La dura escena de un automovilista ayudado por policías y un playero para empujar su auto hasta el surtidor para cargar 10 litros de nafta –transmitida en nuestro informe de LGPlay- da cuenta de la emergencia que ha vivido el país a causa del faltante de combustible. Actividades con riesgo de parálisis, viajes postergados, contratiempos personales de todo tipo, desesperación y conductores obligados a hacer extenuantes colas bajo el sol o bajo la lluvia han sido el panorama triste de una sociedad abatida por un problema que no debió ocurrir.
La crisis de abastecimiento ha dado lugar a muchas explicaciones. Hay quienes hablaron de intenciones electoralistas –un sindicato petrolero acusó a los empresarios del sector- y el ministro de Economía aludió a intereses empresarios para salir del esquema de precios cuidados, a los cuales llegó a advertir que se suspenderían los permisos de exportación si no se normalizaba el abastecimiento.
También un directivo de Capega –la entidad que agrupa a las estaciones de servicio- dijo que la crisis comenzó hace 45 días, “sobre todo en las estaciones de YPF por el diferencial de precios con otras (estaciones)”; es decir que comenzó a volcarse mayor demanda sobre ellas; “después el canal mayorista (el agro, grandes transportadores, grandes industrias), producto de distorsiones, se volcó a estas estaciones de servicio” y, finalmente, “las paradas programadas de dos refinerías de YPF que se iban a suplantar con importación y no se pudo por falta de dólares para el pago”. A esto hay que agregar que por las distorsiones de precios internacionales y nacionales de los combustibles se ha dado la circunstancia poco comprensible de que se importa gasoil por un precio mayor que el que se lo puede vender en el mercado interno. De ahí que se haya dado la crítica de las autoridades a las petroleras por una cierta preferencia para exportar y una reticencia a comercializar en el mercado interno. A todo esto se suma un aumento de la demanda por parte del agro, que está en plena campaña de siembra.
Por todo esto, ciertamente, surgió la desesperación de la gente que, ante el panorama de desabastecimiento, acude en masa a tratar de conseguir combustible para anticiparse a un incremento en los precios en un contexto político volátil como el que estamos atravesando.
Así las cosas, la llegada de barcos con combustible ha generado expectativas de que la situación vaya a normalizarse pero el mismo referente de Capega ha advertido que la normalización puede demorar incluso más de 72 horas. “A un problema complejo, una situación compleja”, explicó.
No cabe duda de que se trata de un problema complejo aunque es evidente que debió preverse la crisis ante la magnitud de las señales que lo advertían.
Las distorsiones de precios, la falta de efectivo, los parates obligados que pudieron preverse, los acuerdos que no se cumplieron por desconfianza o crisis política y económica, todo eso debió formar parte de un debate previo en busca de salidas que permitieran evitar el desastre y aliviar a la población de esta situación de angustia y caos.