El “efecto elecciones” se percibe en las góndolas de los supermercados. Los problemas de abastecimiento de alimentos y productos de limpieza y tocador que ya se venían observando, en las últimas semanas. Confluyen dos factores: la oferta es limitada porque los proveedores tienen control de precios en las grandes cadenas y no están dispuestos a vender más volumen. Por otro, la demanda creció muy fuerte por el diferencial de precios que existe con el canal tradicional (los autoservicios y almacenes) y, en los últimos días, por la necesidad del consumidor de “comprar hoy lo que mañana será más caro”.
La situación es dispar y no sucede lo mismo en todas las cadenas y sucursales. Pero se notan más los faltantes en las góndolas de los grandes supermercados que en los comercios de proximidad, donde los proveedores no tienen restricción de precios y donde tienen mejores formas de pago. Las cadenas intentan que no se note. Tapan los huecos como pueden y en muchos casos desaparecieron las promociones. Aparecen las góndolas frenteadas (cuando ponen sólo producto en el frente y atrás están vacías) y estiradas (cuando llenan de forma horizontal con un producto con stock el hueco de otro ausente). Estrategias hay miles, pero aún así la escasez se nota.
Los últimos relevamientos privados y sectoriales estiman que el consumo se retrajo en septiembre y aceleró la contracción en las primeras semanas de octubre, afectado por los elevados niveles de inflación a pesar de las medidas del Gobierno.