Por Matías Auad y Bárbara Nieva 26 Octubre 2023
DESESPERACIÓN. Tres jóvenes se lanzan sobre las papas desparramadas para llevárselas a sus casas. LA GACETA / FOTO DE Analía Jaramillo
La situación vivida ayer en la avenida de Circunvalación refleja no tan sólo el contexto de crisis económica en el que la sociedad está sumergida, sino -y fundamentalmente- se trata de un “conflicto social”, según advierten los expertos. Sobre todo, resaltan la agresión y la desesperación con la que las personas intentaban tomar la verdura, sobrepasando la contención policial.
Sucede que más de un centenar de vecinos llegaron al sitio del accidente con la pauta de “todos queremos llevar para comer; no venimos a robar, trabajamos”, tal como expresó Luis Carrizo a LG Play. Esa expresión de necesidad es tan sólo una de las aristas que generan estos climas de tensión, explica Emilio Mustafá, psicólogo social.
“Esa situación de frustración, de no poder resolver lo más básico, genera un clima de estar a merced de los acontecimientos”, resalta el especialista. Además, analiza que “hay una confluencia de elementos sociales y económicos que generan una gran fragmentación”, entre los que mencionó factores “económicos, sociales, históricos y simbólicos”, a los que se les añade los efectos negativos de la post pandemia en la salud mental.
“Crisis de ansiedad, depresión, pánico, agresión. Es una conducta social, no de las personas. Es algo que confluye en lo externo y las afecta a ellas. Es un lugar donde la palabra no está actuando como mediadora, sino que es reemplazada por violencia”, explica.
Además, sintetiza que esta situación de tensión “es un granito más que fomenta la situación de desesperación por la crisis económica”. Así es como observa el arrebato con el que la sociedad sustrajo las bolsas de papa que estaban desparramadas en el asfalto, tras el accidente del camión de carga y el taxi.
Desesperación
“Las personas se desesperan por llevar comida, se agolpa la agresión para llevarse alimento. Se piensa que el futuro está muy lejano y que se salva el que pueda, bajo la idea de que ‘si yo ventajo, ventajo’”, dice el profesional, acerca de la reacción de la gente.
Entonces, todo se resume a “un clima de situaciones poco reflexivas de poca tolerancia a la palabra, inclusive al cumplimiento de las normas”. “Las personas se desesperan por llevar comida, se agolpan de agresión para llevarse alimento”, remarca Mustafá.
“No poder resolver la comida, el trabajo, más la inflación, generan un clima de permanente tensión. La gente no sabe si mañana va a poder comprar un kilo de yerba. Eso va predisponiendo que las conductas se vayan exacerbando y se generen más situaciones de violencia”, añade el psicólogo.
En general, estas situaciones se producen en todos lados; ahí es donde está la alerta. “En lo cotidiano, cualquier acción chiquita termina en golpe”, asegura Mustafá. “En los barrios, esto se complica más; hay crisis económica, social, problemas de salud mental por la post pandemia y así estas conductas se multiplican y se generalizan”, agrega.
La crisis social de la que habla el experto está también ligada, por ejemplo, a las amenazas de bomba en colegios e instituciones y a la conducta de aquellos que llevaban pistolas a las escuelas. “Es un fenómeno que tiene que ver con la salud mental de las personas”, dice.
Emergencia
Es por eso que Mustafá viene planteando la necesidad de declarar en emergencia la salud mental y las adicciones. “Según todas las demandas que vemos en lo cotidiano, la gente está muy angustiada y se comporta de manera agresiva. Hacen falta dispositivos de contención emocional para reparar los vínculos comunitarios fragmentados”, plantea.
Advierte que “si no hay una política de Estado de contención, en los distintos niveles, esto se seguirá manifestando”. “Si no hay medidas que aseguren que la gente coma todos los días, que los chicos vayan a la escuela, que estén tranquilos en su barrio, la situación de conflicto se potenciará”, asegura Mustafá.
Reforzar lo colectivo
Por su parte, Santiago Camuña, referente del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), coincide en que “la angustia está, existe y aumenta con la incertidumbre política y económica”, aunque advierte que no se trata de una “salida generalizada ni organizada” que se repita a diario.
Es por eso que, en este marco, remarca cuál es el objetivo de las organizaciones sociales. “Esa es nuestra apuesta; reforzar lo colectivo, reconstruir lazos sociales, conversar con los vecinos. Ese es el trabajo y el desafío en este momento, donde parece que las salidas son bastante individualistas y no hay mucha perspectiva de mejoras significativas sociales y económicas”, manifiesta.
La reacción de los vecinos, considera Camuña, “no es algo que haya que celebrar, porque no son hechos muy positivos”. Sin embargo entiende que “es real que en los barrios hay cada vez más necesidad y más búsqueda de asistencia”.
“Pegado a eso, crecen las cuestiones que tienen que ver con la ilegalidad en los barrios; sobre los transas, los arrebatos y demás. No sé si es una cuestión de etapas, sino que más tiene que ver con una crisis social, económica y contra el capitalismo lo que lleva a este tipo de desesperaciones”, analiza el referente barrial.
“Vemos que hay un aumento desmedido de los precios, de la precariedad, vemos que los salarios no alcanzan, y eso sí lleva a situaciones desesperantes. Son cosas que pasaron siempre; son tristes y hablan de necesidades”, añade.
Es por eso que en los barrios se intenta lo contrario; no fomentar “salidas desesperadas individualistas, sino salidas de organización, solidarias, de darnos una mano entre los vecinos”, concluye Camuña.
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