“El tormento del vino artificial y su atmósfera parrillera anestesian la conciencia común, que transcurre su infancia en la tierra estomacal
Masticando esta siniestra heredad, prisionero estoy en mi ciudad natal donando sangre al antojo de un patrón por un misero sueldo con el cual no logró esquivar el trago amargo de este mal momento. Mientras el mundo, policía y ladrón, me bautizan sonriendo, gil trabajador”
Ricardo Iorio fue uno de los mayores letristas del rock nacional. Y por lejos, una de sus mejores voces. Horas después de festejar el cumpleaños de Charly, el mejor músico de argentina, la noticia llegó tal como sólo él hubiera querido: de golpe, inesperada. Iorio tenía 62 años y ES, así con mayúsculas, el padre, el alma y la esencia del heavy metal argento. Cuando Judas Priest, Motörhead, Saxon, con Halford, Lemmy y Byford a la cabeza, eran las insignias internacionales del metal, a finales del 79 en Argentina apareció Iorio y junto al Chofa Moreno fundaron V 8. Lo que para el resto del mundo fue Black Sabbath, para los metaleros fue esa banda que con Luchando por el metal se convirtió en referente indiscutido.
Iorio es la médula del metal argento. Después de V 8 (ya nadie podrá pedir que se vuelvan a juntar), llegó Hermética y Almafuerte. Sólo Riff pudo haber alcanzado un sitial parecido.
Dueño de una voz icónica, Iorio decía y hacía. No le importaba nada. Mucho menos el qué dirán. Y aquí vale la pregunta ¿se puede separar al artista del ser humano? La discusión puede ser interminable pero permítanme que lo haga. Iorio vivió su vida rodeado de polémicas. Cada vez que abría la boca -no para cantar- generaba repudios. Antisemita, xenófobo, un discriminador. Iorio fue todo eso. Y aquí es donde cada uno debe decidir cómo sigue, porque el “pero” se impone. Como músico Iorio fue inigualable. Escribió “El pibe tigre” por un chico al que mató la Policía, o “Sentir indiano”, un himno de orgullo nativo para las comunidades originarias. Iorio se involucraba. Ponía el cuerpo por las causas que le parecían justas. Sus entrevistas no tenían desperdicio pero claro, después aparecía abrazado a Biondini o declaraba su admiración por Mohamed Alí Seineldín.
Lo entrevisté en 2013 y algunas frases merecen recordarse. "Admiro mucho a Larralde, a Omar Moreno Palacios, que fue mi primera influencia musical, el hombre que me hizo dar cuenta de lo que quería ser. Después, Facundo Cabral, Rubén Patagonia, Abel Ivroud, El Pampa Cruz… Pero son tipos a los que no se los pasa en la radio. No los conoce nadie", “Aquí preferimos escuchar mierdas como Calle 13, que me vienen a hablar de independencia. Son panameños, donde todos lavan guita. ¡Pasan al Paz Martínez! ¿Quién es el Paz Martínez? ¿A quién le ganó? Todos esos grupos de ahora no son nada. No sirven para nada. ¡Tan Biónica!, por favor….",
En esa misma nota, recordó a nuestra “Negra”: “Admiré y respeté mucho a Mercedes Sosa. Una voz muy bonita. Compartimos algunos reportajes. Pero se murió. ¿Y qué pasa ahora? En la radio la pasan cada vez que cumple años y después se olvidan. Estamos mal de la cabeza, amigo".
Surcado por las tragedias, Iorio vio cómo su esposa y su padre se suicidaron. Tal vez fue una de las razones por la que decidió alejarse de la ciudad. Cambió por Sierra de la Ventana, un paraje rural en Buenos Aires que se transformó en “su lugar en el mundo”. Allí siguió escribiendo. Su pluma, mordaz, potente, lo erigieron dentro del Olimpo del rock nacional. El “pero” depende de cada uno.
El público del heavy metal es el más fiel del mundo. Después, cada uno podrá pensar lo que quiera, pero las hordas de remeras negras cuando hay un recital parecen eternas. Con Iorio no hay medias tintas, quiérelo o déjalo.
A los que no les gusta el rock pesado les recomiendo que escuchen el disco "Ayer deseo, hoy realidad", con temas que, dice, lo marcaron a fuego y donde versiona a Luis Alberto Spinetta, a Roque Narvaja y a Miguel Abuelo. Es de una belleza infinita.
Para los metaleros, hoy es un día muy triste. Falleció ÉL referente. En esa entrevista del 2013 habló de lo que podía pasar: "No puedo hacer las cosas a medias. Sé que me voy a morir. Me va a dar un HCV (sic) o una pancreatitis, o lo que sea. Pero hasta entonces, nada me va a parar”... Y hoy paró…