Osvaldo Jaldo repite que se preparó durante los últimos 40 años para ser gobernador. En la última semana cumplió un mes en el poder. Si bien no es un ciudadano que llegó al puesto desde otra actividad u oficio, el impacto de un compromiso de esa magnitud es grande en la rutina y la vida de cualquiera. Si la espera fue de cuatro décadas -en la que ocupó gran parte de los cargos electivos y ejecutivos posibles-, se entiende que haya decidido dedicarse full time a su nuevo rol. Las dificultades también lo empujan a ello: la coyuntura política es álgida; y los índices económicos y sociales nacionales, desastrosos.
En su equipo de trabajo mencionan que es el primero en llegar a la Casa de Gobierno todas las mañanas; que evalúa constantemente el rendimiento de todos y que mantiene el teléfono disponible de manera permanente. En la dirigencia, tanto del oficialismo como de la oposición, lo describen como obsesivo, controlador y trabajador. Como un “animal político”. Las medidas que tomó o su estilo de conducción generaron tanto críticas como halagos de propios y de ajenos.
“Es un hombre que está donde siempre quiso estar”, reflexiona un dirigente de su confianza que explica así el celo que el tranqueño maneja su gestión. El botón de la muestra es que armó su Gabinete prácticamente en soledad. Aceptó sugerencias, pero eligió personalmente cada nombre. El mandatario dice no tener entorno y ese es un mensaje para los que lo rodean: todos son prescindibles y están bajo análisis. “No tengo entornos ni alcahuetes, tengo funcionarios. Mientras funcionen”, advierte. Entre sus allegados afirman que el peso de la gestión con esta impronta es mucho y que impacta de lleno en la vida personal. En realidad, Jaldo cumple una rutina que se intensificó porque, cuando fue vicegobernador, tenía un estilo similar.
“A todos los lugares los tomo con la misma dedicación y responsabilidad. Seguiré en esa misma línea, sabiendo que hay una responsabilidad mucho mayor porque tengo que hacerme cargo de todos los problemas. No se puede evadir ni echar culpas. Lo hice siempre. Me hice cargo tanto de las cosas buenas como de las que no son tan buenas. Sé que soy el responsable del funcionamiento de toda la provincia”, afirmó.
Al margen de la investidura, en este mes la vida de Jaldo cambió y también la de su familia. Hay tres anécdotas que pintan, desde lo personal, cómo se modificaron sus circunstancias.
1) Sin series ni libros
En los alrededores del gobernador dicen que él suele repetir que no cualquiera puede ocupar un cargo de esa naturaleza. No puede tener hobbies ni cuenta con tiempo libre. Ya no se quiere enganchar con ninguna serie ni libro, porque le quitarían tiempo para sus obligaciones. Cuentan que si ve un capítulo, ya necesita verlos todos. El contador es un hombre estructurado y le gusta estar en su casa, a juzgar por su agenda. Detalla que tiene puesto el despertador a las 5.30 y que lo primero que hace es leer las noticias ¿Cuáles primero? Las de política, las de economía y las rurales (es productor agropecuario y empresario del rubro).
Se baña y su esposa desde hace 34 años, Ana María, lo espera para desayunar. Todos los días toma lo mismo: mate cocido con tostadas. Trata de cuidarse, pero de vez en cuando, por sus recorridas del interior vuelve con un bollo casero o una tortilla de rescoldo.
Sale de su casa y ya es el gobernador. En el camino, revisa si falta un policía en la esquina o si algún semáforo no funciona. Al llegar a su despacho, se ocupa de resolver esas cuestiones.
La mañana se llena de audiencias y de actos. Al mediodía come siempre en su casa, también platos caseros. A veces el almuerzo es tardío, porque depende de sus actividades. Siempre duerme la siesta. Por la tarde, recorre el interior y luego vuelve a su casa. Cena liviano, en general, algún yogurt o frutas. Salvo que haya algún asado o reunión con dirigentes. Los fines de semana son en Trancas, donde se relaja relativamente. El teléfono no para.
2) La salud
Jaldo comenzó a notar desde hace un tiempo que otras autoridades y vecinos abundan en buenos deseos cuando lo saludan. Demasiado. “Cuidate mucho”. “Rezamos por usted”. “Oramos por su salud”. Esas frases se repiten todos los días. El gobernador sabe que hay varias versiones que circulan y que señalan que estaría enfermo. Esas hipótesis se esparcieron rápidamente en distintos ámbitos y circulan entre políticos y no políticos. Los dirigentes que lo rodean aseguran que son rumores malintencionados, que tienen origen político. Afirman con vehemencia que el mandatario no se comporta como alguien enfermo en el día a día. Sí lo han notado un poco cansado, pero por el derrotero electoral y la puesta en marcha de su propio gobierno.
Antes de asumir, Jaldo fue operado en Buenos Aires de una hernia umbilical y de un quiste cerca del hígado. La intervención fue programada y laparoscópica. “¡Estoy mejor que antes! Quedé muy bien”, afirma el tranqueño. “Tomé la decisión importante, de operarme en tiempo y forma. Me siento muy fuerte y sano, con la fuerza necesaria para tomar decisiones. Gobernaré los cuatro años”, aseguró a este diario para despejar cualquier runrún. Reiteró que le dieron el alta y que no tuvo que volver al médico desde entonces. No es que le asusten los rumores, porque sostiene que está acostumbrado, pero la salud es un límite que, considera, no tiene que cruzarse por ningún motivo.
3) El equipo familiar
El celular del gobernador estalla de mensajes de Whatsapp siempre. No lo apaga, es una regla. Mantiene el mismo número, con la característica de Trancas, desde hace décadas. Dedica varias horas de la tarde y la noche a contestarlos. Si son pedidos o reclamos, los deriva a las áreas correspondientes. También hay invitaciones a casamientos, bautismos, comuniones o novedades sobre sus ahijados (tiene 16).
Allí también le llegan las novedades de la familia, sobre todo, de sus nietas: las pequeñas mellizas Amparo y Aurora son su debilidad. Sus hijas Belén y Celeste lo mantienen también al tanto de los memes que circulan y de las críticas. Tras las últimas medidas económicas, se rieron particularmente de los montajes que lo mostraron con la peluca de Javier Milei. Aunque están acostumbradas, dicen quienes las conocen, les duele cuando se habla mal de su padre. “Somos un equipo, no hubiese llegado a ningún lado sin ellas”, añade el gobernador sobre su familia. Recuerda una imagen sobre sus hijas y lo naturalizada que está la política en su núcleo. Sus dos hijas jugaban y compartían choripanes con otros niños en los comités desde que eran muy chiquitas. Ana María estuvo siempre y lo acompaña, lo respalda, dice. De perfil bajísimo, participa de algunos actos. Él asegura que a ella le gusta la política, pero que jamás participaría ni sería candidata. Las iniciales de hijas y nietas están grabadas en su bastón de mando. Jaldo advierte que no llora mucho, pero que el nacimiento de las mellizas lo emocionó profundamente. También lagrimeó un poco la noche en la que fue electo.
¿Qué lo hace sufrir? “Cuando hay chicos enfermos. El hambre, que la gente no tenga para comer, y cómo viven algunas familias. La situación del país. Tenemos responsabilidad los que venimos gobernando, unos más que otros, pero todos”, responde.
A un mes de su asunción en el cargo para el que se preparó 40 años, Jaldo siente el impacto de sus responsabilidades en la vida cotidiana y familiar. También, por la exposición, en los rumores que lo involucran de todo tipo, como aquellos sobre su salud.