Viajar por el mundo y vivir de ello. Parece un sueño imposible. O sacar una computadora y trabajar desde cualquier lugar del planeta.
Aunque muchos lo vean como un deseo inalcanzable, se les hace agua la boca cuando lo piensan. Eso quedó en claro en un informe realizado por el portal de empleo on line Bumeran. El 99% de los encuestados respondió que quisiera trabajar mientras viaja, pero el 65% dice que en las empresas en las que se desempeñan no se lo permiten. Del estudio participaron 13.925 talentos de Latinoamérica; 3.244, de la Argentina.
Solo el 12% de los argentinos fue nómade digital alguna vez. Es el caso de Carolina Vega (27 años), quien junto a su novio Emanuel están dando la vuelta al mundo mientras trabajan día a día en forma remota. Ya pasaron por Norteamérica y por varios países de Europa. Todavía quieren conocer Asia, África y Oceanía. En medio de la aventura, abrieron el instagran @tucunomades para contar su experiencia y compartir tips, mientras intentan no quedar pobres, según ellos mismos bromean. En una entrevista con Carolina, nos cuenta más detalles.
- ¿Cómo empezó la idea de viajar?
- Es algo que siempre quise hacer. De hecho, cuando elegí una carrera para estudiar en 2014 tenía en mente que quería viajar o mudarme de la Argentina. Por eso me decidí por administración de empresas, que es algo que parecía bastante global. En 2018 conseguí empleo en una empresa de software que trabaja con gente de todo el mundo y tiene proyectos internacionales. Eso me fue acercando a mi sueño y después de la pandemia, que se generalizó el trabajo remoto, comencé a informarme sobre los nómades digitales, que trabajan desde cualquier parte del planeta. El año pasado me postulé a través de Linkedin en un montón de trabajos que me permitían la posibilidad de irme vivir a otros lugares, hasta que me contactaron de una empresa de EEUU. Me depositan mensualmente en dólares y yo tengo que cumplir con trabajo administrativo, como reuniones de planificación, y lo puedo hacer desde cualquier lugar del planeta. Así empecé a viajar. Mi primer destino fue EEUU. Estuve en Miami, Nueva York y California. Fue la primera vez que trabajé mientras estaba viajando y me costó un poco.
- ¿Qué es lo que más te costó?
- Para poder llevar este tipo de vida la organización es clave, y entender que, si bien estoy de viaje, la idea es que estoy trabajando y en el tiempo libre puedo conocer turísticamente un sitio. Ahora mi novio tiene el mismo tipo de trabajo que yo. Es como que queremos conocer todo el tiempo, a toda hora o aprovechar el día yendo a distintos puntos turísticos. Y cuando tenemos reuniones y nos tenemos que quedar en un hotel, al principio nos frustrábamos, pero de a poco fuimos entendiendo que debemos ponerle muchas pilas al trabajo, no tenerlo como secundario sino como algo prioritario, y el tiempo que tengamos libre aprovecharlo para conocer. En nuestros trabajos no tenemos un horario fijo sino que debemos completar lo que nos piden y participar en las reuniones. Es indispensable cuidar el trabajo porque es lo que nos permite seguir viajando.
- ¿Qué otras cuestiones son fundamentales para poder llevar adelante este tipo de vida viajando?
- También me parece fundamental buscar y recabar las opiniones y las experiencias de otras personas que estén trabajando de lo mismo; por ejemplo, vimos un montón de videos para instalar programas en la computadora para garantizar la seguridad de los datos que utilizamos. Es esencial verificar que haya internet todo el tiempo y en los alojamientos que uno contrata. Sin wi fi es imposible trabajar. Por eso hay que averiguar bien y leer los comentarios, las reseñas de cada sitio; adelantarnos a los problemas. Otro punto importante es que los alojamientos que tengan cocina para preparar las comidas y así no estar comiendo afuera todo el tiempo.
- ¿En qué lugares has estado y cómo sigue la aventura?
