El peronismo profanado y la procesión hacia la fe mileísta

El peronismo profanado y la procesión hacia la fe mileísta

La crisis de espiritualidad vivida por el peronismo tras el balotaje desencadenó una procesión de derrotados hacia templos nunca antes visitados.

El peronismo profanado y la procesión hacia la fe mileísta

Al pavor del domingo por la noche le sigue una etapa de reconversiones y de adopción de nuevos credos. Ocurre que la crisis de espiritualidad vivida por el peronismo tras el balotaje desencadenó una procesión de derrotados hacia templos nunca antes visitados. De esa peregrinación participan ahora los principales actores oficialistas de la provincia.

El gobernador Osvaldo Jaldo es uno de los que camina en busca de esa nueva fe. El mandatario fue uno de los primeros referentes justicialistas en felicitar a Javier Milei por su triunfo y en ofrendarle, a modo de sacrificio, el ajuste en las cuentas públicas que tanto predica el presidente electo. Claro, no es que el tranqueño haya dispuesto esas medidas a partir de la victoria del líder libertario. Mucho se había escrito ya anticipando que uno de los pilares de su gestión sería la revisión de contratos y de gastos, por lo que hacia adentro no hubo sorpresas. Pero Jaldo tuvo la virtud de obrar como esos buenos fieles que amanecen para orar: el martes posterior al balotaje, bien temprano y en el primer día hábil de la semana, anunció lo que tenía preparado desde semanas antes.

Y como al que madruga Dios lo ayuda, “El Comisario” comenzó a recibir mensajes de apoyo de los nuevos feligreses. A lo largo de estos días cosechó adhesiones desde el radicalismo, del bussismo, del alfarismo y de Libres del Sur. La clave para leer esos abrazos pasa por las coincidentes críticas hacia su antecesor, Juan Manzur. No es una casualidad: toda religión necesita tener la figura del mal como contraposición, y el mandatario busca justamente exacerbar esa antítesis. Es lo que tan bien le resultó a Milei en el plano nacional. De esa manera, Jaldo atinó a contrarrestar la apostasía de sus propios devotos. Era previsible que, confirmada la eliminación de designaciones y adscripciones, y la desintegración de la Unidad de Reconversión Laboral, hubiera menos creyentes que lo siguieran.

El miércoles al mediodía, la Legislatura se convirtió en una Iglesia a la que fueron a derramar lágrimas y a confesarse una treintena de referentes del oficialismo. El vicegobernador Miguel Acevedo ofició de sacerdote y escuchó cada una de las quejas por los miles de contratos caídos, aconsejó y pidió calma. Prometió que la situación iba a mejorar y en su homilía solicitó acompañar con el esfuerzo y apoyar la designación del Roque Álvarez, bendecido por Jaldo, como presidente del bloque. En el medio, hubo quienes plantearon no asistir a la sesión del jueves como represalia hasta que se aclarara lo del presupuesto y otros, los ex intendentes, que expresaron su preocupación por el futuro de sus municipios sin el Pacto Social. A muchos les sorprendió que los lamentos no provinieran sólo de manzuristas, sino también de jaldistas. La intervención del concepcionense Carlos Funez, por caso, fue muy destacada por varios de los presentes: el ex concejal advirtió que quienes quedarían afuera por la disolución de la Unrel “son todos compañeros”.

Por la noche del jueves, el malestar generalizado obligó a Jaldo, a Acevedo y al ministro del Interior, Darío Monteros, a organizar un retiro espiritual en El Cadillal. Siempre cuando hay una crisis, la reflexión conjunta es una buena alternativa para templar los ánimos. Pero en el ambiente se transpiraba tensión, porque los jefes municipales llegaban molestos debido al corte de los envíos que recibían por fuera de los recursos coparticipables. El sermón de Jaldo fue claro: los sueldos están garantizados pero las intendencias deben seguir la política de austeridad de la Provincia.

La pastoral de Jaldo

Recuperar la confianza entre sus parroquianos es una parte de la tarea pastoral diseñada por el gobernador. Pero no la única. El advenimiento de Milei a la Casa Rosada generó una mesa de diálogo interreligioso de la que el tranqueño busca sacar provecho. El mismo domingo habló con Guillermo Francos, el presbítero libertario que hará contacto con los gobernadores; y recibió llamados de cardenales de Juntos por el Cambio, ligados a Emilió Monzó, a Miguel Pichetto y a Rogelio Frigerio. Aunque todos profesen diferentes credos, hoy les interesa lo mismo: garantizar gobernabilidad y recursos para administrar las provincias.

La que se avecina para el peronismo es una etapa similar a la de los primeros años de presidencia de Mauricio Macri. Sin mayoría en el Congreso, el líder del PRO debió tejer alianzas con los caciques provinciales del PJ y mimarlos con recursos (Manzur puede dar fe de ello). Así, entre los más conocedores del justicialismo advierten que habrá al menos dos vertientes. Una, la de resistencia total que encabezarán los herejes del kirchnerismo y del masismo desde Buenos Aires, con mayoría de senadores y diputados puros. Y otra, la de los gobernadores urgidos de fondos y por lo tanto, más moderados. En este grupo de oración encuadran al tucumano Jaldo.

