Mientras Tucumán descansa los sábados por la tarde, un grupo de valientes le da movimiento y alegría al centro. En bici, con música, con campanadas y con mucha buena onda salen a dar vueltas; pero no sólo llevan emociones positivas a los que se cruzan -que les sonríen y los saludan- sino que el trasfondo es aún mejor: llevan alimento a animales en situación de calle. Les llaman “Perri-Viandas” y trabajan como un delivery: cargan la comida para mascotas y otros preparados en las canastas de sus bicis, y salen a repartir a más de 30 perros, y a decenas de perros y palomas. “Y quien quiera puede sumarse a salir con nosotros”, dice entusiasmada a LA GACETA Irene Villa, impulsora de la propuesta en la provincia.
Tienen recorrido propio; con el tiempo han sabido identificar dónde y cuándo están los animales; hay paradas en las que alimentan dos perros y otras en las que pueden darle viandas hasta a 10, como en el Parque Avellaneda. Los amiguitos de cuatro patas ya los conocen; cuando escuchan el timbre todos empiezan a correr hacia el centro del espacio verde. Se tranquilizan y empiezan a mover la cola como péndulo: saben que el mejor momento de su día está por llegar. “Estamos desde el 13 de mayo, que fue la primera vez que salimos con un grupo de amigos. Saqué la idea de un TikTok, de un chico de México. Me encantó; me parecía una fantástica propuesta para replicar. Yo ya alimentaba perros de la calle, pero me gustaba más esto de salir en bicicleta y tener puntos fijos”, comenta mientras preparan y reparten las bandejas a los perros. “Tienen una porción de alimento seco, una de alimento húmedo y un caldo hecho con pollo, arroz y un poco de verduras. La idea es que no coman sólo un ultraprocesado. Y también salimos con antiparasitarios, según lo que necesiten los perritos”, agrega Irene.
Toda la preparación para las salidas empieza el viernes: la “jefa” del grupo se encarga de comprar las verduras y de fraccionar los alimentos; una de las chicas se ocupa del alimento de aves y otro compra la comida para gatos. El sábado por la mañana, Irene prende las hornallas y prepara el caldo: “es de hueso de pollo o de vaca, con un poco de carne. Se deja hervir más de tres horas, hasta que suelta el colágeno. Ahí le agregamos las verduras ralladas, como zapallitos, zanahoria, y también un poco de arroz, fideo o polenta. Lo dejo enfriar, lo guardo en bidones, cargo todo y en la plaza nos distribuimos”.
Experiencias
El reparto empieza en plaza Yrigoyen; luego se mueven hasta Casa Histórica, a plaza Urquiza y se cruzan al Colegio Nacional. “Ahí tenemos un sector con varios gatos. Generalmente no los vemos, porque están en el techo. Les dejamos ahí, y bajan cuando se sienten seguros. Para los pájaros también vamos dejando en algunos lugares. Con los perros es diferente; el timbre es esencial. Para ellos los sonidos son claves; al principio no nos daban bola, empezamos a usar el timbre y eso fue fundamental. Ahora vienen corriendo”, explica Victoria Bustos, otra de las miembros más antiguos del equipo. Al team lo completan Fernando García, Jimena Escudero y Camila Gómez. “Al principio era complicado, porque éramos nosotras dos. Después se sumó Fer; ahora es más llevadero. Y está buenísimo; son dos horas nada más. Andamos, y sí, volvés cansado, pero también muy contento [...] Es muy divertido, te llena eso; esto no es para tontear, para salir por salir. Te devuelven mucho amor, es un disfrute”, resume Vico.
Una vez en cada punto, los voluntarios despliegan todo su arsenal. Cada uno de los miembros tiene una función; en una mesa cedida o en el mismo suelo, los chicos preparan las viandas. Un poco de alimento y la sopa para darle consistencia. Así es cómo, en cada una de las bandejas, los chicos separan la preparación. Por supuesto, los perritos esperan ansiosos: “algunos ya tenían nombres, a otros les fuimos poniendo nosotros”, dice Vico. En el parque, por ejemplo, están “Princesa”, “El capitán”, “Willy”. Todos ellos esperan atentos su comida; algunos pícaros -con cara tierna y emociones fuertes- piden ser alimentados más de una vez. Por supuesto, los chicos cumplen con los deseos de los caninos. Claro está, no solo les dan de comer; también reparten mucho amor. Cada uno de los perros recibe su dosis diaria de mimos.
“Nuestro sueño es que esto se haga más grande; no sólo venir los sábados. Ya estamos pensando en qué vamos a hacer cuando empiece a hacer calor; hoy (el sábado) empezamos a las 17, y es la primera vez que salimos tan tarde. Cuando empiece a hacer más calor seguramente tengamos que comprar luces; la idea es poder venir también feriados y entre semana”, agrega Irene.
Colaboración
La propuesta tomó gran relevancia en las redes a partir de un video que publicó @lamascotera.ok en TikTok. “¡Qué genios todos! Gracias por cuidar a los peluditos. Se ganaron mi corazón”, “¡Hermoso gesto!”, “A mi me también gustaría salir a distribuir alimento para los peluditos”, son sólo algunos de los comentarios. Irene cuenta que con la explosión en las plataformas digitales, las colaboraciones aumentaron de manera sustancial. “Empezamos esto nosotros, bancandolo con nuestro bolsillo, y después nos empezaron a colaborar veterinarias, organizaciones y la gente -relata Irene-; ¡gracias al video juntamos $ 170.000 en unos días! Eso nos ayuda un montón”.
Para seguir la tarea, el grupo de las “PerriViandas” recibe donaciones y colaboración: para consultas, podés contactarte con Inés en su instagram @irenekikivilla. Para enviar un aporte económico, podés hacerlo al alias Perri-Viandas.