“He aprendido a no darle mucha bolilla al tema del género. Soy músico antes que todo, y hombre y mujer tenemos las mismas capacidades. La música no tiene sexo, finalmente”.
Con esta claridad responde Yamile Burich que disfruta plenamente de la música, sea pop, folclore, chamamé, pop, rock o baladas. Desde niña, en Tartagal (Salta) aprendió a tocar el piano, en una familia donde se escuchaba folclore y tango; de repente descubrió el saxo, y con este instrumento, el jazz, al que no abandona desde los 16 años. Estudió en Londres, y entre Nueva York y New Orleans, definió su perfil.
Será la primera en presentarse esta noche de cierre del Festival de Jazz en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601, a las 20), con su trío integrado por Maia Korosec (contrabajista) y Hernán Rodríguez (batería), a los que se agregarán Leo Vera (guitarra) y Bonito Solito (trombón). “Estoy muy contenta de estar ahí, además con músicos locales, para mí es todo bien”, le respondió a LA GACETA durante una entrevista realizada a través de audios. “Yo tomo la música desde mi alma y desde mi corazón, y toco siempre”, reafirma.
- ¿Qué se escuchará esta noche?
- Principalmente vamos a interpretar mis composiciones. Soy autora, y vamos a hacer temas de mi disco último como “Ansiedad”, así como de “Bardo”, “Alegría” y “Random”. Tengo mucha expectativa de tocar con los músicos invitados locales. Estoy muy feliz con este show.
- Te pregunto sobre el sexo porque las mujeres han estado y están desplazadas de ser primeras figuras, poco se las ve tocando instrumentos, por ejemplo.
- Sí, pero aprendí a no darle importancia y seguí para adelante, porque el deseo de tocar fue más fuerte, casi una obsesión. Fue algo imparable y me ayudó a romper barreras. Seguí tocando, con una fuerza que fui consiguiendo con los años y con la lucha, tratando de ganar oportunidades y de darle a mi vez oportunidades a otras chicas. En Estados Unidos existe una ley que sí le dan bola, pero acá no. Estamos en esa lucha, porque generalmente lo que se ve son mujeres cantando y hombres tocando, eso parece estar preconcebido.
- ¿Cuáles son tus influencias en todo este camino?
- Muchas, desde María Elena Walsh, el Cuchi Leguizamón, Ástor Piazzolla, y otros modernos, son un montón. También me gusta tocar los standards clásicos y Charlie Parker, Miles Davis, Kenny Garret, Stevie Wonder, son muy numerosos, en realidad. Hasta Michael Jackson.
- ¿Cómo elegiste el saxo?
- A los 10 años, más o menos, nos mudamos a la capital de Salta. Ahí hice toda mi secundaria y empecé a tocar en la Escuela de Música. En primer o segundo año de la secundaria empecé a estudiar saxo. Y después, a los 13 o 14 años, tocaba con una banda de covers, La Revival. Allí fue donde vi a alguien tocando el saxo: me encantó y quise probar. Y aquí seguimos, probando. El saxo tiene una sonoridad increíble, comencé con el alto, pero ahora toco alto, soprano, flauta, clarinete…. El jazz me da mucha energía, es vital y da alegría.
- Fue genial ese video que se viralizó del niño bailando....
- Sí, era en la época de la pandemia y yo estaba tocando sola con los músicos ya me había subido a una mesa... y afuera estaba este niño que se movía con tanta soltura y alegría. A Bautista (es el nombre del niño) lo grabaron bailando, el video se viralizó y luego le ofrecieron una beca en una escuela de danza. Son esas cosas del jazz que produce esa alegría.
- Darán una masterclass, ¿de qué tratará?.
- Será un ensayo abierto, en vivo. Vamos a mostrar cómo hacemos los temas y trabajamos internamente, la composición y la improvisación y la forma cómo lo hacemos nosotros. De qué se trata el jazz y cuál es su estructura, cómo se armó esta música, los instrumentos y sus sonidos. Bueno, todos estas cosas, espero que vengan, estará bueno.