Carlos Duguech - Analista internacional
Henri Kissinger, con sus 100 años cumplidos en mayo último, hubiera sido un adecuado asesor en el tema China para el presidente Joe Biden en su encuentro reciente con Xi Jiping. Le hubiera expresado que conoce bien a los chinos luego de sus 50 viajes a China (sí, 50, no es un error). Y de haber llegado a entrevistarse con Mao, cumpliendo una misión secreta encomendada por el presidente Richard Nixon, de EEUU. Lo cuenta en detalle en un libro publicado en 2102, de 600 páginas, con el simple título “China”, que era el resultado de una información compilada y realizada por la “Kissinger Assosiates Inc” a partir de la información obtenida en los viajes.
En San Francisco, EEUU, se reunieron recientemente Joe Biden con el presidente chino Xi Jimping en ocasión de la cumbre de Aspec (Cooperación Económica Asia Pacífico). Temas como el fentanilo (una droga opioide sintética, poderosísima) que causa estragos en EEUU por sobredosis, fueron acordados al igual que las normas a cumplir sobre el cambio climático. Otro tema que concitó la atención de los presidentes fue el de la inteligencia artificial, comprometiéndose en la cooperación sobre el asunto. Una cuestión, era de esperar, se quedó en el tintero. Taiwán, ¡cuándo no! Una isla situada a unos 180 kilómetros de la costa de China, al sureste, de una superficie de 36.000 km 2, algo mayor que la provincia de Misiones y de casi 24 millones de habitantes (la mitad de la población argentina). Una isla con historias de ocupaciones diversas desde el siglo XVII (japoneses, holandeses, chinos y españoles). Desde casi finales del siglo XVII es ocupada por algo más de dos centurias. Sólo en 1895, luego de la guerra entre China y un Japón triunfante, éste se queda con el dominio de la isla. Claro que después el Japón humillado de Hiroshima y Nagasaki, sumadas las incesantes oleadas de bombardeos incendiarios, pierde el dominio sobre Taiwán (también llamado Formosa, en un tiempo). Se produjo lo que los chinos llaman “retrocesión de Taiwán” que, a partir de la rendición de Japón en la IIGM vuelve al dominio chino el 25 de octubre de 1945 (según lo establecía la Declaración de Potsdam suscrita por EEUU, China y Reino Unido). El partido nacionalista chino (Kuomintang) derrotado por las huestes comunistas de Mao fomentó la “emigración” hacia la isla de Taiwán, constituyendo allí el gobierno, identificando como República de China al territorio de la isla. Si bien en algún tiempo formaba parte de la ONU se revirtió la situación al reconocer esta organización luego de un complejo proceso, que China continental, la República Popular China (comunista) se incorporaba al organismo internacional como miembro pleno el 25 de octubre de 1971. Y con el privilegio del asiento permanente en el Consejo de Seguridad, el más valioso y discutido órgano de la organización.
Mr. Biden, sea prudente
¿Imagina, señor presidente de los EEUU, que a Xi Jinping se le pudiera ocurrir considerar el estatus de Hawái, en el Pacifico norte a 3.200 km. del territorio de los EEUU? ¿Y que por ello promueva intentar volver a su estado de independencia, anterior a la anexión forzada al territorio estadounidense como estado número cincuenta? ¿Se imagina? Claro que este ejercicio es sólo para poner de manifiesto -como cartas sobre la mesa- la situación que se crea con Taiwán, como si los EEUU pretendieran ejercer un protectorado político.
“Jugando con fuego” seria la más apropiada figura retórica para el caso. Tengo presente cuando Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes de EEUU viajó a Taiwán para apoyar a su gobierno. Y lo hacía en contra de la definición de la China comunista que proclama una sola China, involucrando al territorio insular. Lo llamativo por lo inusual y por salirse de las normas de la diplomacia y las relaciones entre países soberanos, fue que el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, dijera, en la ocasión (6 de agosto de 2022): “el viaje de Nancy Pelosi fue una provocación. Y un problema para toda la comunidad internacional”. Palabras que un diplomático jamás debía pronunciar en ejercicio de la representación de su país, así fuere que está convencido de lo que piensa.
