2 con Huracán daban cuenta de un objetivo que no se había cumplido y aunque la ilusión de llegar a los torneos internacionales duró unos cuantos días más, la sensación de tristeza invadió a los hinchas. El sueño copero deberá esperar.
De todas formas, a los últimos seis meses de Atlético se los puede considerar más que positivos. Luego de un junio convulsionado, con Favio Orsi y Sergio Gómez, la nave se terminó enderezando con un mes de ensueño: julio. Durante ese séptimo mes del año el equipo de la dupla jugó cinco partidos, ganó cuatro y empató uno, convirtió seis goles y mantuvo la valla invicta, esa buena racha le permitió tomar oxígeno, abandonar los últimos puestos de la tabla general, escalar en el promedio y soñar en la Sudamericana.
Junio había estado agitado, tras el 1-0 en casa con Unión. Lucas Pusineri presentó la renuncia. “Es difícil poner en juego nuestro trabajo partido a partido, eso nos lleva a tomar una decisión que veníamos meditando”, aseguraba el entrenador en su última conferencia de prensa.
Pero esa no había sido la única renuncia por esos días: una semana antes, mientras Atlético se encontraba en Junín para enfrentar a Sarmiento, partido que terminó perdiendo 4-1 el directivo, Miguel Abbondándolo fue captado por las cámaras de la transmisión sosteniendo una bandera de Boca en el homenaje a Juan Román Riquelme y los hinchas estallaron. Mario Leito no tuvo opción y terminó aceptando la renuncia del dirigente. El panorama era complicado, Atlético estaba a pocos puntos del descenso por promedios y por tabla general. Un mercado de pases se acercaba y habían perdido a Abbondándolo, que se encargaba del fútbol y los refuerzos de Atlético.
La dirigencia convenció a Cristian Lucchetti para que asuma el puesto de mánager y la primera decisión del ex arquero fue contratar a Orsi-Gómez y parece haber sido un pleno.
Golpe de efecto
Más allá del arranque furioso de la dupla, el balance a fin de año terminó siendo positivo desde lo estadístico con un saldo de nueve victorias, seis empates y cuatro derrotas. Desde que asumieron Atlético le ganó a Huracán, Gimnasia, Independiente, Central Córdoba, Barracas Central, Arsenal, Talleres y Gimnasia; empató con Newell’s, Rosario Central, Instituto, Argentinos, Central Córdoba, Banfield, en tanto que perdieron con River, Vélez, Colón, Independiente y Huracán. Que el “decano” haya quedado a tres puntos de la clasificación a la Sudamericana fue un golpe duro, sobre todo para los hinchas, que soñaban con tener un 2024 recorriendo rutas internacionales; aunque de ninguna manera se puede suponer un fracaso.
Sin ir más lejos basta con repasar las imágenes que dejó Gimnasia-Colón para tomar dimensión de lo que consiguió Atlético. Colón, uno de los equipos que por momentos estuvo peleando con el “decano”, cayó con el “lobo” y descendió a la Primera Nacional. Abbondándolo, que hasta junio estuvo encargado del fútbol de Atlético desembarcó en el “sabalero” y durante el mercado de pases de julio invirtió una fortuna para llevar jugadores de la talla de Germán Conti, Rubén Botta (una de las figuras del torneo), Favio Álvarez desde la liga de México, Emmanuel Más, Damián Batallini, Brian Farioli o Alberto Espínola, por nombrar algunos de los 13 refuerzos que llegaron como la salvación, que finalmente no se dio.
“Estamos compitiendo contra equipos que han hecho inversiones muy grandes para el armado del plantel”, dijo Orsi reiteradas veces cuando se cuestionaban los resultados ante Vélez, River, Huracán o el propio Colón.
El primer mercado de pases de Lucchetti había sido bastante austero (un arma de doble filo) tres bajas: Kevin Isa Luna, Jonathan Cabral y Braian Guille y apenas seis refuerzos: Justo Giani, Gonzalo Paz, Julián Carrasco, Tomás Castro Ponce, Ramiro Carrera y Axel Rodríguez (este último llegó por la posible salida de Ignacio Maestro Puch que coqueteó con San Lorenzo durante varias semanas).
Esa moderación en cuanto a refuerzos fue un mensaje claro de la dirigencia para la dupla que entendió el mensaje: el objetivo principal era mantener la categoría. Atlético lo logró varias fechas antes, pero nunca se animó a tomar seriamente la clasificación a la Sudamericana como un objetivo más; la única manera de entender la postura del cuerpo técnico pasa por salvaguardar su trabajo y dejar una imagen positiva de cara al 2024. Un par de derrotas (como la que se dio ante Independiente) hubiera hipotecado el futuro cercano. De igual manera, al analizar todo el semestre, mantener la categoría es un merecido premio que le permitirá apostar un poco más en el año que se asoma.