Mariano Campero y Pablo Yedlin fueron dos compañeros de banco, compinches, sentados al fondo del aula. Alejandra Arreguez fue la disruptiva, esforzándose por mostrar el mal ejemplo del resto de la clase. Federico Masso y Ricardo Bussi, los solitarios y con menos diálogo. El debate entre candidatos a diputado de LA GACETA fue más rico desde lo gestual y desde las posturas que desde lo discursivo.
Quizás la ubicación que les tocó en el sorteo moldeó la dinámica del evento. El azar quiso que el líder de Fuerza Republicana estuviera a la derecha de la izquierda, y flanqueado por el referente de Libres del Sur. En el otro extremo, ajenos a la tensión de ese tridente, los postulantes de Juntos por el Cambio y de Unión por la Patria evitaron las agresiones mutuas. Incluso, en los cortes hasta pareció que se “macheteaban”: se mostraron papeles, dialogaron, sonrieron y bromearon.
También hubo momentos en los que el debate se asemejó demasiado a los que mantuvieron hace un par de semanas los candidatos a presidente. Incluso, con excepción de Masso, Bussi, Yedlin, Arreguez y Campero repitieron los conceptos generales de sus postulantes a la Casa Rosada. Sí se vio una particularidad: en algunos pasajes, el radical se vistió de Juan Schiaretti. Así como el gobernador cordobés destacó lo hecho en su provincia, Campero hizo lo propio con la gestión de ocho años que está finalizando como intendente de Yerba Buena. ¿Habrá sido para que la audiencia tenga presente que también habrá una boleta de Schiaretti en Tucumán, aunque sin lista de diputados? Simplemente chanzas que se oyeron en las “barras” distribuidas en la Redacción.
Yedlin y Bussi se mostraron como los más profesionales en el atril. Arreguez, la más espontánea y explosiva. Campero, estructurado. Y Masso, incómodo; quizás sorprendido por los ataques a partir de su cercanía con el oficialismo provincial.
Aunque costó que salieran de la monotonía de los relatos, hubo chispazos que obligaron a los cinco candidatos a salir de los libretos con los que habían llegado. “No es (Sergio) Massa el responsable de la inflación, sino (Mauricio) Macri”, le dijo en una oportunidad el senador Yedlin a Campero. Masso y Arreguez, quienes a priori deberían tener más coincidencias que diferencias, sólo estuvieron de acuerdo en plantear sus reparos al acuerdo de este Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y Bussi, sorpresivamente, cargó primero contra el candidato de Libres del Sur, debido a los subsidios que recibe del Estado la organización Barrios de Pie para el funcionamiento de centros comunitarios.
El papel irreverente que monopolizó Arreguez molestó particularmente a Masso y a Bussi; este último incluso la interrumpió durante una de sus exposiciones. Las reiteradas acusaciones de la candidata del Frente de Izquierda derivó en que comenzara a ser llamada por el resto de los candidatos como “señorita Arreguez”, mientras el resto se llamaba por el nombre de pila o, cuando había picos de tensión, directamente por el apellido.
Quizás el principal episodio de chicanas fue el que protagonizaron Bussi y Campero. El aliado de Javier Milei le enrostró al radical una foto sonriente y con el dedo pulgar en alto junto al gobernador electo Osvaldo Jaldo. El yerbuenense, vestido otra vez de cordobés, le replicó que había una imagen de Bussi y Juan Manzur con un vaso de fernet en la mano, típica bebida de la docta.
Después se apegaron a lo seguro. Arreguez habló de la agenda de las mujeres; Yedlin, de la salud pública; Masso, de lo que pasa en los barrios; Campero, de la corrupción; y Bussi, buscando aferrarse a su sociedad con Milei.