Tras volver de Brasil con la clasificación de Boca a la final de la Copa Libertadores asegurada, Sergio “Chiquito” Romero pasó por el programa de radio “El Club del Moro”, para visitar a su mujer Eliana Guercio, que trabaja allí. Sin embargo, también terminó charlando un rato con los integrantes del ciclo, conducido por Santiago del Moro. Reveló, entre otras cosas, cuándo nació su cábala en los penales.
En cada momento previo a que le pateen una ejecución desde los 11 metros, Romero toca los dos palos, pisa fuerte la línea del arco, y se golpea la cabeza. Al respecto, explicó: “eso nació en el 2014 y ya quedó. Cuando uno se aferra a ciertas cosas, sirven. Son cábalas y momentos, y creo que también el tema es que el delantero te tenga que esperar a que hagas todo eso”.
Sin embargo, dejando de lado los rituales, y su propio mérito, destacó al equipo de trabajo. “Tenemos un gran grupo con Gayoso, con Javi (García), con Lea (Brey). Que ese grupo de arqueros sea tan bueno humanamente… es un grupo muy bueno y sano”, sostuvo “Chiquito”, que también hizo una referencia especial a García. “Nos conocemos de tan chicos. Él me empujó en su momento para que yo esté acá, fue uno de los que me dijo que debería estar acá (en Boca). Y que haya pasado tanto tiempo con Javi, con quien no hablaba desde hacía 14 o 15 años… cuando se me acercó, no fue sólo abrazarlo, sino levantarlo, como diciendo 'estamos donde queríamos'. Son momentos impagables”, relató.
Todo un oráculo
Romero reveló que, en la arenga previa a los penales, aseguró que iba a atajar dos penales ante Palmeiras. Esto surgió, según manifestó, en una charla con Marcos Rojo el día previo al partido.
“Estábamos con Marquitos tirados en la camilla, masajeándonos en las rodillas, los dos operados, y a uno de los kinesiólogos se le ocurrió decirme 'bueno negro, nos dijiste que contra Almagro ibas a atajar uno, y atajaste dos. Nos dijiste contra Nacional y Racing que atajabas dos. Mañana tenes que atajar tres”, contó “Chiquito”.
Acto seguido, el arquero le consultó a Rojo qué sucedía si no decía nada. “Yo me muero de un infarto, mentime aunque sea”, le contestó el defensor.
“Cuando fui ahí (a los penales), sentía adentro mío que algo iba a hacer para mis compañeros. Y a veces se me ocurren esas locuras, como asegurándole que voy a hacerlo. Por suerte, se dio”, finalizó.