Napoleón, un personaje que supera todo relato llega a la pantalla grande

Napoleón, un personaje que supera todo relato llega a la pantalla grande

Se estrena la monumental película de Ridley Scott protagonizada por Joaquín Phoenix, con la promesa de históricas escenas de combate como jamás se vieron en la pantalla. El amor con Josefina y las opiniones del director.

Napoleón, un personaje que supera todo relato llega a la pantalla grande

¿Cómo abordar un protagonista histórico monumental, controvertido, multifacético, complejo? ¿De qué manera hacerlo con un actor cuya presencia en pantalla puede opacar incluso al personaje que interpreta? ¿Qué herramientas de narración usar para sintetizar medio siglo de historia europea en 158 minutos? ¿Cómo administrar las escenas de combate con las de pasión amorosa?

Estas cuatro preguntas deben haber tenido respuesta en la mente de Ridley Scott antes de empezar a rodar “Napoleón”, el gran estreno del último tramo del año atento a la expectativa que generó y a la proyección internacional que viene teniendo la megaproducción, que promete imágenes de combates históricos como nunca antes se vieron y siempre se leyeron. Y desde hoy podrán ser contestadas también por el público tucumano, cuando se concrete su estreno nacional en las salas argentinas.

El desafío de Scott era enorme, de entrada mismo. Registrar en un filme a Napoleón Bonaparte desde sus orígenes en el Ejército enrolado en las fuerzas de la Revolución Francesa como oficial de bajo rango, su crecimiento como estratega militar y hombre de ciencias y leyes, su imparable ambición territorial y sus deseos carnales más mundanos, su asunción como emperador con ansias de gobernar toda Europa y su derrocamiento del poder absoluto, tras la derrota armada. Para enmarcarlo, nada mejor que desarrollar esa historia (una de múltiples lecturas) desde el marco referencial de su primera esposa, Josefina, con una relación particular y apasionante que deja lugar a las propias interpretaciones.

A la hora de elegir SU Napoleón recurrió nuevamente al siempre intrigante Joaquin Phoenix, ganador del Oscar por “Joker” (el “Guasón”) y que -desde antes del estreno comercial de la película- está escribiendo un nuevo discurso confiado en conseguir otra estatuilla de la Academia del Cine de EEUU. Si bien los críticos han manifestado reservas sobre la realización como producto integral, especialmente en cuanto a la visión del director, se deshacen en elogios acerca de las actuaciones principales (el actor comparte cartel con Vanessa Kirby).

En el caso Scott-Phoenix, es el reencuentro desde “Gladiador”, 23 años después, en una nueva realización de época, que fue cuestionada por ciertas inexactitudes sobre cómo pasaron exactamente las cosas, sin detenerse a pensar en dos aspectos: lo del director es cine, no un libro ni una cátedra universitaria; y lo que se sabe es, en sí mismo, también una reconstrucción en la cual la fidelidad depende de quién lo escribe.

“Una película no puede ser una lección de historia”, resumió Scott al diario español “El País”, como si hiciese falta aclarar los tantos. Lo cierto es que las principales batallas épicas del Gran Corso están reflejadas en pantalla como nunca antes, así como su apetito sexual. Y eso que hubo muchas otras oportunidades de hacerlo: el cinéfilo Hervé Dumont, uno de los especialistas más importantes en el séptimo arte, calculó hace años que Napoleón aparece en unas 180 películas, en distintos tramos.

Como héroe en plenitud o tirano caído en desgracia, enamorado o despiadado, Napoleón nos ronda en la pantalla grande desde hace 125 años. “Estuvo muy presente en la gran pantalla hasta la Primera Guerra Mundial en Francia, Italia, Alemania, Rusia y Estados Unidos; empezando por los pioneros del cine, los hermanos Lumière en 1897”, escribió en “Napoléon, L’épopée en 1.000 films” (“Napoleón: La saga de las mil películas”), editado en 2015. “Prácticamente todas las películas mencionadas en el libro, al menos hasta los años 80, albergan un punto de vista político y utilizan la ‘silueta bicornio’ para estos fines, ya sea abiertamente o no -menciona en una entrevista en ese año-. En Francia, aparece como un héroe de texto escolar o como un grabado popular barato de Epinal, bastante simplista. Tras el baño de sangre de 1914-1918, el Primer Imperio de Napoleón desapareció casi por completo de la pantalla hasta el regreso del general Charles de Gaulle y la Quinta República. Por el contrario, Napoleón y la Grande Armée rondaron el cine alemán de la época de Weimar y del Tercer Reich. Lo hicieron en las imaginaciones de Benito Mussolini producidas en la Cinecittà de Italia o en las pantallas de cine de la España nacionalista y católica de Francisco Franco, ejemplos aislados en una Europa que se había vuelto liberal después de la victoria aliada”.

Hubo mucho más, ya que tanto EEUU como la Unión Soviética también agregaron sus múltiples miradas, desde lo romántico (Marlon Brando en “Desirée”) a lo bélico con “Waterloo”, con Rod Steiger dirigido por Sergei Bondarchuk, pasando por decenas de producciones que no esquivaron la comedia, la farsa e incluso el porno. E incluso en la Argentina se estrenó una propia “Napoleón”, pero sólo tiene de similitud el título: en esta comedia de 1941 dirigida por Luis César Amadori, Pepe Arias se entera que le quedan dos meses de vida, y reparte su fortuna entre sus pensionistas; pero un día descubre que está sano y sin un peso.

El propio Scott se metió en la época napoleónica en su debut: “Los duelistas”, aunque el personaje no aparezca en pantalla (hay, obviamente, muchísimas citas más posibles, incluyendo “Monsieur N.”, sobre su exilio y final en la isla de Santa Elena, que no es la materia central de la película que se estrena hoy, aunque la aborda). E imposible hacer un listado de novelas, cuentos y relatos que lo mencionan.

A la hora de la evaluación, una guía de referencia es el sitio Rotten Tomatoes, donde el estreno alcanzó la calificación promedio de 80% de aprobación entre los especialistas, seducidos por las escenas de guerra a gran escala (como la batalla de Austerlitz) más que por la descripción de su relación con Josefina. La pretensión de abarcar mucho podría haber jugado en contra en el corte final. Scott agitó las aguas en una entrevista con la revista “Empire” en la cual comparó a Napoleón con “Alejandro Magno, Adolf Hitler, Josef Stalin”. “Tiene un montón de cosas malas en su haber. Al mismo tiempo, se destacó por su valentía, su capacidad de hacer y su dominio. Fue extraordinario”, completó ante la BBC.

¿Cómo no caer en la tentación? Napoleón vivió apenas 51 años, de los cuales ejerció el poder apenas en tres lustros (1799 a 1814) y luego tres meses más en 1815, en los cuales logró centralizar Francia como nunca antes; organizó el sistema bancario; multiplicó escuelas; sancionó el célebre Código Napoleónico (aún de referencia en las leyes); construyó un imperio a sangre y fuego desde España hasta Rusia; instituyó el régimen del Terror; se coronó a sí mismo Emperador; integró la Academia de Ciencias; fue colonialista y ocupó Egipto; ordenó matanzas y aún no se sabe si murió naturalmente o fue envenenado en su exilio forzado en la isla de Santa Elena cuando aspiraba a un regreso glorioso, en una apretada síntesis.

Es que “la vida de Bonaparte es una verdad incontestable de que la impostura se encargó de escribir”, como afirmó su contemporáneo François-René de Chateaubriand. En definitiva, un enorme forjador de su propio relato.

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