El año electoral fue intenso y movió el tablero político de manera sustancial. Las urnas marcaron finales y comienzos, algunos inesperados y otros previsibles. Los cierres de ciclos y el recambio parcial de figuras se precipitaron en los ámbitos nacional y provincial. El golpe final fue el domingo pasado. En Tucumán, el resultado del balotaje impactó de lleno en el escenario. Las dos figuras principales del oficialismo de la última década tenían muchas expectativas. Se jugaban distintos aspectos de los futuros de ambos.
Osvaldo Jaldo afrontó su primera contienda desde que asumió (apenas 20 días después). El día del comicio, poco después de las 19, cuando llegaron las primeras planillas de los fiscales partidarios a sus manos, el tranqueño supo que gobernaría cuatro años en convivencia con un Gobierno Nacional de distinto signo político. El peor panorama para cualquier gobernador. Y mucho más si se trata de una fuerza como La Libertad Avanza, que no estuvo antes en el poder y con la que no se tienen demasiados interlocutores de confianza.
Ese mismo domingo, Juan Manzur atravesó un día clave, el de las primeras elecciones fuera de Gobierno. Había dejado la Casa de Gobierno después de ser dos veces vicegobernador y dos veces gobernador. Su único puesto seguro era hasta entonces una banca en el Senado, que debía ceder antes el diputado electo Pablo Yedlin. El camino natural de los ex mandatarios. Pero había trascendido que el médico tenía un acuerdo con el candidato de Unión Por la Patria (UxP), Sergio Massa, para formar parte de su Gabinete. Algunos decían que, de ganar el ministro de Economía, el tucumano podría estar a cargo de la cartera de Interior o de la Cancillería. Con la derrota, el futuro de Manzur es ahora incierto.
Las nuevas circunstancias hacen sospechar que los “ismos” del justicialismo tucumano parecen estar a punto de desaparecer o reconvertirse, por decisión (Jaldo) o inacción (Manzur) de sus líderes según apuntan desde adentro.
El final del jaldismo
¿En qué condiciona la situación nacional al Gobierno de Jaldo? En mucho. Sobre todo, lo que tiene que ver con los recursos. Cientos de informes se escribieron en este diario sobre el dinero que llegaba de la Nación en estos años por distintos conceptos, como mediante ATN o partidas especiales. El panorama para lo que viene es cuanto menos gris, teniendo en cuenta que el próximo mandatario Javier Milei propone eliminar la obra pública y cambiar la relación financiera con el interior. Será un año difícil, repiten en los pasillos del Ejecutivo. Administrar las carencias es una tarea compleja.
Jaldo tomó decisiones como gobernador, pero también como conductor de su propio proyecto político. Puertas adentro del oficialismo, se sabe que Jaldo dejó atrás al jaldismo, esa suma de dirigentes -sobre todo ex legisladores, intendentes y concejales y referentes desencantados de Manzur-, que lo había respaldado en la interna feroz.
“El jaldismo casi desapareció. Tomando términos del PRO, los halcones serían los jaldistas y las palomas, los osvaldistas ¿Qué pasará cuando hayan problemas políticos importantes? ¿Quién saldrá a bancarlo? Hay muchos enojados”, dice un ex jaldista. Los miembros del otrora jaldismo ven a un Jaldo que diferenció entre los peronistas para pelear y aquellos para gobernar. Entienden que busca blindar su gestión y neutralizar posibles conflictos y críticas. En los alrededores del titular del Ejecutivo consideran que hay quienes no entienden aún que la situación cambió.
El gobernador está construyendo el osvaldismo, un frente político más amplio. No tuvo dificultades para armar un Gabinete prácticamente en soledad y sin compromisos. Dejó afuera a muchos de sus referentes y, en cambio, cerró alianzas con radicales y con Libres del Sur e incluyó miembros de esos espacios en su equipo. También tejió una alianza, por ahora institucional, con el alfarista PJS. El ex vicegobernador pudo arrimar a su fogón, además, a algunos pocos manzuristas.
El gobernador dio flexibilidad a sus ministros para elegir sus colaboradores, pero todos están bajo evaluación.
Jaldo pasa sus días en la Casa de Gobierno, adaptándose a las nuevas funciones y tomando medidas drásticas. Varias de ellas generaron lecturas políticas. Una fue el hecho de que los aviones de la flota oficial pasaran a jurisdicción del Siprosa, para efectuar casi con exclusividad viajes sanitarios. Un mensaje clarísimo para Manzur. También descabezó el área de Aeronáutica y los pilotos propusieron a las nuevas autoridades. Hay un interrogante que da vueltas por el despacho gubernamental y ya se pidieron informes al respecto. No se sabría dónde está una de las aeronaves, sería el Cessna Citation Bravo (se compró en 2006). Permanece fuera de servicio.
