Antes de egresar, publicaron un libro de cuentos

Antes de egresar, publicaron un libro de cuentos

Los alumnos del instituto Peter Pan relataron historias a partir de hechos reales que reinventaron. Así pudieron dar resolución a diferentes conflictos. El libro fue presentado recientemente. Tiene 21 cuentos y 106 páginas.

ORGULLO DOCENTE. Dos profesoras dirigieron el proyecto estudiantil. ORGULLO DOCENTE. Dos profesoras dirigieron el proyecto estudiantil.

“Nunca me imaginé escribiendo un libro; fue algo único”, dice, entre incrédula y emocionada, Luciana Andrada, de 18 años, una de los autoras de “Colorín Colorado, con un cuento he comenzado”, cuyos escritores son alumnos de un colegio que realizaron el proyecto como una forma de despedirse de la secundaria.

Los estudiantes del instituto Peter Pan presentaron recientemente su libro, que contiene 21 cuentos y 106 páginas, en el museo Casa Padilla. Del acto participaron autoridades de la institución, del Ministerio de Educación y familiares de los escritores. Además, participó la banda de folclore Guimanta.

El proyecto de hacer un libro comenzó hace dos años. “La idea era que los chicos pudieran escribir su propia historia hecha un cuento, transformando la realidad y dando una resolución a esos conflictos de su vida que les hubiese gustado que tengan otro final. A partir de esto, los alumnos empezaron a escribir cuentos e historias, algunos con personajes ficticios humanos, otros con personales de animales”, describe Cecilia López, que es psicóloga y docente del establecimiento. Desarrolló la iniciativa junto a otra profesora, Jessica Morales, quien enseña Economía.

El proyecto se llama “Mi vida hecha un cuento”. “En 2021 nos propusimos como docentes un gran desafío pedagógico, cuyo objetivo era que nuestros alumnos pudieran llevarse un hermoso recuerdo de su secundario de manera que puedan expresar sus emociones a través del arte, desde el área de la Psicología y también desarrollando un microemprendimiento porque tuvieron que crear un producto, pensando en cómo lo iban a llevar adelante”, destaca.

La idea, según las docentes, era que los alumnos pudieran expandirse, crear y apelar a la imaginación, jugando con las palabras. “Está experiencia permitió a nuestros adolescentes transitar un proceso tan complejo como la escritura , esta experiencia tan gratificante y enriquecedora nos permitió conocer parte de sus vidas, historias, experiencias, poniéndole una impronta nueva y transformando esa realidad”, evalúa.

PRESENTACIÓN OFICIAL. Alumnos y docentes del Peter Pan mostraron el libro “Colorín Colorado, con un cuento he comenzado” en la Casa Padilla. PRESENTACIÓN OFICIAL. Alumnos y docentes del Peter Pan mostraron el libro “Colorín Colorado, con un cuento he comenzado” en la Casa Padilla.

Emocionados

“Me encantó ver mi nombre en un libro y mi relato impreso; fue algo muy emocionante y a la vez se sentía rato ver a la gente con mis textos en sus manos. Es algo que recordaré por siempre”, confiesa Luciana Andrada. Ella escribió dos cuentos, uno es sobre una historia familiar relacionada al árbol del patio del colegio, según describe. El relato se llama “El árbol triste”.

Para los estudiantes el libro también representa una ilusión. Por ejemplo, para Malena Martínez Rigocena, de 18 años. Ella escribió el cuento “La sonrisa de las estrellas”. “Trata sobre la historia de una chica que quiere tener una estrella. La astronomía es algo que siempre fue llamativo para mí; es ver mas allá de uno mismo y del universo que nos rodea como seres humanos. La protagonista del cuento, al no encajar en la tierra, busca su lugar en el espacio, junto a las estrellas”, describe.

“Cuando vi mi nombre en el libro tardé en asimilar que era real. Fue muy emocionante y especial; sentí que había logrado algo. Fue un paso muy importante para mí y para mis compañeros porque nos hizo ver que no es un hecho imposible tener algo propio, publicado. Vengo escribiendo hace tiempo; había soñado alguna vez tener un libro”, cuenta.

Apasionado

“Me apasionó inventar una historia increíble”. Quien habla ahora es Ariel Costabel, de 17 años. La satisfacción de su voz se traduce en el número de la página que recuerda y repite: la 91. Allí está su cuento, titulado “Amigas para siempre”, que narra la amistad de dos chicas que se conocieron en una escuela, cuando vivían en Entre Ríos, y que ahora continúan con su relación ya que ambas se recibieron de médicas y trabajan en un hospital tucumano. “Está basado en un hecho real, pero yo lo reinventé”, cuenta el joven, que ahora sueña con escribir más relatos.

“Me siento muy feliz”, remarca. Eso tiene que ver no solo con haber escrito una narración. Hasta hace un año, antes de cambiarse al Peter Pan, sufría bullying en otro establecimiento al que concurría. “Ahora estoy tranquilo”, apunta.

META ALCANZADA. Los chicos lograron imprimir el libro. META ALCANZADA. Los chicos lograron imprimir el libro.

Libres

“Una duda o temor que teníamos al encarar este proyecto es que no ninguna de las dos era docente de literatura: lo hicimos desde la psicología y la economía. Creo que lo más importante fue plantearle a los alumnos que se sintieran con la libertad de expresar sus emociones”, especifica López.

¿Por qué quisieron imprimir el libro?, les consultamos. “La idea era que el texto sea como una tesis final del secundario, y que estuviera impreso significa dejar algo asentado, que sea algo productivo y no solo quede en la escritura de un cuento de su propia historia transformando la realidad. Tenerlo en formato de libro da la posibilidad de que otras personas, familiares o no, puedan leerlo e identificarse e algún momento con cada una de las narraciones, ya sea plasmadas desde la realidad o la fantasía. Y ver también a cuántos les cambiaron el destino, si son relatos dolorosos y pudieron transformarlo en algo bonito”, explica la psicóloga.

Lo más difícil primero

Para completar la lista definitiva de una vida se decía que hay que escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol. “La de escribir un libro es la tarea más difícil, la que no todos los seres humanos pueden encarar. Entonces, la idea también fue que los chicos empiecen por lo más difícil, y que sepan que todo es posible”, remarca López.

La meta se terminó de concretar por autogestión: los alumnos ahorraron el dinero para la impresión de 100 libros. El 50% de los costos lo cubrieron con una preventa de ejemplares entre sus familiares y conocidos. El resto lo juntaron trabajando, haciendo ferias de comidas. “Ojalá que este proyecto pueda ir creciendo año a año, y que en el futuro también nos puedan apoyar otras instituciones”, cerró la docente.

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