Un triunfo que vale oro en polvo, que acerca a Atlético a la Copa Sudamericana. El 2-1 ante Gimnasia y Esgrima en El “Bosque” sanó las heridas de algunos pasos en falso del “decano” de visitante en la Copa de la Liga, y también resultó un bálsamo luego de la agónica derrota con el “rojo”.
“Lo más rescatable fue la postura del equipo, sabiendo que era la última posibilidad que teníamos para ilusionarnos con una copa”, afirmó Favio Orsi en la breve conferencia de prensa post partido.
El mismo once que ante Independiente fue la apuesta de la dupla para afrontar el desafío ante un Gimnasia necesitado pero limitado.
El deseo de Leonardo Madelón pasaba por repetir lo que su equipo hizo en el primer tiempo contra River (definitivamente, no lo exhibido en la igualdad a domicilio frente a Arsenal), más allá de la derrota que sobrevino después.
Esta vez, frente a un Atlético que llegaba golpeado (dos derrotas consecutivas, apenas una victoria en las últimas seis presentaciones) y con la urgencia de subir en la tabla antes de que fuera demasiado tarde para un 2024 con pasaporte en mano.
Durante casi media hora, no pasó casi nada. Apenas algunas aproximaciones del “tripero”, sin padecimientos para Tomás Marchiori.
Algo sí se percibía en el estadio “Juan Carmelo Zerillo”, la diferencia de jerarquía individual entre uno y otro. Daba la impresión de que apenas Atlético lograra conectar, un tal Joaquín Pereyra, o un Marcelo Estigarribia o un Mateo Coronel dejarían su sello, sobre todo porque la fragilidad defensiva del anfitrión era ostensible.
Y así fue nomás. Con esa precisa asistencia de “Joaco” –genio y figura- cambiada por gol por un “Chelo” on fire (definición precisa, tercer gol en esta copa). Y un calco de esa jugada, sólo con final diferente por el tiro ancho de Estigarribia, casi deriva en el 2-0 poco después.
En ese tramo final del primer tiempo, el “deca” justificó su ventaja. La lluvia, que había dado un respiro promediando el primer tiempo, volvió justo a tiempo para el arranque del complemento.
Y el renovado vendaval de agua coincidió con 10 minutos de furia del “bobo”. Un golazo del sustituto uruguayo Matías Abaldo desde fuera del área aturdió a Atlético e hizo delirar a los simpatizantes “triperos”, que sintieron que enterrar definitivamente el fantasma del descenso podía dejar de ser solo un anhelo.
Pero a Gimnasia el envión le duró poco. Pereyra comenzó a frotar la lámpara nuevamente. El anfitrión quedó contra las cuerdas: hubo un par de salvadas sobre la línea y la duda enorme de un penal finalmente no cobrado por Yael Falcón Pérez, pese a su revisión en el monitor a instancia del VAR.
Poco importó, porque el conjunto de Gómez y Orsi no se inmutó. Y encontró el 2-1 en una pelota que cruzó toda el área y Nicolás Romero, oportuno, empujó al gol.
Otra vez en desventaja, los nervios consumieron al “tripero”. A Madelón las transmisiones partidarias le cuestionaban algunos cambios y la gente, empapada y estoica, empezó a cansarse.
El local estaba para el “cachetazo”. Y si Atlético no goleó fue sólo porque continúa siendo frugal en el arco contrario. Claro, como suele suceder en estos casos, la falta de eficacia ofensiva podría haber terminado con un disgusto para la visita, si Cristian Tarragona hubiera acertado en la agonía del duelo.
Como curiosidad, Sergio Gómez fue expulsado por un airado reclamo a un jugador propio, Matías Orihuela, que ya estaba amonestado.
¿Cuál fue la clave de la victoria? Orsi lo explicó así: “Cuando nos hicimos cargo de la pelota, el partido se hizo favorable a lo que habíamos pensado”.
Atlético se reencontró a sí mismo, en el juego y el resultado justo a tiempo. Y dejó a Gimnasia sumido en un ataque de angustia.