Otra de las determinaciones fue la eliminación de la Unrel (Unidad de Reconversión Laboral). Sin eufemismos, fue un plan que contemplaba el pago de dinero -entre $200.000 y $700.000 mensuales- a referentes políticos que habían sido desvinculados de la Legislatura en medio de la interna. El ahorro por mes será de $1.900 millones. Fue una bomba que Jaldo tiró sobre el ambiente dirigencial sin que le temblara el pulso.
¿El final del manzurismo?
El manzurismo está en dificultades. Los referentes que se siguen identificando con esa línea pasan momentos de incertidumbre porque saben que todo se está reacomodando y que las condiciones políticas no les son favorables. Una parte de ellos, confía en que Manzur los cobijará y no los desamparará; otro sector cree que deberán reciclarse, pasar inadvertidos y subsistir. “Jaldo nos barrerá a todos”, dice un dirigente del interior.
Técnicamente, el manzurismo nació en la puja contra el jaldismo. En esos tiempos se vio a Manzur como nunca antes: a la cabeza de las reuniones políticas e involucrado con la dirigencia territorial. Amplió, además, el espectro de referentes de confianza. Es la línea que, paradójicamente, ganó la interna. Las desavenencias manzuristas fueron una seguidilla desde entonces. La decisión de Manzur de aceptar la Jefatura de Gabinete derivó en el alto al fuego con Jaldo y que este terminara reemplazándolo por 500 días. Allí comenzaron las desventuras porque generó que se resolviera la sucesión, que había sido el origen de la disputa. El segundo traspié para las huestes fue cuando su líder tuvo que renunciar a la candidatura a la vicegobernación. Luego vino la fugaz postulación a la vicepresidencia (en fórmula con Eduardo de Pedro) y la posterior baja.
El anuncio sobre la Unrel fue la piña más reciente. Aseguran que Jaldo les había dicho meses atrás que no lo tocaría y por eso están furiosos. Dicen que se enteraron por la prensa de las bajas. Según los números que repiten, en la interna los beneficiarios eran 2.800 “compañeros” y acusan a Jaldo de haber incorporado unos 3.000 más durante su interinato. Según varias fuentes había dirigentes que tenían una veintena, otros llegaban a varias centenas. Sí, hay nombres conocidos, pero no de primeras líneas. En las cercanías del tranqueño aseguran que no es así lo de las incorporaciones propias y que, si así lo fuera, “se terminó para todos”.
“Jaldo quiere reeditar la autoridad que tenía (José) Alperovich”, arriesga un manzurista de la capital y afirma que se sienten perseguidos.
La figura del vice Miguel Acevedo, a quien Manzur eligió para reemplazarlo, aparece como una luz en el desierto para varios. El ex ministro del Interior se muestra prudente, conciliador y a la par de Jaldo. El gobernador, a su vez, estaría apoyándose en él. No hay señales hasta aquí de que pretenda ni protagonismo ni peleas.
“Esperamos una decisión política de Acevedo. Esperamos si va a ser un referente del manzurismo o si será funcional para destruir a los opositores en el partido”, conminó un manzurista de la primera hora.
En la Legislatura hay un runrún de que en los próximos meses podría conformarse un bloque manzurista. No está confirmado. Sobre todo, porque hay varios parlamentarios cuyos familiares quedaron a la cabeza de los Municipios y saben que, sin la asistencia del Ejecutivo, podrían atravesar momentos de sequía.
Las actividades de Manzur desde el 29 de octubre son un misterio. Poco y nada se sabe sobre él. En el entorno pequeño de Manzur reconocen que lo del avión le habría molestado y también lo del Presupuesto provincial. Aseguran que Jaldo le está generando incomodidad, aunque no tendría en sus planes confrontar por ahora. Toda su atención estaría puesta en el peronismo nacional. Afirman que el médico prepara su asunción en el Senado y escudriña lo que viene. Manzur estaría parado del lado del peronismo que considera que hay que dejar al kirchnerismo atrás y que hay que volver a las bases y depurar el PJ. “Manzur quiere construir la unidad del peronismo, como oposición, y liderarlo. Hay un movimiento sin conducción y Manzur quiere tomar ese papel”, confió un hombre del justicialismo que mantiene contacto permanente con él. Manzur no abandonaría su proyecto presidencialista y creería que tiene tiempo para perfilarlo desde ahora.
¿Qué rol tendrá Manzur en el Senado en relación a la Provincia? Quienes lo conocen aseguran que ayudará a Tucumán. No a Jaldo. Afirman que no desconocerá a su dirigencia y que comenzará a mantener reuniones con intendentes y legisladores, pero sin fotos. La idea es no comprometerlos ni generar ruidos con Jaldo.
Estaría en Tucumán y pronto partiría a Estados Unidos, para visitar contactos y amigos influyentes. Los cercanos al ex gobernador remarcan una y otra vez que no hay que subestimar sus relaciones y pericia política para planificar.
Los “ismos” del peronismo tucumanos entraron en crisis y podrían diluirse. El tiempo y los futuros escenarios marcarán cómo serán sus respectivos desenlaces.