El gobernador comenzará un proceso de evangelización en el Congreso: la llave del éxito y el poder de los mandatarios pasará ahora por ofrendar votos al nuevo presidente, tal como ocurrió entre 2016 y 2017 con el macrismo. Desde el 10 de diciembre, los diputados oficialistas por Tucumán serán Carlos Cisneros, Gladys Medina, Elia Fernández, Agustín Fernández y seguramente Pablo Yedlin. De ellos, sólo Medina y “Tin” responden ciegamente a Jaldo. Cisneros es un líbero, leal al gobernador pero con sangre sindical, por lo que seguramente no acompañará ninguna medida que afecte derechos laborales. La ex intendenta de Aguilares es manzurista, pero su marido (Sergio Mansilla) es presidente subrogante de la Legislatura y su hija Gimena, actual jefa municipal de esa ciudad. Como se ve, demasiados condicionamientos para desairar al mandatario. Yedlin, en tanto, sí es manzurista y su relación con Jaldo nunca fue la mejor. Una señal de que la discusión pasará por allí es que el tranqueño intercambió el jueves mensajes con el peronista Florencio Randazzo, la sorpresa de Milei para conducir la Cámara Baja y tender puentes con el peronismo.

La fe de Manzur

Quienes vieron esta semana a Yedlin lo percibieron nervioso. Es lógico que porte esa ansiedad: debe completar papeles antes de la asunción de los nuevos diputados, el 6 de diciembre. El ex gobernador desapareció del radar político a partir del 29 de octubre, cuando finalizó su mandato y se borró de la campaña de Sergio Massa para el mano a mano con Milei.

El domingo de la segunda vuelta los medios fueron a cubrir su votación a media mañana, como se había informado desde su entorno, pero emitió su sufragio bien temprano y se subió a un avión privado para regresar a Buenos Aires. Un par de días después se viralizó una imagen suya en la inauguración de un centro educativo judío junto al diputado Waldo Wolff (Pro), al empresario Dario Epstein (asesor de Milei) y a los embajadores Marc Stanley (Estados Unidos) y Eyal Sela (Israel). La pregunta es inevitable: ¿si Manzur ya avisó a dirigentes de su confianza que asumirá en el Senado, para qué dilata la confirmación? ¿Por qué no lo dice en público si en los pasillos de la Cámara Alta cuentan que opera para ser el jefe del bloque peronista desde el 10 de diciembre? Hay que reconocer que el ex jefe de Gabinete es un hombre con una fe inquebrantable, a pesar de los recurrentes golpes que le dio la vida política en 2023.

El futuro de Manzur, próximo a viajar a Estados Unidos, también involucra a Jaldo. El titular del Ejecutivo necesita predicar en el Senado, en donde el oficialismo cuenta además con la banca de Sandra Mendoza. La senadora representa al espacio de los mellizos Orellana, que hicieron del pragmatismo político su dogma. José Fernando aspiraba a conducir el bloque peronista en la Legislatura y su hermano Juan Enrique administra Famaillá, golpeada como todos los municipios por la poda en la Unrel. Dolidos por los últimos desplantes, ya avisaron que sacarán provecho de las urgencias cuando llegue la ocasión. Son conscientes de que ese voto en la Cámara Alta cotizará en moneda blue.

Los pecados de Alfaro

Algo similar acontecerá con la senadora por la minoría, Beatriz Ávila. Aunque forme parte del interbloque Juntos por el Cambio, responde directamente a los intereses del Partido por la Justicia Social que conduce su marido, Germán Alfaro. Es lo que buscó Jaldo cuando perdonó al ex intendente sus pecados de campaña. El indulto, para muchos oficialistas excesivo, incluyó premios en las mesas de autoridades de la Legislatura y del Concejo Deliberante. El problema actual del alfarismo es el que padecen muchas religiones: la pérdida sistemática de practicantes.

El referente de JxC amagó tanto en la previa al balotaje que terminó por protagonizar la foto que más risotadas generó. Tras el acuerdo con el gobernador, su principal escudero Alfredo Toscano salió a decir que no podrían acompañar a alguien que viniera a cortar derechos, en clara alusión a las políticas de Milei. Más aún, dirigentes del espacio militaron votos el mismo domingo comicial para Massa. Pero ya con el triunfo consumado, Alfaro posteó una foto celebrando la victoria del libertario con la misma efusividad que Karina Milei. Curioso, el Partido por la Justicia Social festejó el triunfo del candidato para quien el concepto de justicia social es “aberrante, es robarle a alguien para darle a otro”.

Claro, también hay que mirar el trasfondo de la imagen que el ex intendente subió a sus redes para dimensionar la dispersión de su rebaño. Ese domingo, ya con los resultados puestos, en un grupo de Whatsapp que comparten legisladores y concejales del PJS se invitó a todos a la sede. En la foto sólo aparecen él, la senadora Ávila, Toscano y un puñado de dirigentes y familiares. Hasta los propios alfaristas con cargos electivos les pareció “demasiado” subirse a ese juego y pusieron excusas para no asistir o directamente no respondieron. La realidad muestra que al ex intendente le está costando demasiado que su gente vaya a escucharlo en misa con la misma devoción que antes: tuvo que intervenir directamente el propio Jaldo para que el casi exiliado Walter Berarducci aceptara permanecer el bloque alfarista y el diálogo con algunos concejales de su espacio se le torna cada vez más difícil.

Así como los lenguajes religiosos tienen la suficiente ambigüedad para que unos y otros le den la interpretación que más los identifica, el éxito de la política parte de la misma virtud: lo aconsejable es evitar las sentencias para eludir las encerronas. Lo demostró Milei a lo largo de la campaña, en la que matizó cada cosa que dijo para que pudiera entenderse como cada quien quisiera y que nada pasara. Y lo hará ahora el peronismo, más profano y por lo tanto acostumbrado a las justificaciones para superar sus recurrentes crisis espirituales.

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