La eliminación de San Martín comenzó a gestarse mucho antes de que Diego Ceballos pitara el inicio del partido. Se fue cocinando a fuego lento desde el mismo momento en el que Pablo Frontini decidió diseñar el plan para salir a jugar el duelo contra Riestra.
Falló feo la planificación; nunca se entendió qué quiso hacer el entrenador en un partido en el que un empate le alcanzaba al “santo” para avanzar a la siguiente fase.
El modelo 2023 de San Martín ya había demostrado, durante varios pasajes del torneo, que le pesaban los partidos decisivos; que se bloqueaba y que no sabía cómo resolverlos. Por eso, no se entiende por qué el entrenador, teniendo en cuenta ese detalle, decidió poner en cancha un medio campo “livianito” y tres puntas (todos centrodelanteros), regalando las bandas y dejando que un visitante astuto pudiera coparle la parada con extrema facilidad.
Era el partido ideal para poblar el medio, para bajarle los decibeles al juego, para “pinchar” la pelota y para poner el trámite en el freezer. Pero el “santo” hizo todo lo contrario.
Fallaron las conexiones, no hubo dos pases seguidos, el equipo abusó del pelotazo, se metió en el torbellino y en la desesperación que quería el “blanquinegro” y la única jugada de peligro llegó sobre el final del primer tiempo gracias a una escalada de Nahuel Banegas, cuando Riestra ya estaba en ventaja.
Si Frontini erró en el planteo inicial, con los cambios no hizo más que armar un verdadero caos dentro del campo.
En ningún momento el “santo” tuvo juego asociado, la pelota les “quemó” a todos los futbolistas y así Ignacio Arce fue un espectador de lujo durante todo el partido.
Matías Modolo le dio una lección a Frontini de cómo planificar un partido crucial. Con un rival limitado en lo técnico, pero lleno de enjundia, el DT visitante supo llevar el juego al costado que más le convenía.
Lo empujó a San Martín hacia el barro, lo ensució, sacó pecho y se llevó el boleto a la segunda fase del Reducido, mientras Frontini y compañía se quedaron prácticamente de brazos cruzados.
La enseñanza extra que debe dejar la eliminación en La Ciudadela es que para pelear cosas importantes, se necesita tener un plantel importante; y el que ayer quedó en el camino, demostró durante todo el campeonato que estuvo lejos de serlo.