Defensores de Belgrano le ganó en todos los aspectos a San Martín. Lo pasó por encima en el segundo tiempo, le copó la mitad de la cancha, atacó con mayor ímpetu, lo superó en cantidad y calidad de oportunidades de gol, tuvo más remates al arco y la virtud de imponerse en el juego cuando la visita tenía el resultado a su favor y el “dragón” parecía estar acorralado, quedándose afuera del Reducido.
Pero el 2-1 que le permitió a “Defe” asegurar su clasificación y le cortó al “santo” un invicto de nueve partidos, se explica en la escasa gama de recursos que Pablo Frontini ofreció desde el banco de suplentes.
El entrenador “santo” tiró a la basura la buena jugada de pizarrón con la que había sorprendido en la previa al duelo. Las inclusiones en el “11” titular de Enzo Martínez y de Pío Bonacci le habían entregado buenas vibras a San Martín.
“Colo” y el riojano no habían tenido buenos rendimientos durante la campaña, por eso no se explicaba qué había querido hacer Frontini. Sin embargo, el ex Independiente Rivadavia se mostró movedizo e incisivo por la derecha, lúcido para lanzar y para generar desequilibrio. En tanto que el ex Deportivo Armenio marcó su primer gol en el “santo”, en la primera chance que tuvo; justo después de una cesión de Martínez para Dening.
Frontini que había acertado un pleno de movida se quedó sin recursos cuando miró a su costado en el banco. El “santo” volvió a demostrar que tiene un plantel corto, en el que la jerarquía y el recambio parecen ser uno de los principales defectos.
Las modificaciones sacaron de la cancha a la visita. No se explica por qué Martínez y Pierce dejaron el campo; tampoco qué quiso hacer el DT con las inclusiones de Gervasio Núñez, Brian Andrada y Leandro Ciccolini.
Luego de esas modificaciones el “santo” cayó en pozo, se desdibujó, no hubo control ni tenencia de pelota y entró en el juego de palo y palo que le propuso Defensores de Belgrano.
Ahí fue cuando Carlos Mayor le ganó la pulseada a Frontini. Con ganas y pelotazos a la “olla”, el “dragón” encontró la victoria y dejó a San Martín mirando el piso y lleno de interrogantes.