El factor climático condicionó para bien y para mal el desarrollo del trigo y del garbanzo
Los cultivos sembrados hasta el 10 de mayo fueron los mejores, con rindes que oscilaron entre los 1.500 y los 2.300 kilos por hectárea. Los favoreció la ausencia de heladas. En algunos lotes el granizo hizo desastres.
“La finalización de la cosecha de trigo en Tucumán y en la región es un hecho. En general, las condiciones climáticas -sobre todo, las lluvias- permitieron que los cultivos se desarrollaran y llegaran a cosecha. Pero es necesario comentar algunos episodios que se dieron al finalizar la campaña”, dijo Oscar Ricci, productor y asesor técnico de empresas agrícolas.
Subrayó la importancia de los cultivos de invierno, sobre la base de dos aspectos: por un lado, protegen los suelos durante la estación; por el otro, si se desarrollan como corresponde, generan una renta al productor, sobre todo luego de un verano muy complicado.
“Sobre el final de la campaña, un temporal de granizo y viento destruyó el cultivo en unas 200 hectáreas con trigo ‘en sangre’, como se dice, en la zona comprendida entre La Virginia y Piedrabuena, y perjudicó a los productores”, contó.
Respecto del inicio de la campaña fina, Ricci recordó que se venía de una gruesa seca, con rendimientos bastante magros, por lo que ya se avizoraba una fina con pocas expectativas. “Pero las lluvias de abril, de mayo y de junio cambiaron estas perspectivas y el productor se largó a sembrar los cultivos de invierno con entusiasmo, empezando durante la última semana de abril y extendiéndose hasta junio”, dijo.
Precisó que las mejores siembras se dieron desde fines de abril hasta el 10 de mayo, con lotes sembrados de ciclo corto e intermedio corto. “Fueron los mejores, tanto de pan como candeal, en las diferentes zonas de siembra de la provincia y zonas aledañas”, dijo.
En esta situación de siembra, indicó que los lotes en general terminaron rindiendo entre 1.500 y 2.300 kilos por hectáreas, con picos en ambos lados, tanto lo sembrado a 26 cm como a 52 cm -la que más se utiliza en el NOA-, y con densidades de siembra cada vez más bajas.
Otra situación de siembra es la que va desde mediados de mayo hasta el 10 de junio, con trigos cortos e intermedios o intermedios largos. “Rindieron bastante menos, con lotes que se perdieron y otros que van desde los 500 hasta los 1.100 kilos por hectárea”, dijo.
Subrayó que aquellos lotes sembrados hasta el 10 de mayo se vieron favorecidos por algo inusual. “Al sembrarse temprano eran cultivos que podrían ser dañados por heladas en los primeros días de agosto, cuando estos trigos están en fenología sensible para esas heladas. Estas heladas no se dieron, por lo cual esos materiales cortos y sembrados tempranos salieron muy bien y sin pérdidas de rinde; e incluso con una calidad comercial bastante buena”, destacó.
Añadió que las condiciones de trilla que se dieron al finalizar el ciclo de maduración de los trigos fueron buenas, ya que solo se dieron algunas altas temperaturas que bajaron mucho la humedad de los granos. “Esto fue así hasta la última semana de octubre, cuando se dieron temporales de unos cinco días con un bajo aporte de agua. Pero en los lotes que quedaron sin trillar fue lavado y se brotaron; y la calidad buena que se venía dando empezó a caer, al bajar el contenido de gluten y los valores de falling number, por lo que perdieron calidad panadera”, señaló.
Dijo que afortunadamente, hasta ese momento se había trillado mucho en la provincia, y en general se sacaron los trigos de buena calidad. “La situación para los trigos tardíos fue diferente, ya que el temporal afectó la calidad; y a eso se sumó el fenómeno del viento y del granizo, que hizo desastre”, precisó.
Remarcó que los trigos que se regaron, sobre todo en pivote central en el sur de la provincia y en Los Altos Catamarca, rindieron con valores cercanos a los 5.000 kilos por hectárea. “Por supuesto que, aparte del riego, estos trigos llevan más insumos y fertilizantes para que se logren esos rendimientos. Y no soportaron inconvenientes climáticos”, señaló.
Casi a modo de balance, dijo que la campaña puede considerarse de buena a aceptable, aun cuando todo pintaba para que sea un desastre.
Similar escenario
Ricci contó que en lo que respecta al garbanzo, ocurrió algo similar. “En cuanto a las cuestiones fitosanitarias no hubo mayores inconvenientes, con baja presión de pulgón y de arañuelas, sobre todo en julio y en agosto, que se dio tiempo fresco y frenó a este último. Prácticamente se hicieron pocos tratamientos de control”, dijo.
Señaló que se dio algo de mancha amarilla temprana, drechslera y mancha negra en materiales susceptibles, y roya amarilla estriada. “Pero casi sin tratamientos y, por ende, sin incidencia en los costos”, precisó el especialista.
Ricci mencionó que este año se utilizó mayor cantidad de herbicidas residuales para trigo, por lo cual en general no se dieron problemas de malezas.
“Como hechos positivos podemos decir que las lluvias de abril fueron fundamentales para decidir la siembra. La falta de heladas de agosto en adelante permitió que los trigos de ciclo corto en siembra temprana lleguen bien. Como aspectos desfavorable destaco los puntos aislados de granizo, que destruyó todo donde cayó; y el temporal de cinco días a fines de octubre, que afecto un tercio de la cosecha que quedaba sin levantarse, y que generó problemas de calidad que venía siendo de buena a muy buena antes de ese hecho”, cerró.