La inflación es el principal problema que agobia a los argentinos. Un reciente sondeo elaborado por D´Alessio IROL y Berensztein refleja que el 91% de los consultados no puede proyectar por el incremento sostenido de los precios. Pero no sólo es ese indicador, que esta semana que pasó le dio una estocada al bolsillo de la sociedad con una tasa del 12,7% para septiembre y las dudas sobre la desaceleración inflacionaria para lo que resta del año. La incertidumbre económica golpea a siete de cada 10 argentinos.
En una semana, la ciudadanía irá a las urnas con todos estos interrogantes. Cinco candidatos presidenciales han expuesto sus programas de gobierno, entre los que hay propuestas para corregir los desequilibrios macroeconómicos de arrastre. La economía llega a las generales con el agobio que ocasionó la corrida cambiaria que ha llevado a que el dólar informal superara la barrera de los $ 1.000 por unidad, con el consecuente riesgo de una devaluación poseleccionaria, como sucedió el día después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto pasado. Los analistas privados y hasta el mismo gobierno creen que este mes, la inflación bajará a un dígito, pero nada está asegurado por aquello de la estampida de la divisa estadounidense.
Paralelamente, el Gobierno apeló a distintas recetas con el fin de compensar el deterioro de los ingresos de los ciudadanos a consecuencia de la devaluación brusca del 22%. Se estima que su costo fiscal podría rondar los $ 2,5 billones hasta fin de año, lo que representaría un 1,4% del PBI, anticipa un reporte del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Declaraciones del oficialismo dejan entrever que parte de los ingresos necesarios para financiar las medidas anunciadas provendría de la suba previa del impuesto PAIS. La recaudación por este impuesto podría resultar $ 850.000 millones superior a la presupuestada, estima ese instituto. No obstante, los fondos no serían suficientes para lograr un financiamiento completo del “Plan Platita”. Las preguntas que surgen son de las más variadas ¿De dónde sacan el dinero para financiar las excesivas medidas? ¿Cómo repercute esto en los argentinos?
Desde que el Banco Central rompió la mayor racha de compras de divisas, deterioró rápidamente su performance en el mercado de cambios. Y es que en las primeras ocho ruedas de octubre ya acumuló un saldo negativo de U$S 601 millones, barriendo con más de un tercio de las compras realizadas entre las PASO y finales de septiembre, alerta GMA Capital. En este contexto, el Gobierno extendió el alcance del “dólar soja” a otros sectores como la minería, automotrices y algunas economías regionales.
También el oficialismo anticipó que se habilitará el segundo tramo de libre disponibilidad del swap con China. Lo cierto es que, pese a las maniobras en el margen, el tipo de cambio a $ 350 está cerca de alcanzar niveles de apreciación no vistos en mucho tiempo y en camino a marcar niveles máximos de apreciación en la gestión presidencial de Alberto Fernández.
Mientras tanto, producto del deterioro macroeconómico y de la falta de anclas, los dólares financieros se dispararon un 20% en el mes, y el tipo de cambio libre informado por los medios superó la barrera psicológica de $ 1.000, con niveles de brecha récord. El incentivo a traer calma por parte del candidato con más chances (Javier Milei) no parece estar definido, advierte la consultora.
Las comparaciones suelen ser odiosas, pero son necesarias. Por ejemplo, la de la perfomance de la economía de los días previos a las generales de 2019 respecto del actual turno electoral. Si en agosto de 2019 el resultado de las primarias inclinó las expectativas hacia el lado de un retorno a los cepos, y fue eso lo que afectó la trayectoria de las variables financieras, en el presente convergen la irrupción de un escenario de eventual dolarización y una fragilidad macroeconómica que tiene pocos precedentes, apuntan los economistas del Ieral Jorge Vasconcelos y Maximiliano Gutiérrez.
Pasó una semana demasiado complicada para la vida de los argentinos. La corrida cambiaria ha mostrado su peor faceta porque nadie sabe cuál será el techo del dólar, el principal refugio de los ahorristas, pero también el termómetro con el que se define el resto de los precios de la economía. No en vano los comerciantes están esperando las nuevas listas de los proveedores para establecer de cuánto será el reajuste que se viene. La última semana arrancó con filas en los principales bancos. Una parte de ese fenómeno se explica en la inquietud de los ahorristas por saber qué hacer con sus plazos fijos; otra parte se vincula con el pago de los subsidios estatales (IFE) en la previa de las elecciones. Según Vasconcelos, no se trató de una fuga generalizada de depósitos bancarios en pesos, sino un acelerado proceso de acortamiento de los plazos de esas colocaciones. Las empresas tratan de evitar riesgos de instrumentos financieros que pueden eventualmente ser reestructurados, y parecen resignarse a una licuación de esos activos por una tasa de interés que va “por las escaleras”, cuando la inflación “va por el ascensor”, analiza.
La suba de la tasa de interés de los plazos fijos al 133% tiende a bajar el nerviosismo de los ahorristas y de algunos inversores, pero la medida no alcanza para llevar tranquilidad en la previa a los comicios generales. La tensión cambiaria continuará en la medida que el Gobierno no consiga fortalecer las reservas internacionales del Banco Central que, al cierre de una semana complicada, se ubicaron en el nivel más bajo de los últimos ocho años. La incertidumbre seguirá latente. El mercado espera la reacción el día después de las elecciones presidenciales, el 23-O.