- Nuestra idea era viajar un año. Empezamos por EEUU. y Europa; estuvimos en España, Francia, Italia, el Reino Unido y Escocia. Queremos ir a Japón, Corea, China, Tailandia, Indonesia y también pasar año nuevo en Australia y Nueva Zelanda. Además, conocer África. La verdad que todo eso es un plan hermoso de un año. Pero nosotros no habíamos experimentado esto de viajar mientras trabajamos. Cada semana nos estamos moviendo. Cuando se cumplió el primer mes nos dimos que estábamos exhaustos y que nos faltaban 11 meses. Empezamos a pensar que si un día nos tenemos que quedar en el hotel no pasa nada, que no hace falta estar siempre corriendo, pasar de aeropuerto en aeropuerto y por las estaciones de trenes. Ahora, si bien tenemos en claro dónde queremos ir, no planificamos tanto la cantidad de días en cada lugar.
- ¿Alguna anécdota para recordar?
- Tenemos muchas. Ahora aprendimos a llegar temprano a los aeropuertos porque una vez casi perdemos el avión. Creí que me desmayaba de tanto correr. Tratamos de organizarnos mejor, no estar tan apurados y a las corridas. La experiencia de estar viajando y conociendo es hermosa; estamos con muchos horarios al mismo tiempo, el de la Argentina, el del país donde estamos, el de la empresa para la que trabajamos. Otra cosa en la que estamos incursionando es en la creación de contenidos: mostramos el día a día del viaje, las cosas curiosas, las historias y las culturas. Estamos muy felices.
Cómo voluntarios, recorren varios países sin gastar demasiado
Un día Barbi Zúñiga, de 27 años, se dio cuenta de que no le gustaba su rutina. Tenía una carrera, un trabajo y se había independizado de su familia. Había cumplido los objetivos socialmente impuestos. Pero esa comodidad le incomodaba. Sentía un vacío interno. En cada viaje corto que hacía, se daba cuenta que eso le daba felicidad. Entonces, decidió que era la vida que realmente quería vivir.
Renunció a su trabajo y en abril del año pasado comenzó la aventura. Quería empezar por Uruguay. “No tenía idea de qué iba a hacer y cómo me sustentaría a partir de allí”, confiesa la joven, que es técnica en medios audiovisuales. Investigando, descubrió que podía cumplir su sueño a través de un voluntariado. Lo hizo usando la plataforma Worldpackers, que conecta voluntarios con anfitriones de distintos países.
“Básicamente pagás una cuota anual que te da acceso a todas las oportunidades ofrecidas por anfitriones en todo el mundo. Otra página conocida es Workaway. Los voluntariados son un acuerdo que tiene un anfitrión de un lugar que necesita cierta cantidad de horas de trabajo y eso es cambio de un lugar para dormir y comida. El trabajo depende de lo que necesite el lugar; puede ser desde cuestiones artísticas como murales, tareas de la construcción o en la recepción de un hostel o en la limpieza hasta el desarrollo de contenido para redes sociales. También hay trabajos que se relacionan con la enseñanza; estuve en uno hace poco en Cartagena donde ayudé a armar una página web del pueblo y enseñé acerca de edición de video a unos adolescentes que estaban haciendo un taller en una fundación”, describe.
Barbi se fue primero a Uruguay, recorrió varios pueblos y luego decidió viajar a Brasil, desde el sur hasta el noroeste, donde conoció a su actual pareja, con quien sigue viajando. Ahora están en Colombia. “Primero fuimos a Barranquilla, luego a Santa Marta donde conseguimos un voluntariado y nos permitían cocinar así que hicimos alfajores argentinos y los vendíamos; nos fue muy bien. Actualmente estamos en Medellín”, confiesa, dejando en claro que no tienen una hoja de ruta.
¿Qué cuestiones son fundamentales para poder llevar adelante este tipo de vida viajando? “Cuando no tenés mucha plata, una planificación es esencial; saber cuánto gastar por día. Tener dónde dormir es fundamental. En los voluntariados hay gente que te esta esperando y eso es bueno; por más que no los conozcas, siempre tener un lugar dónde estar te da tranquilidad. También es importante no exponerse a ciertos riesgos que sabemos son peligrosos, como caminar sola de noche en un lugar que no conocemos. Llevar poco equipaje es clave. Yo me llevé mucha ropa y tuve que ir regalando en el camino porque de verdad era mucho peso. Necesitas estar liviano para caminar lo que sea necesario. Y después, animarse realmente a lo que la vida nos depare. Aprender que no se puede controlar absolutamente todo. Podés tener un plan y de pronto se desarma, y tenés que lidiar con eso, con la frustración porque las cosas no siempre salen como una las espera”, apunta.