En suma, bueno sería que el asunto Taiwan deje de ser prioritario para Biden y su país si se quiere armonizar las relaciones entre EEUU y la China que se viene posicionando - “a tasas chinas”- en un mundo donde no faltan los conflictos. Desde la platea se observa casi como natural una guerra de Rusia contra Ucrania y la de Israel contra un grupo terrorista en medio de una de las regiones de más densidad poblacional del mundo: Gaza.
Dos polos, ahora
La bipolaridad a la que se acostumbró el mundo y los EEUU con la diezmada URSS (hoy Federación Rusa) está derivando hacia la del binomio EEUU-China, cada vez con más lógica y necesidades. Y de esto seguramente tienen conciencia los dirigentes, particularmente los demócratas de EEUU. La cuestión es cuidar este armado que se está generando, casi naturalmente. Aunque es necesario decirlo: gran mérito el de China, que viene haciendo todo lo que hay que hacer. En lo interno, (para más de 1.430 millones de chinos) y hacia el mundo.
Cazar a los terroristas
Estados Unidos. Gran Bretaña. Francia, Italia, Canadá, Argentina, Siria, Brasil, Chile, México y muchos otros países denominan “Fuerzas armadas” a su sistema militar. En el caso de Israel son FDI, Fuerzas de Defensa Israelí y en Japón FADJ (Fuerzas de Autodefensa de Japón). Una significativa expresión semántica que alude a una muy particular valoración de las fuerzas armadas. Esta digresión en la columna es para advertir el sentido de las denominaciones que mucho dicen de un país. Necesitado de defenderse.
No tiene parangón la accion terrorista del 7 de octubre contra israelíes del sur y algunos visitantes. Netanyahu, pese a que su reacción fue como se suponía, por la magnitud y las características dantescas del daño, sólo atinó a clamar “venganza”. Lo que nadie aún explica, ni desde Israel ni desde otros observadores de la acción masiva terrorista, es por qué la reacción de la Fuerzas de Defensa Israelí demoraron angustiosos y torturantes dos días para expulsar a los terroristas que todavía operaban criminalmente en suelo israelí. La acción de “venganza” se sitúa en el territorio de Gaza encaminada para hallar y abatir a los integrantes de la célula terrorista de Hamas, su brazo armado, las Brigadas Ezzedin Al-Qasam, Claro que para ello, en una zona poblada de alta densidad (5.500 habitantes por km2) si no se respeta a los no combatientes, a las mujeres y a los niños y sus viviendas, se engrosan dramáticamente las cifras. Una de ellas, la que indican los niños muertos oscila entre 3.000 y 4.0000 hasta ahora. Tomando la cifra intermedia (3.500) equivaldrían a que el alumnado de veinte escuelas como las de nuestra ciudad resultasen muertos.
El bombardeo de complejos de viviendas y edificios de todo tipo y el avance de tanques y vehículos de guerra a la caza de terroristas, a como sea, conlleva –nadie puede ignorarlo- ataques injustos, desgraciados “efectos colaterales” inhumanitarios. Lo está sufriendo la población de Gaza, no terrorista, civiles desarmados, hambrientos, desalojados, sin agua suficiente, sin electricidad, sin posibilidades de atención médico-hospitalaria segura.
“Morir de hambre”
Advirtió la ONU que la población de gaza empezará a morir de hambre por la imposibilidad de hacer llegar alimentos a través de Egipto por la falta de combustible para los vehículos que los transportan y distribuyen. De los datos sobre muertos según las autoridades de la franja de Gaza surge que fueron víctimas 12.000 personas. Es imposible suponer que todo ellos son terroristas, obviamente. Estas víctimas más la muerte de niños y la destrucción de viviendas conforman un paquete que se califica como “crimen de guerra” del que será acusado Israel.
Netanyahu y su gobierno deberán evaluar lo que se dice en voz baja y casi todos los que analizan la situación suponen: Israel está en alto riesgo. Entonces deberá diseñar un plan de contingencia. Un plan que contemple nuevas hipótesis de conflictos a la vez que heroicos y nobles planes de política internacional, para evitar una riesgosa escalada en la región. Siendo Israel el más occidental de los países del Medio Oriente, puede y debe hacerlo.