Por lo general, a Japón se lo asocia a las artes marciales, al sumo, al béisbol y al fútbol antes que al rugby. Sin embargo, la pelota ovalada no es ninguna novedad en el país del Sol Naciente, donde se juega rugby desde hace más de un siglo, con una enorme base de jugadores. Sin embargo, en los últimos años, los Brave Blossoms han ido creciendo en competitividad, y en en Inglaterra 2015 fueron protagonistas de uno de los mayores batacazos en la historia de los Mundiales al vencer a Sudáfrica, bajo el mando del hoy muy cuestionado entrenador de Australia, Eddie Jones. Y en 2019, edición de la que fueron anfitriones, se clasificaron a cuartos de final por primera vez jugando un rugby de alto vuelo, que llegó a poner en aprietos a Sudáfrica, a la postre campeón.
En Francia, el equipo comandado por el entrenador neozelandés Jaime Joseph tiene argumentos para pelearle la clasificación a Los Pumas. Se trata de un rival cuya principal fortaleza está en la dinámica de su juego; con pelota y espacios es muy peligroso. Un jugador a tener en cuenta es el veloz wing Kotaro Matsushima. En la tercera aparecen el neozelandés Michael Leitch y el sudafricano Pieter Labuschagne, dos máquinas de tacklear. Además, Japón cuenta con la conducción y efectividad de su apertura Rikiya Matsuda, que acertó 15 de sus 16 envíos a los palos en el torneo.