

Creo que quienes inventaron el fútbol jamás pensaron que estaban creando una pasión de multitudes ni tamaño negocio, como es ahora. La pelota es un juguete que viene de la antigüedad, no así el fútbol como un joven deporte. Lo que quiero destacar es un aspecto de esa “pasión inigualable”, como dice en algunas banderas que llevan los hinchas al estadio. Y para esto voy a contar un acontecimiento vivido por mí hace unos días, en uno de los bancos donde fui a cobrar la pensión. En la fila de asientos de atrás de donde yo estaba sentado, dos hombres mayores hablaron de fútbol una hora y media, que fue lo que duró mi espera. Pero lo más llamativo del diálogo fue su contenido, que a mí me placía escuchar. Al encontrarse los hombres, uno le dijo al otro: “hola ¿cómo estás?”; “bien”, respondió su amigo. Y, entre otras cosas, se preguntaron la edad, a lo que uno dijo “setenta y dos” y el otro respondió “ah, yo ya tengo setenta y tres”. “¿Y jugás al fútbol todavía?”, dijo uno de ellos, a lo que el otro respondió: “jugué hasta hace seis meses, pero paré porque tengo una molestia en la rodilla, ¿y vos?”. “No, yo hace mucho que dejé, porque este no me lo permite -imagino que se refería al corazón, porque agregó lo siguiente-: “soy hipertenso y me dijo el médico que el esfuerzo de jugar me puede costar la vida”. Y comenzó la ronda de recuerdos y de nombres, todos irreales en esta carta, porque no se puede memorizar todas las secuencias ni los nombres verdaderos. De los cuales rescaté los siguientes: “¿Te acordás de González, el que trabajaba en la Coca? ¡Cómo jugaba!”. “Igual que Pereyra, el de la metalúrgica”. Al que no lo veo es al que era verdulero en mi barrio, “Coco”. “No, ya murió”. “Con razón no lo veía desde hace tiempo ¡Qué jugador era!”. “Al que lo veo siempre es al “Pelao” Gíménez”. “Ah, sí, ese jugaba de cinco ¡cómo metía patadas! Más los pateaba a los rivales que a la pelota”. Y así estuvieron todo el tiempo. Lo mejor y más llamativo de todo lo que duró la conversación, fue que los hombres recordados fueron todos jugadores amateurs. No nombraron ni uno siquiera que haya jugado oficialmente en el fútbol de primera, provincial ni nacional. Cuando llamaron mi número, me levanté para ir a cobrar y me dije: ‘¡Viva el fútbol!”.
Daniel E. Chavez
Pje. Benjamín Paz 308
S.M. de Tucumán







