Cada 17 de octubre, la Iglesia Católica celebra el Día de San Ignacio de Antioquía, considerado el “Padre de la Fe” en todo el mundo. En este caso, es importante diferenciar a Ignacio de Antioquía de su homónimo nacido en Loyola que dio origen a la misión jesuita en América y la evangelización en todo el continente.
La fiesta de San Ignacio conmemora a uno de los primeros discípulos directos de los apóstoles San Juan y San Pablo. Su legado está marcado por su fe en la doctrina, su difusión de la Iglesia y la importancia de la Eucaristía (la Comunión) y la virginidad de María como valores principales.
Ignacio de Antioquía tuvo vínculo directo con dos de los amigos de Jesús más reconocidos, pero además es considerado el segundo sucesor de San Pedro en la Iglesia en la ciudad turca donde nació.
En primer lugar, San Ignacio es venerado por incluir el adjetivo católico para describir a la Iglesia. Este término refiere a la universalidad de la institución y, por tanto, su implementación sirve para entender uno de los puntos de partida de la fe cristiana y apostólica en el mundo.
Por otro lado, esta figura nacida en Siria remarcó la importancia de los apóstoles y puntualizó en la importancia de Pedro como primer Papa.
Su legado es uno de los más fuertes por sus siste cartas escritas durante su traslado a Roma, donde sería ejecutado "para ser trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo". Esta frase habla no sólo de su entrega como Mártir, sino de la importancia que le da al sacramento de la Eucaristía.
Las siete cartas de San Ignacio de Antioquía
Camino a su martirio, San Ignacio escribió numerosas cartas de las que se conservan siete. Otras cartas atribuidas a él se consideran apócrifas.
Carta a los efesios.
Exhorta a los creyentes a permanecer en armonía con su obispo y con todo su clero, a que se reúnan con frecuencia para rezar públicamente, a ser mansos y humildes, a sufrir las injurias sin murmurar. Los alaba por su celo contra la herejía y les recuerda que sus obras más ordinarias serían espiritualizadas, en la medida que las hicieran por Jesucristo. Los llama compañeros de viaje en su camino a Dios y les dice que llevan a Dios en su pecho.
Cartas a las iglesias de Magnesia y Tralles
Habla con términos análogos y pone a los creyentes sobre aviso contra el docetismo, doctrina que negaba la realidad del cuerpo de Cristo y su vida humana. En la carta a Tralles les pide que se guarden de la herejía, "lo que harán si permanecen unidos a Dios, y también a Jesucristo y al obispo y a los mandatos de los apóstoles. El que está dentro del altar está limpio, pero el que está fuera de él, o sea, quien se separa del obispo, de los presbíteros y diáconos, no está limpio".
Carta a los Magnesios
Aquí enseña que los verdaderos cristianos obedecen al obispo.
Carta a los cristianos de Roma
Esta cuarta carta es una súplica para que no le impidan ganar su corona del martirio. No quería que los influyentes trataran de obtener una mitigación de la condena, ya que el cristianismo había conseguido adeptos en sitios elevados. Había hombres como Flavio Clemente, primo del emperador y los Acilios Clabriones tenían amigos poderosos en el imperio. Luciano, satirista pagano, quien seguramente conoció estas cartas de Ignacio, da testimonio de lo anterior.
Carta a los de Esmirna
Aquí se encuentra otro aviso contra los docetistas, que negaban que Cristo hubiera tomado una naturaleza humana real y que la Eucaristía fuera realmente su cuerpo. Les prohíbe todo trato con esos falsos maestros y sólo les permite orar por ellos. "Cristo nos ha llamado a su reino y gloria".
Carta a San Policarpo
Consiste principalmente en consejos, siendo el escritor mucho mayor. Exhorta a trabajar por Cristo, a reprimir las falsas enseñanzas, a cuidar de las viudas, a tener servicios religiosos con frecuencia y le recuerda que la medida de los trabajos será la de su premio. Como San Ignacio no tuvo tiempo de escribir a otras Iglesias, pidió a San Policarpo que lo hiciera en su nombre.
Carta a los fieles de Filadelfia
Aquí escribe alabando a su obispo, rogándoles que eviten la herejía. "Usad una sola Eucaristía; porque la carne de Jesucristo Nuestro Señor es una y uno el cáliz para unirnos a todos en su sangre. Hay un altar. así como un obispo, junto con el cuerpo de presbíteros y diáconos, mis hermanos siervos, para que todo lo que hiciereis vosotros lo hagáis de acuerdo con Dios".