Vacaciones 2023/24: la fascinante experiencia de viajar en el tiempo en una colonia menonita

Vacaciones 2023/24: la fascinante experiencia de viajar en el tiempo en una colonia menonita

Abiertos a las visitas, pero aferrados a sus tradiciones, los menonitas permiten asomarse a un mundo de otros tiempos.

Hacer turismo en una colonia menonista FOTO Weekend
17 Noviembre 2023

En la provincia de La Pampa, se esconde un tesoro singular: la colonia menonita de Nueva Esperanza en Guatraché. A pesar de los casi 700 kilómetros de distancia desde la bulliciosa Buenos Aires, cada kilómetro del viaje se justifica con la experiencia única que ofrece esta colonia establecida en 1986 por más de 1000 menonitas provenientes de México y Bolivia. Un viaje en el tiempo y una inmersión en un mundo aparte aguardan a quienes se aventuren a explorar este rincón especial.

La ruta hacia Nueva Esperanza trasciende la mera distancia física; es un viaje en el tiempo que permite asomarse a una forma de vida que permaneció prácticamente inalterada durante décadas.

Aunque los últimos 40 kilómetros desde Guatraché hasta la colonia son por rutas provinciales no asfaltadas, la recompensa es adentrarse en un retazo de vida enraizado en tradiciones religiosas y valores fundamentales.

Cómo es la vida en la colonia menonita La Esperanza

La colonia, bautizada Nueva Esperanza, revela un modo de vida profundamente arraigado en la fe y la austeridad. Los menonitas, anabaptistas que siguen los principios de Menno Simons, mantienen sus tradiciones a lo largo del tiempo. En esta comunidad, el plautdietsch, una mezcla de alemán y holandés, es el dialecto principal. Los padres enseñan castellano a sus hijos en casa, y en la escuela, que se asiste hasta los 12 años, se aprende el alemán antiguo puro.

El trabajo y la vida cotidiana en Nueva Esperanza están marcados por la austeridad y la necesidad de ser autosuficientes. La falta de tendido eléctrico se suple con generadores en los comercios, y la movilidad se limita a buggy o caballos. La barrera idiomática, donde el alemán predomina, funciona como una protección ante influencias externas.

Tanto dentro como fuera, las reglas son las mismas: las mujeres llevan las cabezas cubiertas con sombreros idénticos (además de un pañuelo blanco si están solteras o negros si están casadas), las vestimentas son recatadas y a la antigua, con el inexorable mameluco que unifica a todos los hombres de la colonia. Sin embargo, hay cambios: las mujeres ya no caminan detrás de los hombres; muchas atienden sus propios negocios o viajan solas a Guatraché. Sin televisión, teléfono ni Internet, los menonitas parecen vivir en un mundo paralelo, rodeados de un paisaje solitario donde impera la llanura, las vacas y algo del monte pampeano.

El trabajo es una parte fundamental de la vida menonita. Se trabaja de lunes a sábados, y el domingo es el día de reposo religioso y unión familiar. Los únicos feriados son los religiosos: Reyes, Semana Santa, Pentecostés, Navidad, días en los que se comportan como cualquier domingo, con feriado laboral, visita a la iglesia y reuniones familiares y de amigos. Además, los cultos se realizan en alemán puro.

Los menonitas, esencialmente agricultores que trabajan la tierra para ganarse el pan, también se encargan de las pasturas para sus vacas lecheras, siguiendo el mandato bíblico. El tambo es otro de los trabajos tradicionales, arraigado en la tradición holandesa que está en la base de su religión. Además de la agricultura, hay metalúrgicas, carpinterías, talleres, almacenes y queserías en la colonia. 

Curiosidades de la vida menonita

Es fascinante observar cómo los menonitas se aferran a sus tradiciones. En la colonia, no hay tendido eléctrico (se utilizan generadores en los comercios), no hay vehículos ni deportes, y se siguen estrictas costumbres anabaptistas cristianas. Rara vez se casan con forasteros. La comunidad es gobernada por un Consejo integrado por Obispo, Ministro, Mandatario y Jefe, elegidos cada año por todos los integrantes de la colonia, encargándose de resolver distintas situaciones y conflictos externos e internos.

Los niños asisten a la escuela hasta los trece años, donde estudian lengua, matemáticas (con énfasis en medidas métricas) y religión. Leen la Biblia en alemán antiguo, y una de las actividades escolares es el canto de salmos religiosos. Cada escuela tiene su propio coro. En el interior de la colonia, múltiples calles de tierra facilitan la intercomunicación entre los distintos sectores. Utilizan carruajes singulares llamados calesas tirados por caballos, cuya circulación permanente llama la atención del visitante, al igual que algunos tractores desprovistos de cubiertas de caucho.

Cómo visitar la colonia menonita

Para ingresar en la colonia como turistas, existen guías autorizados. Hacerlo de otro modo, sin excursión ni guía, puede no ser tan sencillo. En primer lugar, podría ir en contra de los deseos de los habitantes, quienes se encargarán de hacer saber a los visitantes si no son bienvenidos. 

Durante una las visitas, que según el tamaño del grupo dura entre cuatro y cinco horas, se recorren los diferentes lugares de producción, se visita la iglesia y se comparte tiempo en una casa de familia.

Aunque no se puede entrar en la iglesia, los guías pueden indicar a través de una ventana los lugares por donde hombres y mujeres deben entrar, sentarse y, sobre todo, no mezclarse en el interior.

Además se degusta los maravillosos manjares que producen los pobladores, desde dulces hasta quesos.

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