Se considera prematuro a un bebé nacido vivo antes de que se hayan completado 37 semanas de embarazo. Las categorías de recién nacidos prematuros, basadas en la edad gestacional, son: prematuro extremo (menos de 28 semanas), muy prematuro (28 a 32) y prematuro entre moderado y tardío (32 a 37). En su último informe, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que más de uno de cada 10 bebés nace antes de término, cifras que refrendan para nuestro país los especialistas.
Entre los bebés prematuros, la tasa de mortalidad es de alrededor de ocho por cada 1.000 y está asociada, fundamentalmente, a las chances de recibir a tiempo cuidados necesarios, tales como la regulación de la temperatura corporal (con incubadora), la administración de medicación, el soporte ventilatorio y nutricional -con leche materna ni bien sea posible- y contacto piel a piel con la madre cuanto antes.
“Como factores de riesgo para la prematurez, entre otros, se encuentran haber tenido un embarazo prematuro previo, enfermedades maternas como diabetes, hipertensión arterial, problemas a nivel placentario, restricción del crecimiento intrauterino, embarazo múltiple, el embarazo adolescente y el consumo de tabaco y drogas”, explicó Carmen Vecchiarelli, neonatóloga del Sanatorio Otamendi.
Para prevenir el parto prematuro, se vuelven fundamentales los controles prenatales, durante los que se pueden ir tomando las medidas necesarias. La OMS recomienda un mínimo de ocho citas con profesionales de la salud durante el embarazo.
“El abordaje de esta problemática debe ser transversal, haciendo hincapié en la educación sobre el cuidado de la salud desde edades tempranas, con información acerca de la prevención del embarazo adolescente y de enfermedades de transmisión sexual, y la planificación familiar”, agregó Andrés Schenquer, neonatólogo del Hospital de Niños ‘O. Alassia’ de Santa Fe.
Respecto de los prematuros tardíos, el doctor Schenquer explicó que por definición “son aquellos que nacen entre las semanas 34 y 36.6 de gestación; representan cerca del 80% del total de recién nacidos prematuros y entre el 25 y 30% de las internaciones en Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales”.
Según agregó el especialista, son los “grandes simuladores”, porque -aunque se los consideraba case a término- presentan un grado de inmadurez que puede requerir controles preventivos de complicaciones como, entre otras, mal progreso de peso, succión débil, mala regulación de la temperatura corporal, bilirrubina elevada y apneas, daño neurológico, auditivos, visuales y problemas madurativos con consecuencias en el futuro, incluyendo problemas de aprendizaje, fracaso escolar, problemas de conducta y dificultades para la integración social.
Nutrición del prematuro
“En la última década, la nutrición ha tomado un rol vital en el abordaje del bebé prematuro. Múltiples estudios han demostrado que administrar el soporte nutricional adecuado en el momento preciso, y en especial durante las primeras dos semanas de vida, se asocia al favorecimiento de un aumento de la masa cerebral y cerebelo, con mejor neurodesarrollo a largo plazo”, puntualizó la doctora Vecchiarelli.
La lactancia materna es posible siempre. Los prematuros extremos tienen dificultades en la oralidad y puede resultar más compleja. Las estrategias de promoción de la lactancia desde los primeros días de vida y sostenidas a lo largo del primer año suelen ser exitosas. La presencia de la madre junto al niño y la posibilidad de acercamiento permanente favorecen notablemente el resultado.
Utilizar, cuando es posible, la leche materna desde el primer día es un estímulo nutricional, pero también neuroendócrino para ese intestino en desarrollo, y promueve la conformación de la microbiota, que -como el parto prematuro muy probablemente haya sido por cesárea y no natural- la colonización de bacterias benéficas como bifidobacterias y lactobacilos no comenzó de manera óptima.
Sobre este punto, el doctor Schenquer subrayó: “en ocasiones, los procesos de internaciones prolongadas y las complicaciones mismas del niño, sumado al agotamiento materno pueden dificultar la lactancia exclusiva, y el gran objetivo es fomentarla, apoyarla y sostenerla; para eso, deben tomarse medidas desde las áreas de perinatología como el ingreso irrestricto de la familia y la madre para el acompañamiento y la extracción de leche, establecer salas de extracción con equipos adecuados, lactarios y bancos de leche, y especialistas que brinden apoyo interdisciplinario y psicológico a esas madres. Si, por algún motivo, el requerimiento calórico proteico del neonato a través de la leche materna no es suficiente, pueden usarse fortificadores de leche materna o recurrir a fórmulas especiales para prematuros, que brindan el aporte formulado y adecuado de nutrientes para su potencial de crecimiento y desarrollo”.
Cuando la lactancia materna no es una posibilidad, a partir de la evidencia científica disponible las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud del año 2022 recomiendan la administración de leches de fórmula, tanto para bebés prematuros como aquellos con bajo peso al nacer.
Diversos estudios sugieren que la administración de las fórmulas especialmente diseñadas para sus necesidades nutricionales aumentaría la incorporación de nutrientes, su crecimiento y desarrollo neurológico.