Si las estrategias garantizaran los resultados, el desenlace del balotaje estaría sentenciado. Sin embargo, no siempre quien plantea mejor un juego es el que gana. Por lo pronto, a una semana de la segunda vuelta presidencialSergio Massa le dio una paliza táctica a su rival Javier Milei. Al punto que el libertario debió dar respuestas durante buena parte del debate, en lugar de quien es hoy el ministro de Economía de la Argentina
Las dudas que se habían generado respecto de qué posturas asumirían los dos postulantes quedaron disipadas al comienzo de la transmisión. Massa se mostró más templado, aunque agresivo, con una clara vocación para aprovechar los nervios de su rival. Rápidamente, Milei cayó en esa trampa que le tendió el líder del Frente Renovador y agotó su tiempo de exposición en responder los ataques antes que en elaborar propuestas. Si alguien pensaba que se iba a topar con un Milei más mesurado en esta noche, se equivocó. El diputado fue como el que mayoritariamente se mostró durante la campaña: sin filtros y temperamental.
Hubo chispazos de tensión: Milei tildó de "ventajita" a Massa y hasta de delincuente. El tigrense volvió a la carga con la idea de un examen sicofísico a su rival y hasta denunció que tiene propiedades en Estados Unidos. Incluso apeló a un golpe bajo, sembrando la duda respecto de por qué no le renovaron una pasantía cuando era joven en el Banco Central.
El segundo bloque mostró otra dinámica: Milei recuperó la serenidad para apretar a su rival con datos y un repaso de la historia, como la pandemia, la muerte del fiscal Alberto Nisman, las modificaciones del índice de movilidad jubilatoria y las agresiones en el Congreso. En cambio, Massa perdió la capacidad de acorralar a su contrincante con las preguntas del “sí o no” que tan bien le habían funcionado en el primer segmento. Quizá fue el momento del programa en el que más incómodo pareció estar el candidato de Unión por la Patria; de hecho, el postulante de La Libertad Avanza lo comprometió con los grandes reparos hacia el kirchnerismo: el avance contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación mediante un juicio político.
La dominación discursiva es clave en un debate, y así como en la primera parte el dominador fue Massa, en el segundo hubo una mayor paridad. Los lenguajes corporales también fueron muy claros: las sonrisas sarcásticas de Milei cuando escuchaba a Massa y la recurrente y oportuna tos de Massa cada vez que Milei tomaba envión en sus minutos de exposición. De la misma manera, las caminatas naturales del tigrense frente a la posición rígida del diputado en su atril.
Más allá de lo visto en el escenario de la Facultad de Derecho de la UBA, el debate también se dirimió en otros ámbitos. Y allí hubo un espacio que Milei dejó vacío: a lo largo de las horas de transmisión, la cuenta oficial del candidato libertario no mostró actividad. En cambio, la del postulante oficialista abarrotó de posteos y de cortes con segmentos de lo que estaba sucediendo.
El debate, más allá de las especulaciones y subjetividades, puede resultar clarificador para millones de argentinos aún indecisos. A una semana del balotaje presidencial, que dos candidatos que apelaron a los agravios personales y a las chicanas más que a las propuestas hayan podido discutir de cara a la sociedad es saludable. Las urnas dirán si las estrategias usadas esta noche por los postulantes habrán servido.