Hace muy poco tuvo lugar el 5° Concurso Nacional de Música de Cámara Carlos López Buchardo, que premia los mejores instrumentistas, entre estudiantes de todo el país, en interpretación de música de todos los períodos.
El jurado estuvo integrado por la pianista porteña Paula Peluso, flamante ganadora del Premio de Intérprete Ilustre de CABA, junto a los músicos y docentes tucumanos Gustavo Mulé, violinista, y Gustavo Velazco, flautista.
Mulé está radicado en Buenos Aires desde hace más de 30 años. Tiene una reconocida trayectoria, con sólida formación, y trabaja en diversos aspectos de la música, como solista, en sinfónica y de cámara y como docente, y es uno de los primeros violines de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Velazco, que es profesor en el Conservatorio Provincial de Música y en el Instituto de Música de la UNT (Ismunt), toca como solista en la Orquesta Sinfónica de la UNT y en la Orquesta Estable de la Provincia, relata cómo fue la experiencia.
“Fue una invitación del Damus (Departamento de Artes Musicales de la Universidad Nacional de las Artes, UNA). El concurso se desarrolló de una manera espectacular”, cuenta el flautista, que en su estadía se reencontró con su maestro, Raúl Becerra, con quien volvieron a tocar juntos.
“El concurso fue muy bueno. Hubo dos rondas. La primera fue un viernes y la segunda el sábado. De la primera pasaron a la final cinco grupos: dos con violín y piano, un trío de violín, clarinete y piano, y un dúo de saxos, entre otros”, detalla.
“Llegamos a la final, que estuvo bastante peleada, porque el dúo de saxos había tocado muy bien música contemporánea, pero en ensamble de violín, clarinete y piano terminó imponiéndose porque era mucho más difícil de ensamblar, al ser sonidos de instrumentos tan diferentes. El nivel general de los participantes fue muy bueno en todos los grupos. Es como dos o tres escalones más que en la provincia”, estima.
Los premiados
El primer premio fue para Stefan Liftnegger, Roberto Gutiérrez y Javier Núñez, integrantes del trío de violín, clarinete y piano. El segundo premio resultó compartido entre el dúo de saxos de Florencia Brizuela y Vanesa Sojnoczki, y el dúo de violín y piano de Sol Durán Moreno y Athina Constantino. La entrega de premios y el concierto se llevaron a cabo el pasado sábado 18, en la Sala García Morillo de la UNA.
El concurso otorga un premio de valor simbólico en dinero, de $ 100000, “pero el premio real es una grabación hecha por el Departamento de la UNA que se sube al canal de Spotify de la universidad y, sobre todo, el honor y el espaldarazo que significa para quien gana un concurso nacional a la hora de aplicar en las orquestas grandes de Buenos Aires o nacionales, de optar por una beca en el exterior o inclusive de conseguir trabajo en el exterior”.
Dos de tres
Para Velazco “ha sido una alegría saber que dos de los tres ganadores han estudiado en la provincia: Gutiérrez, el clarinetista, es jujeño y estudió en el Ismunt, y Núñez, el violinista, santiagueño, también estudió en Tucumán. Pero hace diez años que están radicados en Buenos Aires estudiando y trabajando en las orquestas profesionales. Los conocí de muy chicos a ambos, cuando cursaban”.
“Esta es la primera vez que en la UNA invitan a alguien del interior para integrar el jurado porque tienen una idea federalista (Mulé está radicado allá). Eduardo Casaban es quien organiza todo, como coordinador general del departamento de Música de Cámara”.
En ese marco Velazco conoció a la decana de Artes, Cristina Vásquez, “quien sugirió la posibilidad de que se implementara una extensión hacia Tucumán, y surgió la idea de organizar un Concurso de Música de Cámara del NOA en el Ismunt. Debería hacerse vía convenio, y habría que pulir detalles, pero por lo menos hay una buena predisposición al respecto”.
“Me fue muy bien; me atendieron superbien. Al final del encuentro cada miembro del jurado le hizo una devolución a cada uno de los concursantes, todos cálidos y agradecidos, tanto los locales como los del interior, y finalmente ganaron los del NOA”, repasa.
“Donde ahora funciona la UNA antes funcionaba el Conservatorio Carlos López Buchardo. Ahora tengo 50; cuando tenía pocos veintitantos ya andaba por ahí con mi valijita, que llenaba de partituras del conservatorio y las traía a Tucumán, porque aquí no había mucho material. Me conocen desde entonces. Y reconocen el esfuerzo que hiciste y el que hace la comunidad de Tucumán para crecer y formar a los estudiantes. Para mí ha sido un honor y una alegría poder participar”, concluye.