La diabetes, enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre, va en aumento: la prevalencia de la enfermedad, que ha dejado de afectar predominantemente a los países ricos, está aumentando de manera progresiva en todas partes, sobre todo en los países de ingresos medianos.
Esta patología es un problema de salud pública importante y una de las cuatro enfermedades no transmisibles (ENT) cuya carga los líderes mundiales se proponen aliviar mediante diversas medidas. Tanto el número de casos como la prevalencia de diabetes han aumentado progresivamente en los últimos decenios.
Un estudio internacional, que se publicó en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology, reveló que 43 millones de personas tenían diabetes en América Latina y el Caribe en 2021, y que la situación epidemiológica podría empeorar dramáticamente, ascendiendo a 121 millones de afectados para 2050.
Factores de riesgo
“Uno de los principales factores de riesgo que conduce a la diabetes es el estilo de vida que llevamos en Argentina y en el mundo: elevadas tasas de sedentarismo asociadas a inadecuados descansos y alimentación con pocas frutas, vegetales, legumbres (lentejas, garbanzos, porotos, arvejas), cereales integrales, y semillas por un lado, y con elevado consumo de azúcares y grasas de mala calidad a través de gaseosas, jugos, dulces, productos de panadería, galletitas, alfajores, snacks y otros productos procesados y ultraprocesados”, explica la licenciada Natalia De la Rúa, profesora de la Universidad de Belgrano.
“En Argentina uno de cada cuatro habitantes tiene obesidad, lo que significa que alrededor del 36% de la población del país tiene sobrepeso; cifra totalmente alarmante si observamos que la obesidad aumentó un 72% en relación con la primera encuesta que realizó el Ministerio de Salud”, añade De la Rúa.
Por desgracia, en muchos lugares la falta de políticas eficaces para la creación de ambientes conducentes a modos de vida sanos y la falta de acceso a una buena asistencia sanitaria se traducen en una falta de atención a la prevención y al tratamiento de la diabetes, sobre todo en el caso de personas de escasos recursos. “En materia de prevención, es fundamental comprender la importancia de la formación de hábitos alimentarios desde la primera infancia. Modelar las preferencias alimentarias hacia elecciones más saludables probablemente resulte el arma más poderosa en la prevención de esta condición. En cuanto a la alimentación se recomienda incorporar vegetales y frutas variados en almuerzo y cena, cereales integrales y legumbres, muchas veces olvidadas en la alimentación de nuestra población. También reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y con alto contenido en azúcares sin olvidar que no hay alimentos prohibidos. Sumar ejercicios aeróbicos y de resistencia muscular y asociarlo a un buen descanso.
Intervenciones
Sin embargo, si no fue posible prevenir la diabetes, una vez diagnosticada hay mucho por hacer, y cuánto más precoz sea la intervención mejor será el control y la prevención de las posibles complicaciones.
La intervención nutricional de la persona con diabetes no es más que la implementación de una alimentación saludable, y es fundamental consultar con profesionales idóneos que trabajen de una manera individualizada sin olvidar que ante todo frente a ellos hay un ser humano”, Jimena Palacios, docente de la carrera de Nutrición de la Universidad de Belgrano.