Durante largos años las cuatro cuadras de Marco Avellaneda comprendidas entre 24 de Septiembre y San Juan oficiaron de nudo gordiano en la planificación de la ciudad. Ese intríngulis está desatándose a partir de tres iniciativas que ponen en valor la zona: 1) la restauración de la fachada de la estación de trenes; 2) la reinauguración del centro cultural Juan B. Terán; y 3) las obras para la construcción de la nueva sede del Comando de Gendarmería. Es un buen comienzo, pero faltarían ajustar otras piezas.
El enjambre de jurisdicciones asentado en los poco más de 400 metros de la vereda oeste conspiró siempre contra la identidad de esas manzanas. Allí conviven propiedades del Estado nacional, de la Provincia y de la Municipalidad capitalina. No es sencillo que se pongan de acuerdo.
Un ejemplo es el de los túneles que conectan Suipacha con Marco Avellaneda: los hizo el Gobierno provincial, pero al municipio le correspondería encargarse del mantenimiento. Esa transferencia nunca se concretó. En marzo de este año, el secretario de Obras Públicas Alfredo Toscano le dijo a LA GACETA que el ministro del área, Fabián Soria, había prometido que el trámite se completaría cuanto antes. Al año se lo llevaron puesto las elecciones y todo sigue en veremos.
La cuestión es que se trata de un sector -en pleno fervor alperovichista alguien lo soñó como un “Puerto Madero tucumano”- que nunca terminó de despegar. Ni en la acera que da al cerro, de carácter público; ni en la que se recuesta hacia el centro, cuya línea de edificaciones parece congelada desde hace décadas. Calles a las que el mercado inmobiliario parece ignorar. Pero ahora las señales de una reestructuración son innegables.
1) El tren llegó por primera vez en 1876 y con un Presidente de la Nación tucumano a bordo: Nicolás Avellaneda. Lo acompañaba su predecesor, Domingo Faustino Sarmiento. La estación -y la ciudad- eran una fiesta. Pasó el tiempo y la sede de Marco Avellaneda y San Martín fue resignando protagonismo, en especial desde que las formaciones con pasajeros se reorientaron a otros destinos. Así, de un carácter central en el ecosistema ferroviario de la capital la estación pasó a un segundo plano. En paralelo se produjo un deterioro en las instalaciones, operadas hoy por Trenes Argentinos Cargas. Se imponía una restauración del histórico edificio y es lo que se aprecia en el sector central de la fachada, en el marco de un plan por etapas que apunta a la remodelación total del inmueble. Queda mucho por hacer, por ejemplo la recuperación de la fuente, una de las más antiguas de la ciudad, hoy en desuso.
2) El Ente Cultural decidió acondicionar el centro cultural Juan B. Terán para que ensayen allí algunos de sus cuerpos estables. Fue un volver a vivir para esos antiguos galpones, que corrían serios riesgos estructurales. Cada ballet (el Clásico y el Contemporáneo) cuenta ahora con una sala propia, al igual que otros grupos de artes escénicas. Además se acondicionó la vieja cancha de básquet como escenario multiuso, se habilitó la playa de estacionamiento con ingreso por San Juan y se contrató un encargado que mantiene pulcro el amplio espacio verde. Lo que está pendiente son detalles de señalética, más color, más vida y, ¿por qué no?, obras de arte que embellezcan el entorno.
3) El principal dolor de cabeza de este minibarrio anexo al microcentro era la cuadra de Marco Avellaneda entre Mendoza y Córdoba. Del edificio abandonado, nido de alimañas de toda clase y tamaño, unido a la falta de iluminación y de vigilancia, convenía mantenerse lejos. Esto ya es historia porque comenzaron las obras de construcción de la nueva sede para el Comando de Gendarmería Nacional. Las máquinas están desmantelando los viejos galpones, en el arranque de un proyecto cuyo plazo de ejecución es de un año, a un costo aproximado de $ 600 millones. La financiación se canaliza por el Fondo Fiduciario de Infraestructura Regional. ¿Casualidad? Justo al frente, en la ochava sudeste de Marco Avellaneda y Mendoza, está construyéndose la que apunta a ser una de las playas de estacionamiento más grandes de la capital.
Hay un elemento esencial que está faltando para integrar estas cuadras y es el parquizado. La plazoleta José Télfener (Marco Avellaneda y 24 de Septiembre) suele lucir bastante descuidada, pero peor se ve el espacio verde de Marco Avellaneda entre San Martín y Mendoza. Hace unos días cortaron el pasto, pero no hay nada de acogedor alli: quedó una plataforma inservible de cemento justo a la estructura blanca de hierro, cuya pretendida función ornamental se diluye entre la aridez del resto. También lucen ralo de césped y bastante afeado el acceso a las puentes y la salida de los túneles. ¿Quién se hace cargo?